Impresiona escuchar al nuevo Papa Francisco. Impacta, llega, se le entiende. ¿Va a ser éste el nuevo revulsivo que la Iglesia necesitaba? ¡Una Iglesia pobre y para los pobres!  Los cimientos de los movimientos ultraconservadores, como los del Opus Dei, se estremecen. Los anillos se les estarán cayendo sin remedio. Aires nuevos, una liberación necesaria y anhelada, profundamente evangélica. La Iglesia parece que empieza a ser servida cómo Ella quiere y cómo debería haber sido siempre “servida”.

Si Escrivá levantara cabeza no dudaría en definirlo, otra vez, como una infiltración del demonio en el Vaticano. El fundador del Opus Dei se atribuía sin el menor rubor ni empacho la facultad de decidir qué era lo que la Iglesia necesitaba. Él decidía cómo la Iglesia debía ser servida y de paso hacerlo a su manera. Para la Iglesia, pero sin la Iglesia.

En sus escritos y monsergas expresaba vehemente la forma en que debía ser servida, él decía y decidía cómo se debía servir a la Iglesia. En contraposición, el Papa actual dice que la Iglesia es la que debe servir y no ser servida. Y literalmente dice que debe servir principalmente a los pobres.

Definitivamente el Espíritu Santo ha soplado en dirección contraria a los vientos Prelaticios. Su veleta indica claramente el camino a seguir. La pregunta es: ¿cómo adaptarán los opusimos a esta nueva realidad? Si es que realmente tienen intención alguna de adaptarse; sabemos que es harto difícil. Probablemente optarán por el discurso típico, aquello de que siempre han vivido la pobreza y se acomodan perfectamente al discurso de Papa… (no me imagino al Prelado, menos a su fundador en bus).

Falta demasiado por ver en todos los sentidos, aunque es innegable que los días del nuevo Pontificado prometen mucho. Habrá que ver cómo evoluciona y se concretan las buenas intenciones de Francisco. Habrá que ver cómo el sudor frío que corre por Villa Tevere se digiere y se concreta, no lo tienen claro ni tampoco fácil. Aunque en el fuero externo no cejarán de alabar y dar gracias a Dios por el nuevo Papa, intuyo que internamente se dotarán de más legitimidad –si cabe- para ser los salvadores de la deriva de la Iglesia de Cristo.

Finalmente y a modo de anécdota, me consta que en colegios de Fomento y similares, la administración dejó en la mesa de los profesores una botella de cava en la comida del miércoles pasado, supuestamente para celebrar la elección del nuevo Santo Padre. También me consta que en algunos centros se optó por dejar la botella intacta.

Saludos,

Manzano