Estimados todos,

Coincido plenamente con valoraciones como la de Dostoyevski y Desconcertado al artículo de Yago de la Cierva (YC). Este señor es un impresentable y debería presentar su dimisión en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz. Si yo fuera alumno suyo, me largaría ostensiblemente de sus clases para no volver nunca más.

Libero, Dionisio, Segundo y Josef Knecht dan a entender que YC estaría expresando la postura oficial del Opus al respecto. Parece una idea sensata, por varios motivos. Primero, porque por su cargo es inconcebible que publicara semejante bazofia sin autorización superior. Segundo, porque la renuncia de Benedicto XVI puede interpretarse en clave espiritual como la legitimación de “Dios no necesariamente quiere que yo siga aquí hasta que me muera”, algo que afecta a todos los cristianos, cada uno en sus circunstancias, y en particular a los del Opus en crisis, y a las autoridades del Opus no les interesa nada que cunda el “mal ejemplo”.

No he hablado con nadie del Opus acerca del tema, de modo que no he podido observar si la opinión de YC se ha confirmado de alguna manera en los medios de formación como postura “oficial”. No obstante, sí me he encontrado dos artículos de un sacerdote numerario que son plenamente respetuosos con el Papa (Un gesto humilde de fe, Una renuncia santa). Aunque no conozco personalmente a este sacerdote, sé que es un personaje notable y que ha tenido responsabilidades importantes en el pasado. Es más, el medio en el que publica estos artículos, que yo no conocía, resulta que acoge las firmas de otros insignes numerarios; tantos, tantos, que parece un medio oficioso del Opus. He ojeado otras contribuciones y todas parecen ir en la línea del mayor respeto, incluso admiración, por la decisión del Papa.

Entonces, ya no sé qué pensar: a) YC ha cometido a título personal la mayor torpeza de su vida (y las autoridades de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz deberían actuar en consecuencia, destituyéndolo de su cargo); b) YC ha actuado por encargo de sus superiores, pero hay prestigiosos opusinos que se atreven a desafiar el juicio condenatorio prelaturesco al Papa.

Cordialmente,

Daneel