Querido Jiménez:

Muchas gracias por el piropo que me echas en Opuslibros. Al parecer mis escritos son de lo mejor que se registra en esa página. También yo te felicito ¡Qué buen gusto tienes!

No soy tan antiguo como Antonio Pérez o Paniker. Empecé en los cincuenta en calidad de joven inexperto y más despistado que un pulpo en un garaje. Nada apto para cargos de gobierno. Nunca me llamaron para ocuparlos. Y hacían bien. Demasiado anárquico. Eso sí, traté bastante al fundador. ¿Superficialmente? Pues sí. Nadie lo conoció a fondo. Como expuso Jacinto Choza, se ocultaba tras su propia imagen.  Si algo inédito de Escrivá se me viene a la cabeza curiosamente es cuando escribo o reflexiono sobre cosas abstractas. Es entonces cuando enlazo lo abstracto con hechos concretos.

Antonio Pérez y Paniker —diría yo en su descargo— propiamente no optaron por irse a la tumba sin explicar las contradicciones que vieron en la Obra y en Escrivá. No podían aportar ni pruebas ni documentos ni aval alguno. Echa un vistazo a lo que escribe Doserra sobre las dificultades de Carmen Tapia para conseguir un triste certificado de estudios. Donde se acaban poniendo de relieve las contradicciones institucionales del Opus Dei es en Opuslibros. Es aquí donde han ido apareciendo  los estatutos de 1950 y los de 1982. Recientemente los de 1941,  sumamente interesantes. Sólo eso vale más que todos los Panikers y Antonios Pérez juntos. Añádele, además, las “Experiencias sobre el modo de llevar charlas fraternas”, otros documentos significativos y un montón de testimonios valiosos. También es en Opuslibros donde aparecen mejor retratados los rasgos psíquicos del fundador. Las piezas del puzle van encajando gracias a esos testimonios y escritos que aparecen un día y otro en Opuslibros.

Tengo entendido que circulabas por el Opus en los años ochenta. Tú también comienzas a ser histórico. Son años interesantes. Te animo a escribir más. No te prodigas.

Un fuerte abrazo

Gervasio

PD: A mí también me resulta fuera de lugar que se preste tanta atención a aspectos y temas del Antiguo Testamento. El bolero de Ravel es nada comparado con las reiteraciones veterotestamentarias que padecemos. Añade que lo toca una banda de pueblo en vez de una gran orquesta. Siempre suena el mismo instrumento y con idéntico timbre. El mismo tema una vez y otra y otra y otra.