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 Correos: Respuestas a diversos participantes de la web.- Daniel_M

900. Sin clasificar
Daniel_M :

Con sorpresa descubro que varios contertulios de opuslibros se han dedicado este fin de semana a criticarme por mi respuesta a los comentarios de Agustina, que puso al final de mi escrito del lunes 22 de octubre. Por alusiones contesto a cada uno:

El cuerpo central del escrito de Armando consta de dos párrafos. En el primero se limita a descalificar. En el segundo, propone censurar la opinión que no le gusta. Con eso demuestra su incomprensión de lo que es la libertad de expresión, y por extensión, lo que significa vivir en un estado democrático de derecho. Con estos mimbres, cualquier cesto se deshace...



Mabel dice porque no me lee… y no hace otra cosa que descalificar. Cuando menciona algo respecto a mi respuesta a Agustina, incurre en más descalificaciones. Sin comentarios.

Copla suelta. Me ha gustado tu opinión. Es interesante, al contrario de las precedentes. Estoy de acuerdo con lo que dices respecto a cómo salen tantos ex- del Opus.

Para dejarlo claro. Mi respuesta a Lapizla pretendió ser un testimonio opuesto al suyo. ¿Por qué? Porque uno se acuerda del pensamiento opus sobre los que no perseveraban. Aquello de “la corrupción de lo óptimo, es lo pésimo” en relación al seguimiento de Cristo. El testimonio de Lapizla parecía una prueba que parecía confirmar dicho pensamiento. Sin duda, su autora no pretendía que tuviera ese efecto de prueba. Pero se desprendía de su lectura. Bastaba asociar lo que se decía en el Opus con dicho escrito y parecía confirmarse la doctrina opus. Cualquier cristiano que conociera un poco al Opus, que leyera esta web, podía pensarlo así y se me ocurrió que con mi testimonio, podía aportar una “prueba” de signo distinto a dicha doctrina. Quería probar que ese pretendido axioma sobre los que dejan el Opus, no es cierto, que no se cumple matemáticamente. Nada más.

Ex-apéndice. De erudito no tengo nada. No necesito de ningún falso halago, ni caigo en esa vanidad. Yo no he atacado a Agustina. He respondido a una intervención de ella que constituía un verdadero ataque a un derecho personal: el derecho a mi libertad de expresión.

Ella intervino sin que nadie se lo pidiera, en un “dialogo” entre dos adultos. Su intervención estuvo fuera de lugar, con argumentos errados; pero lo peor, es que trató de censurarme. Así que le critiqué que lo hiciera. La medida de la molestia que puedas detectar en mis frases es la que ella generó por su censura. ¿Ves ahora los dos puntos de vista o te quedas sólo en uno?

Lo siento si a alguien le fastidia, pero soy demócrata. Y la censura es incompatible con la democracia. Intenta comprender que me indignase la intervención de Agustina. Por cierto, y si eres imparcial, ¿podrías pedirle a ella que se disculpara por haber querido censurarme? ¿A qué no?

Conozco perfectamente lo que significa el concepto de “libertad de expresión” y “derecho al honor”. Y como es interpretado por los tribunales. Nada de lo dicho en mis escritos atenta contra dichos conceptos, ni los preceptos legales que los regulan, ni la jurisprudencia. Así que no tenía –ni tiene- ninguna justificación su intento de censura.

Don Ramón, expone en su escrito un elevado número de preguntas. Cada una de ellas exigiría una extensa réplica y aquí no hay espacio suficiente para tal tarea monumental. Permítame una crítica formal. Normalmente, quien mucho pregunta, no está realmente deseando saber la opinión del otro. Lo que hace es construir una argumentación que cae en un error: creer que por la acumulación ingente de preguntas, que se piensa que el otro no podría replicar, se dispone de muchos argumentos a favor.

No me parece lógico razonar a partir de lo que usted supone que yo pienso. Tal cómo hace al comienzo del párrafo sexto de su escrito. Lo correcto es razonar sobre lo que yo haya dicho. Usted prescinde de lo que digo, para argumentar en base a una interpretación deformada de lo que digo.

Me gustaría que fuera objetivo en sus observaciones. Por ejemplo, el “sano escepticismo” del escrito de Lapizla. A ver, dicho escrito no es más que una narración donde, de forma sencilla, natural y con cierta ironía, manifiesta en diversos momentos su desprecio hacia la Iglesia Católica. Donde usted ve “sano escepticismo” yo veo desprecio.

Usted alude a que Agustina puede reconvenirme. Si, pero depende. Depende del cómo. Lo que no puede es censurarme porque no le guste mi opinión. No se matan moscas a cañonazos.

Don Ramón, la justicia suele ser representada mediante la figura de una mujer, que tapados los ojos, sostiene una balanza con dos platillos. Creo que hay que valorar –pesar- objetivamente cada uno de ellos. No sólo uno. Y usted se centra exclusivamente en “mi platillo” pero no dice nada del otro. Con todo respeto, pero no encuentro que su escrito sea imparcial.

Lo noto en sus reflexiones, como su mención a Atomito. Si analizara lo que dice este sujeto cuando se refiere a mí, vería que soy sutil frente a lo borde y ofensivo que él suele ser.

Tenga muy claro que no envidio absolutamente nada de esta persona. ¿Es que no se acuerda de aquello “De que le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma”? Desde este punto de vista evangélico, que yo hago mío, ¿que tengo que envidiar de quien libremente escogió el ateísmo y abandonó su fe cristiana? Nada.

Por último, me doy cuenta que usted tiene una eclesiología distinta a la mía (que, por otra parte, no tiene nada que ver con esa visión deformada que parece sugerir de la misma) Yo respeto su libertad para tenerla. Al igual que la libertad de Atomito para ser ateo. No comparto ninguna de sus opciones vitales, podría considerar incluso que contienen diversos errores, pero yo respeto su libertad de escogerlas. Déjenme, al menos, mi libertad de no opinar como ustedes.

En fin, Agustina, sinceramente, me extraña que tú, que publicas esta web, sabiendo que su contenido no gusta nada al Opus y que te la quiere cerrar (como demuestra la sentencia de Kaiser, la reclamación del vicario general del Opus Dei a la AEPD y el juicio del próximo mes de enero), hayas querido censurarme.

Yo ya no estoy molesto contigo. Tu intervención del otro día queda para mí como una más de esas paradojas de la vida: quien es censurada, pretende censurar. No tiene más importancia que esa, una mera anécdota.

Daniel_M




Publicado el Wednesday, 31 October 2012



 
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