Estimados Sres:

Días pasados un señor escribía en esta página afirmando que mas allá de las circunstancias del Opus Dei, lo importante era seguir viviendo el "espíritu".

Según la definición más común, el "espíritu" se considera una fuerza que nos alienta y nos impulsa a obrar en un sentido.

Pero si ese espíritu es malo o dañino (el demonio también es un espíritu), lo mejor es no hacer ninguna obra alentado por él.

El Opus Dei es una institución dañina, física, espiritual y psicológicamente, tanto para las personas que formaron parte como para las que por ingenuidad continúan acercándose a ella.

Su "espíritu peculiar" ha contribuido a la división de la Iglesia y a la decadencia de la práctica parroquial y religiosa en todos los países de América Latina y del resto del mundo.

Su modo de actuar es pragmático y totalmente pagano. Las prácticas religiosas en la institución se convierten en un ritualismo artificial y exagerado, una mera formalidad, sin ningún contenido. La única finalidad es evitar que las personas crezcan, piensen y se desarrollen en "espíritu y en verdad".

El Opus Dei es una institución mala, no una institución buena con algunos defectos (los defectos vendrían a ser sus miembros... porque la institución no los tiene...)

En cuanto a su único objetivo actual parece ser conseguir "meter" un Papa o, de mínima, algún par mas de Cardenales en puestos relevantes en la curia. Cuanto mas alto esté el Opus Dei mas decadencia habrá en la Iglesia.

No es que el Opus Dei no sepa el daño que provoca en tantas personas, lo que hace es ocultarlo, considerando esas "bajas" o "daños colaterales" como un costo razonable que se debe pagar.

La institución lo único que busca es mantener su imagen "impecable" de cara al exterior, en busca de ese poder que tanto ansía dentro de la Iglesia.

Creo que las personas que acercan a sus hijos o parientes a la institución deben ser conscientes del daño que provocarán en toda su familia y del mal que atraerán (pensando quizás que hacen un bien en su ingenuidad).

Soto