piedrapomez :
Hay otro error muy grave en la institución: el
considerar que solo pueden obrar bien (o hacer acciones buenas) las personas
que estén en “gracia de Dios”.
Se confunde este criterio subjetivo de la moral con un
criterio medible y cuantificable, como si fuera una “X” marcada en la espalda.
El evangelio es claro: una "prostituta" (o
sea una pecadora pública), lava los pies de Cristo, y él mismo Cristo elogia su
acción "has hecho bien".
También un "ladrón" reconocido (o sea un
pecador público), desde la cruz reconoce injusto el castigo a Cristo, aunque
merecido el suyo. Y Cristo lo salva.
La Fe de la Iglesia siempre afirmó que los sacramentos
son siempre válidos aunque sea indigno el ministro que los imparta. O sea la
máxima obra de bien no requiere la bondad del sujeto.
En contrario, en la institución la preeminencia de la
subjetivo a la hora de juzgar las conductas, lleva a negar en la práctica toda
objetividad de la ley moral.
Como corolario de esa negación se termina negando toda
objetividad del desarrollo humano en áreas como las ciencias, la cultura, etc.
Es lo que se observa en las instituciones educativas
de la organización: "esta persona es conveniente -según un criterio
particular de algún miembro-, por tanto “sabe y enseña bien". En este
grosero criterio para seleccionar personal no se tienen en cuenta ningún
criterio científico válido y objetivo, como en cualquier otra institución
humana. Se termina en el “amiguismo”, en distribuir los cargos por
conveniencia, como en cualquier institución mundana o política.
Al negar la objetividad de la ley moral, dada
por Moisés y refrendada por Cristo, se termina negando la ley moral
Así se abusa -en un grado extremo de deshonestidad e
ignorancia- por ejemplo, de la mentira. O se termina por considerar los pecados
(como la “avaricia”, la “vanidad” y la “soberbia”) como virtudes.
Se abunda en medias verdades, en no dar los motivos
ciertos de las decisiones y conductas que se adoptan; en definitiva se engaña
constantemente tanto a los de “afuera” como a los de “adentro”, ya que no
existe a esta altura ningún criterio moral.
Esta dualidad es muy grave y la admite y confirma la
misma institución, ya que presenta sus actividades y labores de un modo
distinto según el interlocutor: con una versión para el “afuera” (por ejemplo
para conseguir benefactores o recursos) y con una versión distinta para el
“adentro”, al modo de cualquier organización con fines clandestinos y secretos.
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Publicado el Friday, 24 January 2014
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