Pareciera por momentos que las discusiones por temas de fé y creencias se apoderan indebidamente de esta página y nos olvidamos del tema que nos une: el opusdei. Pero pensándolo comprendo que ésta es nuestra realidad y -para bien o para mal- estas discusiones son el reflejo de los frutos del opusdei entre nosotros.

Para mí es muy significativo que esta institución tome personas, principalmente menores de edad, de entre familias católicas (y mejor de tradición católica), personas de fé, buenos sentimientos y gran generosidad y, después de un tiempo, logre debilitar hasta a los más firmes. El resultado es revelador: gran parte de estas personas tras el paso por la institución abandonaron la fe que tenían antes de su paso por ella o al menos quedó más fría que antes de la experiencia opusdei...

Gracias Armando por contarnos tu vivencia; me ha hecho pensar… Yo he de decir que salí con tal sentimiento de culpabilidad del opusdei que seguí haciendo el plan de vida por una buena temporada –años…- hasta que poco a poco dejé prácticamente todo; así nomás, uno se enfría… Pasaron algunos años y algo sucedió; podría decirse que un proceso de reflexión o una inspiración divina (¿será lo mismo?), decidí practicar mi fé de una forma más reflexiva.

Me llama la atención como unos y otros –aquí y en otros foros- tratan de convencer de la propia verdad –ciertamente pequeñísima verdad- que logramos poseer. ¿Acaso somos más inteligentes que aquellos que nos rebaten?, ¿Acaso somos más inteligentes que todos los que nos han precedido en la historia?, ¿Acaso eran, o son, todos tontos de capirote? Lo que nosotros alcanzamos a entrever con nuestra inteligencia seguramente no es nada y menos que nada. Se cumple ciertamente aquello: “Mientras más conozcamos más evidente será nuestra ignorancia. Y si no fuera así, señal de que aún no conocemos….”. Que si Adán y Eva fueron una pareja o una comunidad…, nadie lo puede saber; y si lo fué, ¿qué importa? Lo importante es saber que Dios intervino en cierto momento en la historia humana y nos dio algo que antes no teníamos. ¿El pecado original fue de uno o de un grupo? Eso solo Dios lo sabe y esperemos que algún día -en el más allá- conozcamos la verdad para saciar nuestra curiosidad. Y si la ciencia, la filosofía o la teología -o algún inspirado- en el futuro lo descubren, pues mejor, que para eso están, y ciertamente será importante saberlo.

Creo que ser cristiano –tomar a Jesús como Dios- es algo que de alguna manera confundimos con la iglesia y sus representantes (incluso con nosotros mismos: no creemos, luego la Iglesia es un invento…). Para muchos de nosotros ser cristianos y practicar la fé ya viene de alguna manera en nuestros genes, lo mamamos y crecimos con ello; salimos a la calle y vemos iglesias, procesiones, vaticano, catecismos, papas…, y toda una historia que lo respalda. Yo he procurado hacer un ejercicio que me ha servido: me olvido de la iglesia, me olvido de las enseñanzas de mis padres, de abuelos e innumerables ancestros que fueron cristianos. Me olvido de cómo han intentado en la historia ver, explicar y tratar a Jesús. Dejo de ser cristiano y me ubico frente a Él, frente a Jesús-Hombre – ¡que se dice Dios!- y que me pide que crea en Él…, así nomás, de golpe (y sin anestesia, como alguien acotaba últimamente por aquí).

Y me doy cuenta que creer en Él es una locura; me gusta lo que predica y si no fuera por algunos milagros, lo tomaría como una gran hombre más en la historia… Pero ¿creer de verdad que Él es Dios…? Ahí está la fuerza de los primeros cristianos, incluidos los apóstoles: su fé no fue de herencia y tradición. Se enfrentaron a algo nuevo y lo eligieron. Fue elección porque no era evidente; tan no era evidente su Ser-Dios que terminó en la cruz.

Comprendo que ser cristiano es una decisión, que no hay argumentos finales: es solo decidir creer. La Iglesia, la ciencia, la filosofía, la historia podrán explicar algo, pero finalmente el punto es creer que una persona que vivió hace 2000 años era Dios, y si lo era, que aún está entre nosotros… Así nomás.

Hace algunos días escuché una idea que me gustó: “Prefiero creer en un Dios que no existe a no creer en un Dios que sí existe”. Este es el punto ante el cual estamos solos, absolutamente solos en nuestra decisión; creer no es por evidencia o por herencia (que ciertamente ayuda) sino porque se nos da la gana creer, porque decidimos creer. La fé, por definición siempre tendrá algo de duda, por eso se llama fé, y por eso es una decisión. Si fuera certeza, simplemente sería locura no creer, tan locura como sostener que el aire no existe o “decidir” que sí existe.

Por mi parte, me parece perfectamente respetable que alguien no crea y busque argumentos que prueben la no existencia de Dios; mientras nadie lo demuestre, toda esa búsqueda no pasará de opiniones personales perfectamente respetables. En cuanto a argumentar que la Iglesia ha fallado, inventado, cambiado, engañado -mucho o poco- con el paso del tiempo no requiere de ninguna demostración; parece que es evidente que lo fué antes y lo es ahora: tan evidente como que la Iglesia somos los que creemos y seguramente no podemos jactarnos de ser ejemplo; al menos yo no. Creer así en Jesús es radical, y el problema eclesial, el humano o el de la búsqueda de la verdad se enfrentan de una manera muy distinta

Alguien me hizo ver en algún momento: “Si alguien pierde la fé por escándalos eclesiales, argumentos científicos (o experiencia opusdei), es señal de que nunca la tuvo en verdad…” ¿Será? Si alguno nunca la tuvo -o la perdió- posiblemente está en el punto -si lo desea- de buscarla de nuevo y no necesariamente perderse de la oportunidad maravillosa de creer. Pienso -con lo poco que conozco- que bien se merece esta vida la oportunidad de vivirse creyendo, ya que el siguiente paso de tener fé es la Esperanza, que es lo que le da sentido a todo este caos…

Bueno será enfrentarnos a nosotros mismos e investigar qué es eso que llamamos ser cristianos, qué es para nosotros creer en Jesús. He de decir que yo he decidido creer a pesar de que este mundo que nos rodea nos aturde y nos grita que no es así. Y esta decisión -que definitivamente hay que renovarla todos los días- me ha hecho la persona más feliz sobre la tierra.

Reflexiones de un día cualquiera…

Un abrazo, Sancho1964