bastian :
Parece evidente que Calandria,
que algunas veces parecía otorgar en esta Web, ahora recoge velas. Debe de ser
algún milagro saxofónico-beatífico, y la aparentemente a veces díscola, se nos
ha vuelto fiel combativa. Pues vale, muy bien, así puede que ya duerma sin
pastillamen. Pero se ha pegado una cagada monumental con esa fe en que el
espíritu santo mueve las beatificaciones y canonizaciones. Cierto es que,
alguna vez, he llegado a pensar que esta Calandria pensaba, pero ahora nos ha
demostrado que toda su relación con el pensamiento se reduce a la digestión de
la comida que ingiere. El espíritu santo como motor del Vaticano daría muchas
carcajadas con solo fijarse en los esfuerzos de monseñor Clavel para captar a
otros monseñores, en los continuados asaltos a las curias del mundo entero con
cargos y carguetes, y el aborregamiento de obispos trepadores que hacen carrera
a la sombra de la prelatura. En fin, si Calandria pudiera ver escrito en un
papel el plan de penetración -con perdón- del Opus Dei, diseñado desde hace
décadas para okupar el gobierno de la Iglesia universal, se caería del guindo.
O se pondría a dar saltos de tontiloca, que es una manera parecida a reaccionar
como ha reaccionado ante la evidencia que cualquier observador puede captar al
ver quién resulta beatífico y quién no en esta carrera por llegar a los altares
y a las estatuas.
Parece, pues, que Calandria, como
fruto de su reciente curso anual, se ha vuelto a convertir, se ha reconvertido.
Es lo natural, lo suyo. Lo otro, lo de parecer semidisidente, es una posturita
apostólica direccionada por los directores, esos expertos en todo sin saber
nada de nada (salvo lo revelado directamente por Dios al de Barbastro).
Y para terminar, antes de coger el
yate y poner rumbo al Adriático con un cargamento de biblias y cilicios,
quisiera desvelar una pequeña maldad del santo escriba Albás. En una tertulia
perpetrada allá por los años sesenta en una capital de provincia fronteriza con
la marca hispánica carolingia, un joven ingeniero que luego llegó a dominar
ciertas economías mundiales, díjole al presanto con voz trémula:
"paaadreee, yooo soooy de Barbaaastroooo". Y la respuesta inmediata,
aromatizada con ese aire a lo Paco Martínez Soria, fue inolvidable para todos
los presentes: "No te preocupes, hijo mío, eso se pasa enseguida".
Todavía hay quienes piensan que eso era como decir ¡Viva Barbastro! Pues eso,
Calandria, que viva Barbastro... y el espíritu santo; mejor dicho, tu
caricatura instrumental del Espíritu Santo.
Lo dicho, que me voy con el yate.
(Ya te vale, Calandria...).
Bastiana.
Publicado el Monday, 29 July 2013
|