pepito :
Quiero referirme a un punto que no he visto muy
tratado en esta web: el del “apostolado de no dar” que predicaba nuestro santo
preferido. Para empezar, era una muestra más de aquella “pillería” que también
predicaba y que seguramente estaba orgulloso de ejercer. Con un ejemplo
elemental, no quería que los niños de una catequesis asistieran a ella para
ganarse un bocadillo que en su casa seguramente no tendrían.
Sin embargo, desde muy pronto aplicó “en casa” el
mismo principio, al menos cuando le convino. Así yo, que era hijo de una
familia de clase media alta, pero numerosa, cuando los que acababan de echarme
el lazo determinaron que a toda costa yo tenía que asistir al “curso anual”,
que para mis padres hube de enmascarar, según la habitual política de
ocultación propia del Opus Dei, como “curso de verano de periodismo”, me
encontré con que mis padres no podían subvenir a sus gastos. Al fin, rebañando
lo poco que ellos podían darme, los magros fondos que había en la Libreta de
Ahorro que mi padre nos había abierto al nacer a cada hermano y mantenido luego
como podía, logré reunir una cierta cantidad; pero no bastaba, hasta que la
Obra, como el Séptimo de Caballería, llegó a tiempo con la solución: ésta
consistió en que yo, con 16 años, trabajara por un mes o poco menos en las
oficinas de una compañía cuyo jefe en la localidad era notorio supernumerario.
Y así, al menos, quedó claro el “para que te enteres” que se trataba de dejar
claro. Naturalmente, en el “curso anual” no tuve la menor sensación de que
otros chicos hubieran pasado por semejante trance. Al parecer, sus papás los
habían librado de él. Más, mucho más es lo que tengo que contar sobre esa directriz
apostólica de nuestro santo preferido. A ver si me sacudo la pereza y
satisfago la curiosidad de quienes puedan tenerla.
Pepito
Publicado el Monday, 24 June 2013
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