Dionisio :
Queridos amigos:
Decía normalito
que el solideo del prelado tiene truco, que es un juego disimulado para ocultar el pectoral
de oro. Puede que sea así mismo. Las gentes somos muy complicadas y hacemos
cosas muy raras. Me resulta difícil de creer que estaban tratando de ocultar el
pectoral de oro. Es mucho más sencillo comprar uno de latón o de madera y así
demostrarle a Francisco que a pobre no le gana nadie. Yo creo que llevó su cruz de oro con legítimo
orgullo y con no disimulado afán de dar una lección al Pontífice sobre la
majestad y decoro, la pompa y solemnidad, que deben acompañar a los pastores
para bien de sus ovejas. Creo que creen que hay que catequizar a este Francisco
tan… peculiar. Sin embargo, yo tengo otra teoría que, como no salgáis
corriendo, os voy a contar, sin que nadie pueda salvaros. Mejor dicho, tengo
dos teorías: A y B.
Teoría A.
El solideo en la
mano muestra solamente un gran estado de turbación por el chorreo que le acaba
de caer o por el que cree que le va a caer, según la foto haya sido tomada
antes o después de la conversación. La cara de ese señor podría parecer la del
que está dispuesto a lamer las suelas de los zapatos con tal de que todo siga
como siempre. Me recuerda, aunque no es lo mismo, desde luego, el chiste en el
que el lacayo llega corriendo a abrir la puerta de la limusina. Cuando el señor
marqués aparece, el lacayo con una cara que debía ser como esa le dice ¿Cómo está
su apestosa excelencia? A lo que el marqués responde con una sonrisa perversa:
Pues con los nuevos audífonos estoy muy bien y tú estás despedido.
Teoría B.
El solideo en la
mano muestra la senilidad de un pobre viejo que no sabe si quitarse el solideo
o enseñarle su colección de cromos de jugadores del Real Madrid, que
probablemente ni sabe lo que es el solideo, ni quien se lo ha puesto, y ni
siquiera está muy seguro sobre si hablar en italiano o en argentino. No sabe si
le han invitado a comer o a cenar o a merendar y no tiene idea de por qué ese
señor vestido de blanco está tan serio. Estaría pensando quizá que sería mejor
ir a comer a la casa del Fiume, porque la administración sabe bien cómo es su
dieta y aquí sabe Dios lo que comerán. Como en casa ni en el Vaticano. ¿Qué es
el Vaticano, por cierto? Es todo tan confuso.
Portaos bien para
que recibáis muchos regalos en Navidad.
Dionisio el
Areopagita.
Publicado el Wednesday, 13 November 2013
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