La Historia sigue y se transforma cada día, al gran aire, en pleno sol, pero el Opus Dei sigue igual, regularmente y sin esfuerzo regurgitando... guiones! guiones, por Dios! para intentar regular la vida, domarla, enseñarla a ser niña dócil y ejemplar. Espectáculo patético y tan triste, el de la reducción de las mejores y más vibrantes ideas a modos de pensar y de vivir claustrofóbicos. Pero es cosa cíclica, nada de nuevo. No fear.

Me parece especialmente interesante en ese guión la referencia a “determinados eclesiásticos”, como ejemplo de personas “especialmente influenciables”, y al mismo tiempo la tentativa indecente de asimilarse a la Iglesia: “siempre ha habido fenómenos de crítica hacia la Iglesia y sus instituciones, al Papa, que ahora se manifiestan con los nuevos métodos o tecnologías”. Es hilarante: es que esos “métodos” y “tecnologías” son en realidad ya viejos: pero el Opus es un casi centenario que no supo envejecer con naturalidad, con fuerza y con gracia: la más indigna forma de avanzar en la vida.

Estos guiones constituyen, en mi opinión, la más seria prueba de que el Opus Dei funciona a golpes de consigna, de que no es en realidad un organismo vivo: porque le falta la unidad natural, la amabilidad y la espontaneidad de la vida libre de las conciencias.

Con la publicación de este documento, y con la certificación de la veracidad de lo que se publica en OpusLibros, fortalecida por la sentencia n. 00012/2013 del Juzgado de lo Mercantil n.10, de Madrid, queda claramente “confirmada” la existencia y la representatividad de los “lectores de Casa”: lo que, traducido del opus-deiés, significa gente del Opus Dei que sabe leer.

Carocha