Opuslibros - La 'barca' de E.B.E. Iglesia y Opus Dei.- Salvador

Salvador :

Este correo es a raíz del escrito de E.B.E de 11-12-03 titulado "La barca del Opus Dei". La interpretación que hago es totalmente personal y sin pretensiones técnicas de tipo teológico.

La Obra fundacional era un grupo carismático que pretendía vivir las exigencias evangélicas en y desde el mundo, desde una secularidad plena. Su mensaje profético era un "materialismo cristiano", un hacer realidad el Reino de Cristo en la sociedad desde sus entrañas.

Como todo movimiento carismático-profético fue percibido con sospechas y suspicacias por la Jerarquía, quien consideraba, y considera, que cualquier movimiento espiritual no nacido de ella es susceptible de herejía y debe someterse a su jurisdicción y tutela (aprobaciones, autorizaciones etc).

Escriva, quizas por miedo, o porque tenía una segunda naturaleza moldeada e idéntica a la de la Jerarquía, se fue adaptando a ese molde eclesiastico sin renunciar al carisma que había (decada de los 40 hasta mediados del 50). Luego, porque tenía esa segunda naturaleza primó el molde eclesiástico. Parece como si se juntasen el hambre con las ganas de comer porque profundizó y enriqueció el mismo modelo eclesiastico. Cuando alguien le pedía por el carisma original, progresivamente oscurecido, respondía: "el espíritu es el mismo". Y se pasó del "una familia no tiene estatutos" a un reglamentismo frenético.

Posiblemente cuando Escriva hablaba de la "barca", a su manera, pretendía conjugar tanto el aspecto carismático como el modelo/fe eclesiastico que usa la Jerarquía para concebir lo que es la Iglesia y como vivir la fe. Parece como si hubiera percibido que moviendose exactamente igual que él se podía conjugar ambos aspectos. Interpretación que hago como mera posibilidad.

Así, la "barca" - en el texto citado por E.B.E- es tanto la Obra como la Iglesia, porque la Obra no es más que una modalización (su carisma) dentro del modelo de la Iglesia concebido a la manera eclesiastica propia de la Jerarquía.

La Iglesia se ha entendido históricamente como el sumatorio de tres iglesias: el cuerpo místico de Cristo (iglesia a), la Jerarquía (iglesia b) y el Pueblo (iglesia c). Popularmente a veces se ha escindido; siendo frecuente identificar la Iglesia con la iglesia b. Actualmente otros identifican Iglesia con iglesia c. En rigor siempre se ha destacado que es Una porque el centro de gravedad es la iglesia a, su alma, su corazón, su realidad invisible.

Algunos dicen que una iglesia b y c, desprendida del centro vivificador (iglesia a) es una secta. Es una acusación recurrente, que se hace a los protestantes, anglicanos y otros.

Atendiendo a la praxis de la iglesia b siempre ha habido movimientos espiritualistas que defendían que nada más hubiera iglesia a y c con exclusión de la jerarquía.

La iglesia b, es decir la Jerarquía, ha seguido dos lineas: la profética-carismática (minoritaria) y la "eclesiastica" de modelo "eclesiastico- funcionarial" (mayoritaria) que ya concibió s. Agustín y que ha marcado a la iglesia latina.

Una frase tremenda de Agustín resume esa concepción: "yo no creería verdaderamente el Evangelio si la autoridad de la Iglesia Católica no me moviera a ello". Tan notable que cito el original: "ego vero Evangelio non crederem nisi me catholicae ecclessiae commoveret auctoritas" (que quiere decir que LO CRISTIANO ES LO ECLESIASTICO, que la "autoridad" última viene de la Tradición según la formula la Jerarquía).

Para este modelo o fe eclesiastico el fundamento de la fe es la revelación pero tal como ha sido reconocida y garantizada por la Jerarquía (que califican de Iglesia), pues Dios habla exclusivamente por conducto de ella.

Para este "creyente eclesiastico" lo primero, de hecho, es la Iglesia ("la barca") y solo a través de ella es Dios su fundamento. La separación de la iglesia (la "barca") produce el mismo efecto que la separación de Dios ya que la fe en Dios tiene realidad solo a través en la iglesia ("la barca"). La fe en la iglesia ("la barca") pone la libertad y la existencia en el marco de la iglesia ("la barca"); y en caso de conflicto con ella, solo ella decide. Por ello la iglesia/barca -de hecho entendida como iglesia b- está más allá de toda crítica, es invencible y no responsable de ilícitos.

La identificación de Opus y de Iglesia se hace desde esa coincidencia digamos agustiniana. La beatificación de Escriva tiene sentido visto así; como tiene sentido la defensa que desde el Opus se hace de tal identificación. Como también la crítica, por ejemplo, que hace Brian y London y, en general, todos los que aceptando lo que dice la Jerarquía -tipo eclesiastico- qué es la Iglesia y se oponen rotundamente.

El modelo de fe eclesiastica, se define por:

a).- una organización de poder humano (institucionalización, juridicismo) porque la soberanía de Dios ha de ser efectiva en el espacio y en el tiempo, lo que requiere de una institución visible con poderes. A cuanto pretende independencia frente a ella lo excluye, calificando tal pretensión de sublevación contra Dios. Por el contrario a cuantos con su singularidad, se reconoce a sí mismo parte de ella, lo acoge, abriendo los brazos de par en par (la libertad, sin anarquías, en la "barca").

Con la pretensión que Dios hablaba unicamente por conducto de la iglesia-jerarquía el Estado (cualquier poder, pero tambien el pueblo, los fieles) debe ponerse a disposición de la iglesia-jerarquía para imponer el cumplimiento de las exigencias de ésta.

b).- un modo de pensamiento totalizante. Su credo es la catolicidad, que aspira ser todo para todos. El modo de pensar es que todo cuanto esta dentro de las posibilidades humanas debe hallar su justificación, y a la vez, su orden, y, por tanto, su limitación. En el orden práctico todo tiene lugar dentro del todo: el monje retirado del mundo, el emperador gobierna el mundo, el celibato y el matrimonio, el comerciante-empresario y el orante, etc etc.

En el orden teórico se construye una geometría de la "complejidad de los opuestos" porque todo tiene cabida en ella pero su radicalidad solo consiste en la pretensión de vigencia de la autoridad eclesiastica misma. Los terceros siempre destacaran contradicciones insalvables y en ocasiones mala fe, en esa manera de pensar).

c).- el uso de la superstición mediante símbolos o cosas que representen un poder efectivo del "temor" y de la llave de "salvación". Fue doctrina de S. Agustín, por ejemplo, que el sacramento del bautismo obra ya en la criatura purificación, renacimiento y bienaventuranza (que no son alcanzados por quienes mueren sin ser bautizados) de manera que cargó con un concepto mágico de los sacramentos (una sobrevaloración y un alcance desorbitados) porque quien los administra es el elemento eclesiástico.

Todas las "barcas" cargan de superstición o magia signos y símbolos que tienen un alcance de significación menor o secundaria y lo hacen "principal", "inviolable" o "mágico".

Por último la iglesia c es el pueblo, los devotos los no eclesiásticos, a veces los monjes etc. El Vaticano II recordó que no podía identificarse la iglesia b con la Iglesia; acentuó el aspecto de iglesia c y alentó la concepción del "pueblo de Dios".

Ese modelo eclesiastico es un tipo de fe y también una mentalidad. El antiguo partido comunista tenía el mismo modelo (tipo de fe -de contenido ideologico- y mentalidad). La lectura de la novela de Jorge Semprun "autobiografía de Federico Sanchez" permite a un ex revivir el ambiente de la Obra. O como el jacobinismo francés, por poner un ejemplo en el campo democrático. Todos afirman que la realidad es una, que su representación es la que formulan quienes, en régimen de monopolio, la gestionan (el PC, el Estado francés etc) mediante una aplicación de premios y castigos. Fuera del aparato gestionador - la "barca"- no hay salvación: "extra eclessiam nulla salus". La clave, por tanto, es interpretar qué es la "barca", la "eclessiam".

Muchos aceptan la concepción histórica de la iglesia (a+b+c) pero no aceptan una jerarquia con "mentalidad y fe eclesiastica". Pienso que analizado así el tema de la "barca" se delimita un campo para un dialogo más fructífero. Recuerdo que, como no queriendo la cosa, comenté muerto Escrivá: "despues del fundador lo coherente sería que le sucediera un laico". La contestación, en la misma longitud de onda: "ah! no sabías que el espíritu laical lo tenemos todos?". Quizás ese sea uno de los "quid" de la cuestión: la aceptación o no del modelo-fe eclesiástico, la hagan los laicos o los clérigos.

Lo único constatable es que cualquier revelación, epifanía, cualquier carisma que surge de lo originario, de la espontaneidad de la vida cristiana la iglesia medieval (iglesia b) lo transformó en fuerza propia y, aunque acrecentó su valor, debilitó internamente tales carismas. Lo originario era equívoco hasta que la iglesia b lo asimilaba o lo exterminaba por heretico. En la época moderna todo debe proceder de la Jerarquía y de sus ordenes religiosas. Y esto es aplicable a todas las iglesias b sean del tipo que sean.

Todas las iglesias b han dejado de administrar la riqueza que fluía hacia ella y tienen que producir todo aquello que les falta. Lo constatable es que la retórica de todas la iglesias b es un ruido, palabras sin espiritu. Prosiguen su marcha al margen del ímpetu del acontecer secular y de la existencia individual; en definitiva, al margen de la vida y de la historia. El abismo entre el decir y el hacer "como si" y la realidad misma es verdaderamente alucinante. Hoy toda fe-modelo eclesiastico ("esas barcas") vive de una inercia maquinal, destinada a su eliminación. Y probablemente, añado, sea un designio del Espíritu.

Salvador

Publicado el Tuesday, 23 December 2003