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 Correos: Se terminó.- Coplasuelta

115. Aspectos históricos
coplasuelta :

He madurado la idea de que la cosa está impregnada por un lunático que creía fundar algo superior, definitivo, anclado de la verdadera vida de los primeros cristianos y en la verdadera interpretación del Evangelio, la Revelación y los Planes de Dios. Le había tocado comenzar, de nuevo, la evangelización, tras siglos de una Iglesia desvariando en carismas cerrados, limitados, pobres y sin sentido para la mayoría de los católicos. En un delirio de estupidez, pretendió refundar la Iglesia, desvelar la auténtica desviación, más allá de la herejía. Simplemente era el resultado de la evolución de la naturaleza humana para soportar de una forma completa y acabada la pretensión de Dios en la Redención.

                Era algo abierto, genérico, una misión global, universal, completa, definitiva. Es por eso que se fue fundando y refundando, rehaciendo y deshaciendo. A base de golpes y de intuiciones. Durante décadas, todo lo parecía dar la razón: la Iglesia era un nido de todos los enemigos de Dios y, además, comenzaba a tener una crisis profunda de identidad, perdiendo vocaciones, revisando todo lo anterior sin respeto a nada. Se vio confirmado no en su diagnóstico, que muchos han hecho con más lealtad y más santidad, y por eso su intuición de esa llamada fue creciendo hacía la reforma de toda la Iglesia...



Pronto se dio cuenta de que esa llamada no podía seguir los cauces habituales de la moral blanda y débil de las corrientes dominadas por las espiritualidades religiosas. La Iglesia tenía que ser reformada sin atender a ninguna tradición espiritual, tenía que ser refundada desde una nueva espiritualidad. Lo único que respondía a esa naturaleza de incontaminada y de novedad eran las tradiciones laicales que habían vivido la verdadera fe fuera de la Iglesia católica. Quienes habían soportado con toda valentía los poderes de este mundo no estaban en la Iglesia. Empezó a admirar las tradiciones no eclesiales anglosajonas, herederas del protestantismo. Empezó a desarrollar su carisma como una multinacional americana y vio como esas empresas se basaban en criterios morales simples, en una ética basada en el trabajo, en la ética del éxito, copiando sus métodos de gestión que todos conocemos.

Otra tradición que le dio pie para pensar que Dios le pedía ser el fundador de la Iglesia verdadera, fue la forma de actuar de otros laicos, más listos que los clérigos y religiosos. Percibió, como los movimientos protestantes anglosajones, que el socialismo tenía una forma de actuar basada en la misma ética del éxito con una estricta moral personal en sus militantes. Estableció con ello todas las formas de control sectario que realizan los partidos con sus militantes. No sólo en despersonalizarlos, sino en crear cuadros que se usan y se tiran al antojo de la estrategia de la nomenclatura.

Mucho del caos que se vive en la Prelatura es que las personas desconocemos, primero, que la organización, la multinacional, es lo primero. En cada país, en cada sector, en cada familia, hay que conseguir la venta del producto sea como sea y haciendo lo que sea. La moral del éxito a cualquier precio, porque todo tiene un precio. Además, conseguida la venta del producto, uno se queda en ese país, en ese sector, o en cada familia, se quedan para usar a las personas para la perpetuación de la multinacional y poder llegar a dominar el mundo, ese Cristo cabeza de todas las actividades, que vio con tanta lucidez. Yo estaba, si se ve al fundador de espaldas, de frente a Cristo, a mano derecha de él, en la vigésimo segunda fila, esperando en una silla a ir al cuarto de baño.

Ese dominio supone utilizar a los miembros para mantener la estructura de arriba abajo, llegando al poder social de cualquier manera y a cualquier precio. Todos menos los que no sirven para mantener la estructura o para dominar el mundo en alguna parcela. De esos de encarga el resto de la Iglesia, otros carismas, o son arrojados a la soledad del Mundo sin son validos pero traidores.

La formación es, entonces, sólo para mantener la estructura. Se persigue la santificación del trabajo, como el comunista la liberación de la clase proletaria o los masones sabe Dios qué. Al final, la formación es de militante, de entre ellos, se sacan los cuadros, y según los dones naturales y la biografía, se colocan en la sociedad dónde el dinero y el poder se jueguen. Como cualquier ideología, no importa nada más. Tras la toma del poder, llegará el Paraíso en la Tierra.

Cómo no se convence por las realizaciones, porque son un desastre de contradicciones y de inmoralidades, como le ha pasado al socialismo, sólo queda volver a insistir en los enemigos. El socialismo tiene una vergonzosa y terrorífica estela en la Historia, pero su coartada moral sigue siendo que el resto es aún peor. La cosa empezó a sentir que los enemigos, todos los demás, estaban tan metidos que la vuelta del calcetín se retrasaría sine die y que era necesario aceptar una labor más callada y conspiradora. Las campanadas son la manifestación ante las deserciones y ante la necesidad de cerrarse en banda, redoblando su necesidad de ser más inmorales que nunca y más secta que jamás podría haber pensado. La situación de la Iglesia era una mala escusa: otros muchos mantuvieron la paz y la serenidad en la voluntad de Dios y ahora son ejemplo de vida.

A la vuelta de la esquina, por arte de magia, la crisis de la Iglesia, de sus vocaciones y presencia en el mundo, deja de ser el ancho campo de la realización de la revelación total y pasa a ser una experiencia propia: las vocaciones, como en los despreciados carismas religiosos pasan a ser tan escasas como en ellas y el rastro en la personalidad de los miembros es tan terrible como lo que se creían haber superado. Además, para su contradicción, la manifestación de Dios hace promover carismas que son religiosos, consagrados y hasta laicales. En un momento un sacerdote indigno puede montar la misma estructura en la mitad de tiempo y sin tantas lecturas sobrenaturales. Y eso redobla su sectarismo y su memez. Dejan la obra todos y cada uno de aquellos que saben cuanto de mentira es todo lo aprendido y por dejar de soportar la doble vida con Dios personal y la del dios oficial.

En este momento a saber dónde acaban y como acaba. El fracaso no es sólo temporal. Hay instituciones que se han pasado décadas sin vocaciones y ahora tienen entradas cada fin de semana. Hay sacerdotes que, sólo ellos, han hecho más bien y han llevado a Dios a más gente que esta multinacional súper organizada y con atajos morales hasta para comprar el agua. Hay religiosos que, llevados por Dios, han fundado nuevos carismas religiosos y consagrados, sin tener en cuenta la nueva refundación pendiente de la cosa que es pero no es, sube pero bajando, baja pero columpiando y se muere sin matar.

Por eso ahora, lejos del mundo, ven que la mayoría de las vocaciones que perseveran, no sin dolor y traiciones, son las sacerdotales, que han filtrado, con su vocación sacramental, las barbaridades de esa vocación laical. Sus sacerdotes diocesanos, curtidos en parroquias y diócesis, han tenido que hacer de pastores y no podían ser lobos siempre, como su nomenclatura de laicos. Ahora mueven todos sus peones para acompañar a esas vocaciones diocesanas, tiran puentes con cardenales y obispos, llenan colegios, universidades y parroquias con sus miembros, volviendo a la Iglesia que desprecian de forma fundacional. Entran en ellas sin que les toquen. La dirección espiritual y la formación, fuera. Va a las instituciones de la Iglesia a medrar y hacerse con vocaciones. Otra estrategia, preñada de tácticas, que será en un fracaso en una generación.

En el camino se alían con todo descerebrado que no tiene otro motivo que recuperar los valores tradicionales de antes de Concilio. Y donde entran, dónde no hay sacerdotes u obispos con personalidad, corrompen con su vida la vida de otros. Nunca he asistido a acosos laborales, psicológicos, físicos y morales más duros y crueles que esos laicos de la cosa contra laicos que no son de la cosa. Jamás, en empresa alguna, he visto organizar esas persecuciones con tanta traición y maldad. Las enfermedades mentales dentro de las organizaciones tóxicas tienen una salida más o menos traumática. La transmisión de esa toxicidad a otras empresas es muy difícil. En la Iglesia, parroquias, conventos, colegios, universidades y cualquier iniciativa en la que la nomenclatura gerontocracia ponga el ojo, acaba siendo un nido de divisiones, primero, y de persecución sistemática hasta conseguir meter a liderar al prelaturo de turno. Meten a 10 para conseguir meter a 1 y ese 1 deja la cosa o se viste con la piel de Diablo. Objetivamente son, en todo, lo peor de lo peor, en la mayoría de los casos y, siempre, santos y santas de Dios se marginan para poner a estos acólitos sectarios que no les llegan a las suelas de los zapatos.

Esta es la segunda fase. En muchos lugares y de diversas formas, están entrando en crisis como lo han hecho en ese mundo que tanto aman. Frente a ellos no hay ira, rencor, venganza. Hay paciencia, entrega escondida, caridad, imitación a Cristo en lo mejor de su corazón y dentro de la Iglesia están a gusto porque no hay atajos morales, estrategias o tácticas para librarse de ellos. Se creen que son tontos y bobos. Son sólo hijos de Dios. Esto durará lo que dure la vida de una generación, como en la prelatura, y como en todo, se disolverá en el mar de la indiferencia y la compasión. En el mundo son la risa y el esperpento. En la Iglesia los pesados que, tocados de por vida, abrasan las vidas de sacerdotes santos con tanta superficialidad y falsedad de vida. Abrasan abriendo caminos de santidad no en sus vidas sino en los que las soportan. Y tenemos que digerir esa nueva estrategia "pon a un prelaturo en tu vida"

La prelatura es un cuento chino y sólo responde a la tremenda crisis en la que se ha metido la Iglesia y de la que sale a duras penas. El recorrido de otros carismas por encontrar la voluntad de Dios, está siendo complicado pero cierto, seguro y con realizaciones, con frutos verdaderos pero lento, como lenta es la vida. El de la cosa va a ser difícil de sanar: no hay carisma al que volver y al que referenciarse. No existe. Por eso estoy convencido de que, como se han dado casos de líderes y sectas, partidos y cuadros, de todos los tipos y colores, la Iglesia no pudo quedarse al margen de que lobos quieran hacer su agosto con las ovejas. Otros lo han intentado con las clases sociales, con la raza, la nación, o lo que tocará. A nosotros nos ha tocado, como sociedad, soportar revisiones socialistas, revisiones nacionalistas, revisiones de la verdadera Fe, fundamentalismo puro, como a la Humanidad.

Nos queda que ni todo lo anterior era despreciable, que el presente ha seguido su curso a pesar de todo, que se ha reafirmado lo bueno, y que el futuro queda tan abierto, que no hay paraíso posible, como para que esto se disuelva como parte de la pesadilla del siglo XX. Cómo no podemos oponer una solución definitiva a todos los males, tendemos a creer que nos falta algo, que estos sectarios tienen organización y medios, claros los fines, y determinados objetivos. Sólo hay que tener dirección espiritual dos meses para saber que nuestras vidas dependen de Dios y que todo ese mal que vemos es la distancia en la que nos separamos de Él. Las componendas, el pretender que unos pocos sometan a todos para que se cumpla la verdadera voluntad de Dios, es desconocer la Revelación completada en Jesucristo y trasmitida por la Iglesia. De una forma o de otra, tenemos que aceptar que haya hermanos nuestros que, sabiendas y de forma deliberada, hagan de la Iglesia al campo de sus banderías. La diferencia entre una época y otra es que Dios ha suscitado, a la vez, formas de vida coherentes y magnificas para poder ser felices y santos aquí y por la Eternidad. No sobran pecadores, faltan quienes dan razón del Cielo con sus vidas entregadas.

Lo siento prelaturos, no sois vosotros los elegidos. Y lo siento de veras por la cantidad de horas que echáis y de chorradas que os hacen hacer. Lo siento porque muchos sois buena gente, da gusto estar con mucho de vosotros, porque, en privado, tenéis los mismos problemas y nos ayudamos mutuamente. Me da pena, porque, al final, la familia de sangre es más que la otra, muchas veces y lo sabéis reconocer. Me da pena porque os sentís queridos y acompañados por nosotros. Nos dejamos usar, manipular, engañar pero porque primer es la persona y os dais cuenta, al final, cuando os decimos que por ahí no se va, que siempre hemos esperado gasta el final para decirlo, sin juzgaros y prejuzgaros. Vemos a Cristo en vosotros como al resto de la Humanidad y vuestro sincero deseo de hacer lo que Dios quiere. Tenéis que reconocer, también, que no se puede ser tan pesado, tan superficial, tan simplón, tan poco maduro en la vida y en la Fe. No se trata de dejar la cosa, si no es absolutamente necesario, sino el cumplir la voluntad de Dios. Si me pusiera a hacer todas las chorradas que he oído en las homilías, estaría vestido con un poncho malla, recuperando el amazonas, poniendo velas en cada esquina aromaticas, envuelto en la bandera de mi país, para tomar el Parlamento, matando a los abortistas o abrazando a las feministas, llevaría como ofrendas mis aperos de trabaja a misa mientra se oía el rodillazo en todo el Templo, sin perder la estampa de Pio X en la solapa y la camiseta e Che Guevara. Y aquí estoy. Me dejo abrazar como si fuera la primera vez por el progre, soporto los dos besos de los neocatecumenales, la irritante pretensión del tradicionalista y sus himnos de su país en el móvil y a vosotros, uniformados, con ese aíre de querer salvarme y ese forma pontifical de hablar de la santidad. Dejarlo pasar y esperar, como el resto de católicos a que Dios quiera suscitar entre nosotros lo que quiera y cuando quiera. Es Él quien decide cómo y cuándo. Siempre. Sé que no me queréis, que soy sólo un peón que tengo que estar a favor o en contra de vosotros. Que le voy a hacer. El tufo de todos los grupos a fariseos es ya la colonia de moda.




Publicado el Friday, 18 January 2013



 
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