Bienvenido a Opuslibros
Inicio - Buscar - Envíos - Temas - Enlaces - Tu cuenta - Libros silenciados - Documentos Internos

     Opuslibros
¡Gracias a Dios, nos fuimos
Ir a la web 'clásica'

· FAQ
· Quienes somos
· La trampa de la vocación
· Contacta con nosotros si...
· Si quieres ayudar económicamente...
· Política de cookies

     Ayuda a Opuslibros

Si quieres colaborar económicamente para el mantenimiento de Opuslibros, puedes hacerlo

desde aquí


     Cookies
Utilizamos cookies propias y de terceros para obtener datos estadísticos de la navegación de nuestros usuarios y mejorar nuestros servicios. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Puede obtener más información aquí

     Principal
· Home
· Archivo por fecha
· Buscar
· Enlaces Web
· Envíos (para publicar)
· Login/Logout
· Ver por Temas

     Login
Nickname

Password

Registrate aquí. De forma anónima puedes leerlo todo. Para enviar escritos o correos para publicar, debes registrarte con un apodo, con tus iniciales o con tu nombre.

     Webs amigas

Opus-Info

NOPUS DEI (USA)

ODAN (USA)

Blog de Ana Azanza

Blog de Maripaz

OpusLibre-Français

OpusFrei-Deutsch


 Libros silenciados: La conciencia del engaño.- E.B.E.

125. Iglesia y Opus Dei
ebe :

La conciencia del engaño
E.B.E., 30/10/2013

Seguí pensando sobre el Congreso dedicado a Escrivá y el nuevo libro-diccionario que pretende resumir en 280 voces el pensamiento doctrinal del fundador, al parecer, en vistas a su promocionado-deseado título de Doctor de la Iglesia.

Me gustaría saber, por ejemplo, cómo vivió Escrivá la virtud del sacrificio (empezando por una lectura crítica de los testimonios del libro de “El postulador”).  Porque el Opus Dei, que él diseño, es en la práctica una máquina de sacrificar a otros en beneficio suyo, pues son las ovejas las que dan la vida por el pastor y no al revés; el pastor es quien se lleva toda la gloria, mientras que el sacrificio de las ovejas no sólo pasa inadvertido sino que muchas de ellas se pierden, sin que al pastor le despierte la más mínima preocupación por rectificar dicha situación. No es un problema del actual prelado, ni del anterior: es fundacional. Y los prelados que siguieron a Escrivá parecen haber entendido la fidelidad al carisma en ese mismo sentido...



En síntesis, lo que sucede en el Opus Dei es lo contrario del evangelio y la teología cristiana. El sacrificio es un elemento clave en la vida de los santos. Entonces, legítimamente, me pregunto cómo habrá vivido (no predicado sino vivido) Escrivá la virtud del sacrificio (dejando de lado el relato de su cilicio y disciplinas ensangrentadas, porque hacen más al espectáculo –cercano a lo narcisista- que a la virtud).

No sería extraño, en un tiempo no muy lejano, que la figura de Escrivá comenzara a causar un rechazo más generalizado, eclipsando el culto público del que hoy goza. De todos modos, soy consciente de dos cosas: no se pueden acelerar los tiempos, al menos como uno desearía, (lo que ha llevado mucho tiempo montar, también llevará tiempo desmontar, si no, veamos el caso Maciel) y tampoco se puede, en el proceso de desmontaje, producir los mismos daños: así como muchas personas fueron dañadas por el OD para montarlo, es necesario –como prioridad número uno, me parece- evitar que muchas personas sean dañadas al desmontarlo. Y no es fácil, porque –a veces por deseos de acelerar los tiempos, por ejemplo- quitar una piedra puede ser peligroso si va a caer sobre inocentes. Y dentro del Opus Dei hay mucha gente inocente, de la cual se vale el Opus Dei para cubrirse de inocencia.

En ese sentido, los verdaderos responsables del montaje del Opus Dei son quienes más arriba se encuentran y no tanto quienes celosamente puedan defender ese montaje desde abajo: son unas víctimas más, como lo hemos sido tantos otros (al margen de las responsabilidades individuales que cada uno tenga).

Sin duda el propósito de montar el Opus Dei no es comparable al de desenmascararlo, al menos por una razón principal: en el primer caso, según se puede inferir de elementos históricos, jurídicos y testimonios personales, habría habido una acción metódica y fraudulenta, mientras que en el segundo caso hay, al menos, un propósito desorganizado de restaurar la justicia (que puede venir mezclado con otras cosas, por supuesto, y ahí está la complicación).

La vida de Escrivá ha sido la de un santo o la de un defraudador, no hay términos medios. Su exaltación en vida (y más aún, luego, con su canonización) impide toda otra posibilidad intermedia.

Quienes lo critican, en gran parte, es porque han visto grietas inquietantes en la vida y obra de Escrivá y se les ha derrumbado –no sin gran resistencia y dolor- la imagen impecable que habían aprendido originalmente. El escándalo les impulsó a la crítica y la denuncia. Se volvieron, entonces, anatemas frente a la defensa “católica y ortodoxa” (por aquellos que, en nombre de la Iglesia, defienden al Opus Dei como si se tratara de la misma naturaleza de la Iglesia). Esa defensa suele ser bastante superficial, con muy poco conocimiento de cómo funciona internamente el Opus Dei, a partir de una imagen simple e idealizada, generalmente producto del mismo marketing de la prelatura.

***

El escándalo

Actualmente, en no pocos casos, Escrivá causa escándalo privadamente, en la intimidad de muchos ex miembros. De ser “un padre” entrañable, al cual se le llamaba, con una mezcla de superlativo cariño y admiración, “nuestro Padre” (con mayúscula) y a quien se le tenía una extremada devoción, esa misma persona extraordinaria pasó a ser percibida –no sin antes vencer serias dificultes psicológicas- como un ser totalmente extraño, distante, y no confiable. De causar orgullo, la posibilidad de ser vinculado con su persona, ha pasado a ser motivo de vergüenza. Si fuera posible, querrían borrar de la propia historia personal la devoción que alguna vez le tuvieron a Escrivá. No necesariamente es una vergüenza que dure para siempre, pero suele ser una etapa a transitar.

Mientras la ceremonia de canonización de 2002 abrió las puertas a la devoción publica, Opuslibros ese mismo día abrió la vía hacia la expresión del escándalo privado, para comenzar a darle entidad pública gradualmente.

Si bien el fundador fue canonizado, lo cual le dio derecho a recibir culto de veneración o dulía, ello tiene muy poca implicancia en relación a la conciencia pública (actual y sobre todo futura) acerca de quién fue Escrivá y qué hizo.

Pero específicamente, ¿qué ha hecho Escrivá y su organización, podríamos preguntarnos, como para merecer semejante cuestionamiento? ¿Qué razón podría haber para convertir a Escrivá en objeto de rechazo y vergüenza, no ya privadas sino públicas?

En pocas palabras: la conciencia del engaño. Se manifiesta, primero, de manera privada, en la intimidad de cada ex miembro, y luego se va comunicando gradualmente, hasta tomar una forma más definida. Si es verdadera, con el tiempo esa conciencia personal se irá transmitiendo y generalizando, hasta alcanzar un consenso firme.

***

El engaño

La pregunta que hay que responder, para ver si existe razón o no, es si Escrivá engañó o no engañó a miles de personas –aprovechándose de la buena fe- y cuál fue -de ser ese el caso- el alcance de dicho engaño. Planteada la pregunta, el Opus Dei se podría enfrentar a un abismo institucional de dimensiones impensadas.

La pregunta, sobre si engañó, no es caprichosa. Surge, en primer lugar, de la conciencia –de cada víctima- de haber sufrido un engaño que trasciende los casos particulares. Surge de aquella vergüenza privada señalada al principio. Y por cierto, de elementos objetivos, de documentos, de fuentes, de escritos de gobierno, que dan pie a pensar que no se trata de una cuestión simplemente subjetiva y casual de los afectados.

El otro punto, no menos importante, que le puede dar relevancia a una acusación formal contra Escrivá y su organización, es el aspecto sacrílego del engaño, por tratarse de una defraudación de valores religiosos (el uso de la religión), para la manipulación de sus conciencias, al servicio de los fines de gobierno. Lejos de ser un santo, Escrivá y su organización podrían ser vistos como profanadores, no solo de valores sino de conciencias.

Las manifestaciones de ese engaño (específicamente para el caso de los miembros agregados y numerarios) tendrían varias ramificaciones concretas: la imposibilidad de una vocación llena de contradicciones (anunciada como secular cuando en realidad está plagada de elementos conventual) y las múltiples consecuencias dañinas que de ello se derivan; el grado de libertad para ingresar, permanecer y salir; el poco respeto por la intimidad y la conciencia (alienación personal debido al sometimiento psicológico, hasta provocar enfermedades psiquiátricas); la manipulación de la verdad histórica y documental-institucional; la falta de autonomía en el campo laboral y profesional, subordinados a los objetivos de gobierno; esas son algunas de las principales manifestaciones para formular el engaño, cuya síntesis sería la convocación o el llamamiento a una vocación inexistente, y por lo tanto, su realización resultaría inevitablemente alienante para toda persona (la inexistencia de la vocación lleva a pensar en la inexistencia del carisma).

Tal vez el engaño más profundo haya sido el haberle hecho creer a las ovejas que serían cuidadas y pastoreadas con un esmero e interés que, al final del camino, se demostró falso. Lejos de ser el pastor quien diera la vida por sus ovejas, fue al revés. Esa falta de interés real es, posiblemente, una de las razones para imponer, mediando manipulación, una vocación imposible de llevar a la práctica. Las personas nunca fueron la prioridad: ese es el mayor engaño y defraudación. Al parecer, a Escrivá nunca le interesó otra cosa que su organización y su persona.

***

La metodología

Una de las cuestiones más importantes es la metodología subyacente para llevar adelante el Opus Dei, caracterizada (entre otras cosas) por: la seducción, la opacidad, la manipulación (esta última muy emparentada con la opacidad y la seducción) y la preeminencia de los resultados o búsqueda de la eficacia como uno de los objetivos más importantes (si no el más importante). Manipular para obtener resultados.

Al parecer, el engaño vocacional (el principal) tiene su razón de ser en la búsqueda de eficacia institucional (es decir, el engaño vocacional habría sido necesario para la eficacia institucional). Este es el origen problemático del Opus Dei: el éxito institucional resultante está disociado de su proceso histórico. La eficacia institucional (la cara exterior o fachada) tapa la manipulación moral subyacente.

Esta “moral de justificación” subyacente –buscar la eficacia- es la que legitima a la metodología subyacente –seducir, ocultar, manipular- y es la que permite evadir los diferentes obstáculos morales, sin mayores remordimientos ni culpa; contrariamente a lo imaginable -según esta moral- es meritorio llevar a cabo todas aquellas acciones que resulten en beneficio de la eficacia institucional –por la Gloria de Dios, digamos-, siempre y cuando se evite al mismo tiempo causar escándalo (segundo requisito moral). Buscar la eficacia y que ello no implique escándalo. Es la formula sintética de cómo ha sido construido el Opus Dei. Por eso es muy difícil demostrar que el Opus Dei sea escandaloso.

“Evitar escándalo”, entonces, es otro de los elementos centrales que constituyen la “moral de justificación” (una suerte de “reaseguro” moral, justificación de la justificación), porque aparentemente (la apariencia es muy importante para el Opus Dei, hace a su “conciencia moral recta”) evitar todo escándalo implicaría una preocupación moral eminente, y un interés particular por el prójimo. Evitarle dolor al prójimo (o, más bien, que lo sienta).

***

Evitar el escándalo

Lejos de ser virtuoso, evitar el escándalo pareciera ser la forma elegida por Escrivá para encubrir el daño. Me explico. Lo que se presenta como virtud es, contrariamente, un vicio refinado. Lejos de ser virtuoso, sería la prueba de ‘la mala conciencia’, es decir, de saber que se sabe y sin embargo se lo oculta.

Se recurre a la virtud para encubrir un daño y de ahí que sea tan difícil demostrarlo. La piedra angular del daño, paradójicamente, tiene la forma de virtud. Evitar el escándalo es virtuoso, sin dudas, pero no en la forma en que lo implementan en la prelatura.  

Dentro de un sistema dañino en sí mismo, el escape moral de los directores, el modo de salvar sus conciencias, ha de tener apariencia de virtud, no de vicio. No pueden ocultar el daño a sabiendas, sino que debe ser para ellos un acto de meritorio. A su vez, los directores salvan su conciencia también recurriendo al salvoconducto de la obediencia, delegando toda responsabilidad en el superior. Pero ello no sería suficiente si, antes, no engañaran a sus conciencias, con un falso acto de caridad.

La búsqueda de eficacia del Opus De conduce al daño, al instrumentalizar a las personas. Evitar el escándalo, dentro del Opus Dei, no es equivalente a evitar el daño (eso sí sería virtuoso), sino que, una vez producido, se trata de evitar que se manifieste y tome forma propia, que se tenga conciencia de él, en definitiva, que duela. Usualmente, sin dolor no hay signos visibles del daño. Esto quiere decir “evitar el escándalo”, en términos escrivarianos.

El dolor, en realidad, no se evita, simplemente se retrasa en el tiempo, lo suficiente como para que el Opus Dei quede disociado, alejado históricamente de los hechos y se desentienda para siempre (es un denominador común de los tantísimos testimonios en OL). No puede haber inocencia en semejante práctica institucionalizada.

Una vez puesto de manifiesto dicho mecanismo, se podría decir que resulta escandaloso el modo en que el Opus Dei evita sistemáticamente el escándalo y encubre así el daño. Para el Opus Dei, no importa lo que suceda, lo importante es evitar el escándalo.

Ese es el mecanismo por el cual siempre escapa, es la coartada, la puerta de incendios, la reacción instintiva que le permite seguir sobreviviendo y reproduciéndose como institución, porque el daño que produce es inevitable, como la contaminación de un producto toxico. Pero al hacerlo invisible, resulta inexistente. Al hacerlo de manera no escandalosa, no es detectado. El método funciona.

En el caso de que se produjera un escándalo, saltarían los fusibles antes de que se quemaran los propios responsables. En el caso de Catherine Tissier, por ejemplo, los fusibles fueron asociaciones civiles o terceras partes: nunca es investigado el mismo Opus Dei, logrando evitar la órbita del escándalo.

Los fusibles es otro capítulo fundamental dentro de este mecanismo de defensa y forman parte de los múltiples daños que causa el Opus Dei: lograr que caigan otros, pero nunca los verdaderos responsables. Los pobres fusibles creen que cumplen una función heroica, cuando en realdad contribuyen, en primer lugar, con su propio destino miserable y luego permiten que el Opus Dei siga escabulléndose.

Terror les daría, al prelado y demás superiores, si algún día la Santa Sede interviniera públicamente al Opus Dei, aunque fuera de la forma más suave, porque ese día habría empezado a resquebrajarse todo ese mecanismo de defensa, escurriéndose la verdad y el daño por todas sus grietas. No habría fusibles que saltaran y protegieran a la misma cúpula del Opus Dei.

Para muchos miembros sería una prueba de la no-divinidad del Opus Dei, de la falibilidad de su infalibilidad. Lo que había logrado evitar todo estos años, manteniendo un bajísimo perfil (salvo para los honores, como la canonización de su fundador o la erección en prelatura), ese reinado se habría dado por terminado para siempre. El Opus Dei habría dejado de ser impecable, y eso, para sus miembros más fieles, sería terrible (en realidad, es lo que les sucedió privadamente a muchos de los que abandonaron la prelatura todos estos años). La Santa Sede tiene el poder de poner fin a la coartada del Opus Dei, con una simple pregunta: ¿por qué les preocupa tanto ser objeto de escándalo, acaso hay algún motivo para ello?

***

Para resumir, evitar el escándalo implica -en la práctica- dos cosas, al menos: ocultar el daño y ocultar la verdad. Si bien el Opus Dei consigue su cometido en el mediano plazo, no sucede así en el largo plazo, donde la conciencia de cada uno finalmente termina descubriendo el aspecto escandaloso de la metodología del Opus Dei, aunque no llegue a elaborarlo conceptualmente con precisión. Es cuestión de tiempo que todo esto salga a la luz y no queden dudas al respecto.

Ocultar el daño

La ausencia de dolor es ausencia de daño, según esta concepción: si no hay dolor, entonces, no se le puede imputar daño alguno al Opus Dei. Esto es una falacia, desde luego, pero una falacia eficaz, y eficacia es a lo que apunta la doctrina de Escrivá.

El dolor existe pero, curiosamente, se manifiesta mucho después de producido el daño, justamente porque ha sido provocado sin escándalo: se toma conciencia cuando ya es tarde y el Opus Dei se encuentra a kilómetros de la escena del crimen, aparentemente inimputable.

Pero tal desincronización, entre el dolor y el daño, refuerza la conciencia de engaño: el dolor tardío señala un daño sufrido tempranamente, como si hubiera pasado el efecto de la anestesia. ¿Quién aplicó dicha anestesia y con qué fin?

Esa desincronización no es otra cosa que una disociación para salvar, particularmente, la conciencia de los directores: la ausencia de escándalo (corto plazo) les permite llevar a cabo acciones dañinas (de largo plazo) sin sentir culpa. Se disocia la búsqueda de eficacia (corto plazo) respecto de sus costos humanos (largo plazo). Así es posible saltarse los principales obstáculos morales sin mayores remordimientos; me refiero los tres citados anteriormente: la seducción (atraer), la opacidad (ocultar), la manipulación (cambiar), todos ellos relacionados con la cuestión de la verdad y el engaño.

Ocultar la verdad

La frase, en lenguaje institucional, que resume este comportamiento opaco es [si decimos abiertamente la verdad a ‘los de afuera’] “no nos van a entender”; por ello es “un deber” evitar el escándalo (el alejamiento de “las ovejas”), en su doble vertiente: “ocultando que se oculta” la verdad (lo contrario escandalizaría) e impidiendo que la verdad sobre el Opus Dei “abiertamente anunciada” sea rechazada y pierda su “función salvadora” (al no “entenderla”, los “no iniciados” se escandalizarían también y en lugar de seguir el camino recto, se “perderían” para siempre –en caso de tener ‘vocación’ al Opus Dei, por ejemplo). Esto, que resulta bastante rebuscado y retorcido, sintetiza la justificación moral para seducir, ocultar y manipular a quienes no pertenecen al Opus Dei, y por lo tanto, no tiene una fe incondicional en la doctrina de su fundador. Por ello, los “no-iniciados” han de ser tratados “como niños”, a quienes no se les dice la verdad sino en forma de cuento o narración convenientemente arreglada (lo cual me recuerda al escrito de Josef Knecht “Guardería de Adultos”).

Esa moral es la que sostiene todas las manipulaciones de los textos históricos y jurídicos creados por el Opus Dei para su propia legitimación (cfr. el caso del Iter Jurídico) como también en las entrevistas dadas a los medios (cfr. el ejemplo de Álvaro del Portillo).

***

Hay una última cuestión, y es el grado de conciencia que haya podido tener el fundador a la hora de llevar a cabo dicho engaño. Al menos, en estos momentos, no me parece fundamental resolver ese asunto. Tampoco, por lo tanto, el grado de culpabilidad o incluso su posible inimputabilidad (a causa de una patología grave que le impidiera tomar conciencia del daño que estaba causando). Lo más urgente, si se pudiera hablar así, es demostrar la existencia de un daño palpable y masivo, a causa de una metodología subyacente. No me preocupa tanto que Escrivá sea condenado como sí dejar en claro, si fuera el caso, que no debería ser propuesto como ejemplo ni modelo moral a imitar.

Está claro que de Escrivá no se puede decir que haya causado un tipo de daño semejante al de Marcial Maciel, pero sí se puede señalar que existen demasiados testimonios que apuntan contra Escrivá y su organización como los causantes de una defraudación religiosa de amplio alcance (en número de personas y en tipo de daño: moral, religioso, psicológico, profesional, económico, etc.). La metodología utilizada es la prueba más contundente en su contra, por ser sistemática (no casual) y generalizada (a todos, o al menos para una mayoría).

Escrivá será un santo proclamado por la Iglesia con toda la pompa que ello puede implicar, pero eso no impide que se pueda hablar de su pasado y de los daños provocados por su actuación y el de su organización, que lejos de ser aislados y casuales, esos daños han sido productos casi sistemáticos de toda una cultura institucional planificada por el mismo Escrivá y sus más íntimos colaboradores.

Realmente no sé cómo se congeniará su canonización (y la de Álvaro del Portillo) con lo que iremos viendo y conociendo en un futuro tal vez no tan remoto. No lo sé, ni tampoco es mi función solucionarlo. Lo que sí está a mi alcance es pensar que seremos testigos de una desmitificación impensada décadas atrás.

Para que se produzca falta una chispa. Combustible hay de sobra. Y la chispa la pueden dar los casos concretos que vayan llegando a las manos adecuadas.

E.B.E.




Publicado el Wednesday, 30 October 2013



 
     Enlaces Relacionados
· Más Acerca de 125. Iglesia y Opus Dei


Noticia más leída sobre 125. Iglesia y Opus Dei:
El Opus Dei, Instituto Secular (III): Conmemorando las bodas de plata.- Idiota


     Opciones

 Versión imprimible  Versión imprimible

 Respuestas y referencias a este artículo






Web site powered by PHP-Nuke

All logos and trademarks in this site are property of their respective owner. The comments are property of their posters, all the rest by me

Web site engine code is Copyright © 2003 by PHP-Nuke. All Rights Reserved. PHP-Nuke is Free Software released under the GNU/GPL license.
Página Generada en: 0.124 Segundos