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 Tus escritos: XI. Feria de Abril con la Sharon Stone de Triana.- Pinsapo

010. Testimonios
pinsapo :

VIAJE DESDE GRAZALEMA A LAS PLAYAS DE CALAIS
Autor: Pinsapo


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I. Etapa feliz en el club “El Pinsapar” y otras aventuras

II. Que es lo que nos atrapa de esta web y música como método para sanar

III. Rápida y fácil entrada: así se las ponían a Fernando VII

IV. El centro de estudios como huída hacia adelante

V. Evocaciones de Almodóvar del Río y su castillo medieval.

VI. “Pasar-las canutas” en la etapa directiva: ver, oír y callar.

VII. El Numerario que besó a Claudia Schiffer

VIII.- Habemus Pampa: argentino, pero modesto   

IX.- Excursiones por el “camino” más peligroso del mundo.

X. A los cadáveres se le entierra piadosamente

 

 

XI.- Feria de Abril con la Sharon Stone de Triana.

 

 

Flamencas

 

Hay vida tras la salida. A diferencia de lo que ocurre tras una ruptura sentimental, al salir de la obra no existe un periodo de luto, porque ya se ha pasado antes, con el progresivo desmoronamiento de nuestro proyecto de vida y el enorme vacío que le sucede. Los dos años siguientes a mi marcha fueron de una vitalidad exultante, a la cual acompañaba una sensación de liberación desconocida. El retorcido nudo que aprisionaba mi espíritu y me angustiaba, se desenmarañó de un día para otro. Era un estado de ánimo primaveral, jubiloso, pascual por su sabor de resurrección. Cuando en Sevilla no para de llover en todo el invierno, como ha ocurrido este año, la cuaresma es un continuo vía crucis de negros nubarrones que continúa en Semana Santa, y la mayor penitencia que puede sufrir un sevillano es no poder procesionar por las calles con su Cristo y con su Virgen Dolorosa. Pero tras cargar con tan pesada cruz, al final los nubarrones se desvanecen y al llegar abril, sale un sol esplendoroso. Entonces es más intenso el azul del cielo de Sevilla, inundándose la ciudad de olores y colores. Huele a verde y a jazmín, por todos lados rezuma aroma de azahar y bálsamo de alegría…



Fue primaveral la felicidad que inundó mi alma al salir de la Obra, empujándome a una incesante actividad social, y me tiraba a la calle con mi nuevo grupo de amigos treintañeros para vivir lo que me perdí con veinte años, y cada fin de semana se sucedían variopintos planes al aire libre como barbacoas, capeas... y la mágica noche sevillana. No era otro el objetivo de nuestro relaciones públicas que el de contactar con el mayor grupo de chicas, no sin antes realizar el pertinente proceso de selección, pues todos teníamos claras nuestras prioridades, y una de ellas era que importaba más la calidad que la cantidad. No todos saben que la Feria de Abril de Sevilla fue idea de un vasco y un catalán, Ybarra y Bonaplata, quienes en 1846 solicitaron al alcalde, el conde de Montelirio, celebrar una feria anual de ganado que se ubicaría en la zona del Prado de San Sebastián, junto a la Real Fábrica de Tabacos, edificio del siglo XVIII que desde mediados del siglo XX pasó a ser sede de la Universidad. Se establece pronto un espacio para la diversión, editándose desde 1890 su cartel anunciador, y a partir de 1920 se asemeja a la actual: ciudad artificial y efímera de seis días donde se instalan casetas para divertimento general.

Justo hace 40 años la feria se trasladó a Los Remedios, que siempre fue una parte de Triana, en el mismo lugar donde acamparon en 1247 las tropas cristianas de Fernando III. Aunque la ciudad se divide en once distritos, pasa como con los mandamientos, que se resumen en dos: Sevilla y Triana. Aunque ambas se unieron por el fino cordón umbilical del puente de barcas construido por orden del Califa en 1171, antecesor del puente de Isabel II de 1852, siempre ha tenido pruritos de separatismo inconfesado, por lo que a la parroquia de la Señora Santa Ana de 1280 se le conoce como la Catedral de Triana, donde se venera a la Virgen de la Victoria, del antiguo convento de Los Remedios ante la que oraron los marineros supervivientes de Elcano tras dar la vuelta al mundo. Explica como nadie Antonio Burgos que el trianero es más orgulloso de lo suyo que el sevillano. Sevilla se miró en el río y salió ese sueño que llamaron Triana. Los pasos de Semana Santa en Sevilla, llevados armónicamente por sus hermanos costaleros, hacen que las imágenes de Cristo vayan caminando y las Dolorosas al son de las marchas procesionales. Los pasos del otro lado del río van “trianeando”, y los costaleros mecen a su Virgen de forma tan bella y acompasada que parece que nunca van a llegar a su templo, como cuando Curro Romero torea: parece que el tiempo se detiene.

La Feria es el escenario ideal para amoríos juveniles, pues allí desaparecen todas las postizas inhibiciones que nos impiden ser uno mismo. En el Real hay una riqueza tal de luz, color, movimiento y sonidos diversos que fascinan y llegan a aturdir; de forma casi idéntica a como la describió Bécquer a finales del siglo XIX: “Las horas más alegres de la feria son las de la mañana, se siente un aire fresco y vivificador que se aspira con deleite. Una inmensa multitud de gentes alegre y ruidosa, que van y vienen sin cesar ávidos de emociones; hay palmas y cantares; se toca, se come y se bebe; unos se sientan a la ronda para despachar la pitanza, otros se pasean, aquellos se requiebran, los de más allá riñen, presentando el conjunto más abigarrado y movible que pueda imaginarse. La feria de la tarde es la de la elegancia y del buen tono... Luego avanza la noche, se oye el ruido lento y acompasado de las palmas, la voz quejumbrosa y doliente del grupo de gente flamenca que cantan <lo hondo> sin acompañamiento de guitarra, graves y extasiados como sacerdotes de un culto abolido, que se reúnen en el silencio de la noche a cantar llorando como los judíos, super fluminem Babiloniae.”

Los hombres acuden en riguroso traje de chaqueta con corbata de alegres colores y las mujeres acuden con el deslumbrante traje de flamenca que realza de forma natural su feminidad. El de gitana o de flamenca es el traje típico de Sevilla, su antigüedad se remonta a la primera edición de la feria en 1847, donde acudían las mujeres de los tratantes, la mayoría campesinas o de etnia gitana, vestían cómodas batas de faena, a las que se les añadía dos o tres volantes que con el transcurrir de los tiempos se fueron convirtiendo en moda. Además de ser una prenda cómoda de llevar, realzaba el cuerpo femenino dándole un toque de sensualidad que no conseguían con otras ropas. Este hecho llamó tanto la atención que las clases de alta cuna comenzaron a copiar la indumentaria a partir de la Exposición Iberoamericana de 1929, cuando el traje de flamenca pasa a formar parte de la moda y su diseño va evolucionando y actualizándose cada temporada, sin perder comodidad ni vistosidad. La bata que surgió como "traje de feria" para faenar, se torna en mágica prenda sin distinción de clases ni edad, pues sirve para niñas, jóvenes o maduras, grandes y pequeñas, de familias acomodadas o humildes. La misma hechura del traje, el "cuerpo de guitarra", realza las cualidades de la mujer y disimula sus defectos: escote de pico, redondo o cuadrado, según las épocas, pelo recogido en moño para dar esbeltez al cuello, traje ceñido que se abre en las caderas y los volantes que imprimen al andar un aire más jacarandoso. El sensual traje gana en soltura y coquetería con collares, pendientes, mantones de Manila y flores en el pelo. Ya en los noventa el traje pierde volumen, se depuran las líneas, se baja el talle, se marca la silueta y se vuelve a los lunares y los colores lisos.

Cuando a los 30 se quiere recuperar el tiempo perdido de los 20 años, pueden darse disfunciones como la que me ocurrió con la primera mujer vestida de flamenca que acompañé paseándome hacia la feria por la calle Asunción, con un pelo igual de rubio y casi tan largo como Rapunzel, ya que tras comprometerme con ella para recogerla en su casa en República Argentina, torpe e inexperto le dije que, como iba apurado de tiempo, la esperaba en la portada. Su contestación no dejó lugar a dudas: “ni se te ocurra hacerme esto, tú vienes a por mi.” Nuestro animado grupo de amigos se las ingeniaba para quedar cada día de feria con un grupo diferente de amigas, para mayor ganancia en humanidad, y el segundo día nos tocó con el alegre grupo de otra joven y simpática rubia de gran belleza, conocida en los bares de San Jacinto como “la Sharon Stone de Triana”. Con ella me marqué osado mi primera sevillana con pocas nociones por mi parte, pero con una cara dura increíble, pues en realidad, aunque las sevillanas las bailen dos, siempre debe lucirse la mujer, y el hombre pasar lo mas desapercibido posible. Tal era mi euforia en mi primera feria, que pensaba que bailar sevillanas era cuestión de lanzarse al ritmo de la música, sin perder la intensa mirada de los ojos de tu flamenca y con una sonrisa de oreja a oreja. Y así bailaba con cada nueva amiga de feria, aunque me extrañaba que no quisieran repetir el baile como hacían con otros más avezados. Aunque siguió saliendo con nuestro grupo de amigos una temporada, tras ennoviarme dejé de verla, pero aprendí mucho de mi gran amiga trianera, su alegría, su tenacidad y su espíritu de lucha; que no son incompatibles con una fisonomía de infarto, rompiendo así el tópico sobre las cualidades a las rubias divinas.

Guillermo de Holanda y la argentina Máxima serán coronados reyes en Abril, como romántico recuerdo del flechazo que sintieron en la Feria de Sevilla de 1999, y cuando el príncipe la vio bailando sola con su traje de flamenca, sintió tal impacto y atracción que la invitó a bailar sevillanas, y como lo hacía torpemente, sin saber ella que era el heredero real, le dijo riéndose: ¡pareces de madera! Yo también besé por primera vez a la que luego fue mi mujer en otra feria de abril de aquellos años, tras mi torpe pero audaz baile por sevillanas, pues la atracción que sentí tras ese tupido pelo negro zaíno, al modo Pocahontas, fue debida a la enorme sonrisa que iluminaba su rostro permanentemente. De entre las virtudes que la adornan, destaca junto a su alegría un gran carácter, por lo que sus amigos me decían que había conseguido conquistarla con el temple del “hombre que susurraba a los caballos.” No diré como Jacinto Choza que existe una fórmula matemática por la que Dios premia a sus predilectos con mujeres estupendas, pues me recuerda a promesas de paraísos orientales, pero sí que la alegría es un don de Dios, y que quien tenga una mujer alegre a su lado, tendrá una buena vida. Por eso hoy recomiendo escuchar al dúo de la bella flamenca Malú y el onubense Carrasco (ver en Youtube):

Empezaron los problemas, se enganchó a la pena
se aferró a la soledad, ya no mira las estrellas
mira sus ojeras, cansada de pelear.
Olvidándose de todo, busca algún modo
de encontrar su libertad, el cerrojo que le aprieta
le pone cadenas, y nunca descansa en paz
y tu dignidad se a quedado esperando a que vuelvas

Que nadie calle tu verdad, que nadie te ahogue el corazón
que nadie te haga mas llorar, hundiéndote en silencio
que nadie te obligue a morir, cortando tus alas al volar
que vuelvan tus ganas de vivir...

En el túnel del espanto, todo se hace largo
cuando se iluminará, amarrado a su destino
va sin ser testigo de tu lento caminar
Tienen hambre sus latidos, pero son sumisos
y suenan a su compás, la alegría traicionera
le cierra la puerta, o se sienta en su sofá
y tu dignidad se ha quedado esperando a que vuelva

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Publicado el Wednesday, 17 April 2013



 
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