sergioarmando :
Estimados
todos,
No
podía dejar de escribirles aunque sea unas líneas para agradecer la mención y
los ánimos enviados por Carmen
Charo, Heraldo (en privado), class
y Josef
Knecht. (Espero que
no se me escape ningún otro, porque no es que haya podido leer todos los envíos
de los últimos días). Dios se los pague!
Leo algunos de los testimonios enviados cada día
y no dejo de estremecerme, me parecen tan inverosímiles como a la mayoría de
las personas que no han tenido esta horrenda experiencia de “la obra” y que no
les cabe en la cabeza que algo así pueda estar sucediendo en nuestra Iglesia.
Cuando al contar mi experiencia o la de personas
cercanas se trivializa o no se le da crédito, me doy cuenta que apenas haberlo
sufrido en primera persona te hace ver lo grotesco y antievangélico que es
este… grupito de personas... gracias a Dios un grupo muy
minoritario de lo que es la realidad eclesial…y siempre bien localizados:
pasillos curiales, los “altos” círculos empresariales y los casonas de ricos en
zonas privadas. (v.gr. La escandalosa comisión regional construida en la ciudad
de México).
Con estupor he leído en esta página el
testimonio de Maripaz, una exnumeraria auxiliar española y le
preguntaba a un sacerdote exnumerario si él había sabido de estas situaciones
cuando atendía a las auxiliares. Su respuesta fue positiva, pero no podía hacer
nada porque lo sabía bajo el secreto de la dirección espiritual o la confesión.
Qué terrible!
Así mismo, varios compañeros sacerdotes diocesanos
me han platicado de las “redadas” y “artimañas” de las que se valían (o se
valen) en los pueblos pobres de los estados de Oaxaca y México para llevarse a
jovencitas vendiéndoles la “vocación a las labores domésticas”. Gracias a Dios
varias de ellas han regresado a casa (la auténtica CASA) aunque con mucho que
sanar espiritual y emocionalmente.
Solo quienes hemos estado ahí podemos entender el
aniquilamiento total de la personalidad que se sufre y el secuestro de la
propia conciencia y capacidad de decidir, como para poder darse cuenta y tener
la fuerza de huir. A veces, solo después de muchos años de mal vivir se tiene
la osadía de arriesgarse “a estar en contra de la voluntad de Dios manifestada
en los directores” para descubrir la belleza de un verdadero Dios Padre que no
se las cobra contigo, de una Iglesia riquísima en sus manifestaciones y de unos
hermanos que te quieren con autenticidad y no con la formalidad de una familia
que solo existe en el imaginario de “la obra”.
Abrazo a todos!
Sergio Armando
Publicado el Monday, 21 October 2013
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