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 Correos: Continuando con el diálogo con Jaume García Moles.- Josef Knecht

115. Aspectos históricos
josef knecht :

Muchas gracias, Jaume, por tu clarificadora respuesta del 17.04.2013. Con tus explicaciones se entiende mejor cuál es el objetivo de la investigación y cuáles son los márgenes concretos en que se mueve. Sin embargo, me permito insistir en la idea segunda de mi escrito del 15.04.2013, de la que tú discrepas diciendo que “acerca de la capacidad de Escrivá es difícil de argumentar con fundamento en un sentido u otro. Y al ser materia de apreciaciones personales, conduce muchas veces a discusiones ‘en vacío’”. Estoy de acuerdo en que es difícil de analizar hasta qué punto un sacerdote se ha servido del concepto de “entrega sacerdotal” para encubrir una vida mediocre y lograr cierto nivel de gloria humana que, en caso de haberse dedicado a la vida civil, no hubiera adquirido nunca. Es difícil, pero no imposible, pues hay procedimientos psicológicos que permiten analizar ese punto; el problema es que hay que tener esos conocimientos de la ciencia psicológica. Si tú, como a mí me pasa, no tienes esos conocimientos, es mejor que en tu investigación te abstengas de abordar esta cuestión, pero te pido que no descalifiques ese procedimiento de investigación...



No estoy de acuerdo con tu afirmación de que se trata de apreciaciones personales que conducen al vacío. Si se recurre a un análisis psicológico –y, por tanto, científico– del personaje, ya no se cae en apreciaciones personales. En tu cuarta entrega, por ejemplo, citas la biografía del profesor Ricardo García-Villoslada sobre Matín Lutero (también yo leí ese libro hace años); pues bien, García-Villoslada se atreve a analizar a fondo la psicología de Lutero para mejor entender y explicar las motivaciones de su actuación, y nadie lo acusó de que cayera “en el vacío”, sino todo lo contrario, pues, a la hora de emprender estudios biográficos, el recurso a la ciencia psicológica es muy conveniente, por no decir necesario. Volviendo a Josemaría Escrivá, estudios como los de Marcus Tank y los de Ramón Rosal Cortés ya se han adentrado en la mente del personaje y, por tanto, te pueden dar pistas para que las tengas en cuenta en tu trabajo de investigación.

 

Seguramente sabrás que en Opuslibros se ha comparado a veces a Josemaría Escrivá con el padre Marcel Maciel. Lo que empareja a esos dos personajes es precisamente que ambos, a pesar de diferencias notables entre ellos, tienen en común haberse amparado en el prestigioso concepto de “entrega sacerdotal” en orden a lograr una extraordinaria gloria humana que de otro modo jamás hubieran alcanzado. Escrivá consiguió con creces su objetivo, no así Maciel, aunque estuvo a punto de lograrlo. Podríamos añadir a esta lista negra un tercer nombre: la monja española sor María Gómez Valbuena, implicada en el grave caso de los bebés robados en la década de los años 80. No me negarás que los tres, precisamente porque en su obrar se ampararon bajo el prestigio de la “entrega”, merecen un estudio psicológico exhaustivo.

 

En mi escrito del 15.04.2013 te cité la monografía de Eugen Drewermann Clérigos. Psicograma de un ideal, la cual está basada en la amplia experiencia del autor que como psiquiatra atendió en su consulta a sacerdotes, religiosos y religiosas de lengua alemana durante varios años. Por tanto, él ha conocido con cercanía e intimidad muchos casos concretos, no tan espectaculares ni mediáticos como los tres mencionados en el párrafo anterior, en los que constató esa deformación que a veces se da en las personas supuestamente “entregadas”. Drewermann, lejos de caer en el vacío, tiene los pies bien apoyados sobre la tierra. Quienes caen en el vacío son, más bien, los hagiógrafos que pintan unas vidas santas carentes de fundamento psicológico. Con esto no quiero decir que la monografía de Drewermann sea la panacea; ese libro es en muchos puntos discutible y opinable (por ejemplo, en el empleo del método psicoanalítico); pero acierta de lleno en el hecho de que por primera vez se atreve a iniciar una línea de investigación cien por cien acertada. La noción de “entrega” puede a veces usarse por desgracia como “tapadera” de vida mediocre e incluso como “blindaje” de una falsa santidad (léase E.B.E., El Opus Dei como revelación divina, pp. 531-535), y esto es lo que Drewermann palpó en su rica experiencia de psiquiatra.

 

Permíteme ahora otra observación. Leyendo tu respuesta del 17.04.2013, me ha dado la impresión de que reduces la “entrega sacerdotal” al hecho de que un clérigo obedezca el nombramiento al que su obispo lo destina; por eso, te parece que Escrivá se portó mal cuando sólo mes y medio después de ser nombrado regente auxiliar de la parroquia de Perdiguera abandonara ese pueblo (1925). Te advierto, sin embargo, que la “entrega sacerdotal” es un concepto mucho más amplio; si lees la homilía que el Papa Francisco pronunció en la Misa Crismal del pasado Jueves Santo, apreciarás la grandeza de ese concepto, que no se limita al cumplimiento de un trámite, por importante que éste sea. Te hago esta advertencia porque, basándose en la amplitud del concepto de “entrega sacerdotal”, a los hagiógrafos de san Josemaría Escrivá no les plantea problemas su abandono de Perdiguera: el joven sacerdote hizo bien en marcharse a Zaragoza y a Madrid porque así se entregó a las manos de Dios para que Éste le hiciera ver mejor Su voluntad; en caso de haberse quedado en Perdiguera, la entrega sacerdotal de Escrivá se hubiera marchitado; el entonces arzobispo de Zaragoza no sabía –ni podía saber– que Dios había predestinado a Escrivá para fundar el Opus Dei en 1928, de manera que el joven sacerdote hizo bien abandonando Perdiguera a su debido tiempo. Algo parecido sucede con la hagiografía de san Francisco de Asís. Ninguno de sus biógrafos dice que, en el duro enfrentamiento con su padre, Francisco pecara contra el cuarto mandamiento; al contrario, aquel enfrentamiento asentó la vida de “entrega” de Francisco y lo dispuso para abandonarse en las manos de Dios. Y es que los hagiógrafos saben muy bien –y en esto no se equivocan– que la “entrega santa” no se reduce al cumplimiento de un trámite reglamentario.

 

La duda es, por tanto, la siguiente: ¿hizo bien Escrivá en abandonar Perdiguera en 1925 o no? Según los hagiógrafos, sí sin duda ninguna. Según tú, Jaume, no. Pero ¿por qué no, si la “entrega” no se limita al estricto cumplimiento de un trámite o de un canon del Código? Para demostrar que Escrivá obró mal en aquel momento de su vida, no basta con que cites el Código del año 1917, sino que has de adentrarte necesariamente en la psicología del personaje, como García-Villoslada hace en su estudio biográfico de Martín Lutero.

 

En definitiva, querido Jaume, estoy de acuerdo contigo cuando sostienes que Josemaría Escrivá se montó un “sacerdocio a su gusto” como Maciel, como la religiosa sor María Gómez y como algunos otros clérigos y religiosos que no han saltado a la fama; pero discrepo –parcialmente sólo– en cómo fundamentas tu tesis. Creo honradamente, aunque tal vez me pueda equivocar, que te apunto ideas bastante útiles para mejorar la calidad de tu trabajo, que desde luego no cae en el vacío, sino que tiene los pies bien apoyados en la tierra. Muchas gracias, Jaume, por tu trabajo de investigación y también por tu paciencia en soportarme.

 

Josef Knecht




Publicado el Friday, 26 April 2013



 
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