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 Tus escritos: Anécdotas IV.- Dionisio

070. Costumbres y Praxis
Dionisio :

Os envío otra entrega de anécdotas sabrosas vividas personalmente durante mis 28 años de "internado". Para añadirlas a las que ya están con el título Anécdotas en el Opus Dei.

Un abrazo

Dionisio



ANÉCDOTAS (IV)

Cap.4 de 'Anécdotas en el Opus Dei'
Enviado por Dionisio el 30-6-2004




Anécdota 10.
Más de D. Traca. En una ocasión yo estaba a cargo de supervisar las obras de un centro. Don Traca aparecía de cuando en cuando para hacer indicaciones de cómo quería que se hiciera una cosa u otra. Al principio, por lo idiota que soy, yo le discutía algunas de sus brillantes sugerencias...

tratando de convencerle sobre lo inconveniente de sus peticiones. Vano intento. Al final, cuando ya entendí las reglas del juego, simplemente le decía, dígame cómo lo quiere D. Traca y no perdamos el tiempo discutiendo. Me parece que se mosqueaba un poco, pero al final le gustaba. Creo que yo era de los pocos que le caía bien. No sé si eso habla de bien de mi... Me temo que no, pero me estoy regenerando, lo prometo.


Anécdota 11.
Dejemos descansar por un rato a D. Traca. Me acuerdo de un joven numerario, hijo de supernumerarios a quien conocí desde que era un niño de 6 añitos. ¡Criaturita! Una vez, muchos años después, él recién salido del centro de estudios, tendría algo así como 20 años, coincidimos los dos en un centro y en no me cuerdo bien qué circunstancias los dos estábamos viendo la película Amistad (creo que es ese el título de una obra de Spielberg sobre el tráfico de esclavos entre África y América.) Estábamos los dos solos, yo ya había visto la película y me parecía que era un poco dura en cuanto a la crueldad del tema, pero nada más. Yo quería verla otra vez y le dije a mi acompañante que no era precisamente una comedia, advirtiéndole que no era una simple diversión, sino una dura reflexión sobre la naturaleza humana, capaz de lo mejor y lo peor. Pues nada, al día siguiente fui reprendido porque aquella tierna criatura se había visto turbado y tentado en su pureza porque en la película se habían visto unas mujeres desnudas. ¡Santo Dios! Yo no podía creer hasta qué punto se había deformado la conciencia de este pobre chico que sintió la tentación de la carne cuando vio una escena en la que unos esclavos negros, hombres y mujeres desnudos con rostros de terror eran arrastrados por una cadena a morir ahogados en el mar. Olé la formación para hacer personas de carácter. Suma y sigue.

Anécdota 12.
Como ya dije anteriormente, parte de mi vida en la obra transcurrió en un país muy pobre. Como muchos saben los sueldos de los empleados suelen ser miserables, no así los de los directivos. Algunos creen que esos sueldos miserables se compensan con unos precios muy bajos, pero no es así, los precios de algunas cosas son todavía más altos que en otros países y los que son más bajos, de todas formas son muy altos en comparación de sus ingresos. Esto quiere decir, en palabras llanas que la gente vive en la miseria aunque trabaje muy bien y muchas horas. Los centros del opus, incluidas obras corporativas, tienen personas empleadas, como jardineros, personal de mantenimiento, guardianes, porteros, personal de limpieza, y otros. Yo siempre supuse que estas personas recibirían una remuneración generosamente cristiana, algo que les permitiera vivir dignamente y mantener a su familia con decoro. Ingenuo de mi, la realidad es que a esos empleados se les pagaba lo mismo que les pagaría otro empleador cualquiera. En consecuencia, esos empleados viven en la misma inhumana miseria que los demás. En alguna ocasión discutí esto con un director, pero no hubo forma de convencerlo. Su argumento es que había que pagar lo mismo que se paga en el mercado laboral. Cuando le dije que la Doctrina Social de la Iglesia no acepta que la remuneración de los trabajadores esté regulada por el mercado, sino por la justicia y la caridad, me hizo el mismo caso que si le estuviera de las macetas. Si alguien cree que era porque no había dinero para pagar más, le aseguro que está equivocado, yo era el secretario y sabía que les podíamos pagar el doble o el triple sin parpadear. Nunca vi que en ningún centro del opus el comportamiento fuera diferente del que acabo de describir.

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Publicado el Wednesday, 30 June 2004



 
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