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 Correos: El grano de arena (VI).- Ponciopilatos

010. Testimonios
ponciopilatos :

El grano de arena (VI)

Visto lo visto y vivido lo vivido, decidimos, con mi marido, actuar a nivel legal y eclesiástico. Así fue como nos reunimos en Madrid un grupo de padres afectados por problemas similares con el Opus y visitamos al Nuncio de la Santa Sede en España. Cada familia contó su historia, a cual más maquiavélica, de modo que algunas de ellas parecían sacadas de una película de ciencia ficción. El nuncio quedó impresionado. Me consta que llamó al consiliario en España.  No sabemos cómo pero dos de los hijos de las familias allí reunidas, dejaron la Obra. De esto hará ya más de un año. Algo debió moverse...



Más adelante me personé en Diego de León portando tres rosas rojas que representaban a mis tres hijos, para acudir a una cita con el Vicario de España que previamente había pedido. Me guiaron a una sala con luz tenue, muebles antiguos – supongo que provenientes de herencias – que, en conjunto, daban la sensación de estar en un lugar tenebroso y secreto.

La conversación fue, por mi parte, totalmente diáfana, pero por parte del Vicario fue imprecisa y llena de divagaciones y ante las evidencias de lo que yo le contaba, se le veía nervioso e inseguro, casi a punto de pedirme que me marchara. Alargué la conversación para que él se enterara de todo lo que había pasado en estos tres últimos años. No se trataba de exponerle algo que había llegado a mí a través de terceras personas. Se trataba de explicarle cada uno de los hechos que había vivido en primerísima persona y de los que le estaba, claramente, pidiendo explicaciones y hasta responsabilidades. Todo un Vicario de la región de España no supo darme ninguna justificación ni explicación. La conversación fue grabada en su totalidad y está ahora en poder de un jurista encargado del caso. En la entrevista estuvo presente un testigo que pedí que asistiera; éste permaneció mudo durante toda la entrevista.

No quedando satisfecha con los resultados obtenidos, nos fuimos con mi esposo a denunciar este conjunto de hechos, personalmente, al Nuncio del Vaticano representante en el Consejo de Europa. Nos escuchó con gran atención y nos preguntó un sinfín de detalles. Ante nuestra exposición su respuesta fue: “señora, tiene usted toda la razón pero si piensa en positivo verá como su hijo no está de momento ni drogado ni debajo de un puente". Nos invitó a la celebración de la Sta. Misa, concluida la cual nos obsequió con un sobrio aperitivo. El nuncio sigue los acontecimientos posteriores a este primer encuentro ya que hemos acudido a él en varias ocasiones. Cada vez nos pregunta por la situación de nuestro hijo.

Además de estas visitas, junto con mi esposo, hemos hablado con diversas autoridades eclesiásticas de nuestra diócesis, las cuales coinciden en la actitud no cristiana de los hechos, remitiéndose a las palabras de Jesucristo: “por sus pobras los conoceréis”.

Hormiguita, gracias por tu comentario. Con el corazón abierto me pregunto ¿por qué los numerarios casi nunca preguntan a sus madres ni hablan con ellas? He leído la mayor parte de tus escritos y estoy muy de acuerdo contigo. ¿Qué resorte habría que pulsar para que un numerario tuviera este deseo de hablar con su madre?

Tú tienes mucha experiencia, por ello me atrevo a pedirte esta ayuda. Seguro que en tu salida pudiste disfrutar de la compañía de tu madre. Ojalá llegue este día para nosotros. Las madres amamos siempre, aunque a menudo no comprendamos.

Ponciopilatos
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Publicado el Wednesday, 09 January 2013



 
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