El pasado miércoles ha habido muchísimos testimonios y querría comentar algunos.

Pacopepe, es impresionante el número de respuestas que ha recibido tu correo. Pero más impresionante es, si cabe, que la tónica general no es en absoluto “lárgate cuanto antes”, sino un respetuosísimo “escucha a tu inteligencia, escucha a tu conciencia, escucha a Dios”. Por mi parte no tengo nada más que añadir, me parece que has recibido todo lo que necesitas y más, sobre todo mucho cariño y comprensión...

Atomito, en tu escrito me parece percibir una cierta admiración, o al menos valoración positiva, de Jesucristo y su doctrina, al menos lo contrapones a las corrupciones católicas y en particular opusdeísticas. Siendo ateo como eres y has explicado a menudo (y con todo respeto), supongo que no admites que Jesús es el Hijo de Dios. Pero no puedes negar que Jesús predicaba un dios personal, Dios con mayúscula porque es persona, su Padre y nuestro Padre, que nos llama a una vida que está más allá de lo que se percibe con los sentidos. No es nada, simplemente me choca...

Daniel_M, no entiendo por qué es tan importante “analizar la justificación moral de esas mentiras”. Supongo que en realidad querías decir la “pseudo-justificación”, supongo que no pretenderás que esas mentiras tienen o pueden tener verdadera justificación. La doctrina católica es clarísima en este punto: el fin no justifica los medios, no se puede hacer un mal para conseguir un bien (la doctrina he dicho, no la praxis de multitud de cristianos de todos los tiempos). Intentar refugiarse en teorías éticas de uno u otro sesgo no hace sino empeorar las cosas. ¿Por qué mintieron? Por lo de siempre, por el mismo motivo por el que mentimos cualquiera de nosotros: para conseguir algo que nos interesa por encima de la honestidad misma. ¿Cuál es la explicación de que “habiendo un mandamiento que prohíbe mentir, se mintió”? Pues, obviamente, la explicación es que violaron el mandamiento, es decir, violaron el derecho de la interesada en este caso a que se dijera la verdad sobre ella. No hay que darle más vueltas, no hay ninguna explicación que pueda salvar la honestidad de los implicados. Como mucho, puede haber una explicación psicológica (algo así como que “mintieron porque Escrivá tenía una rabieta con María del Carmen Tapia”), que es muy distinta de una justificación moral. Y en cuanto a que no se pueden atribuir a Escrivá los actos de sus subordinados, vale que digas que no se le puede atribuir cualquier cosa que hiciera cualquier miembro, pero un subordinado suyo, actuando en su nombre y por delegación, es inconcebible que lo hiciera sin conocimiento y visto bueno del propio Escrivá, y menos en asunto tan grave.

Finalmente, me gustaría resaltar la contradicción, casi diría graciosa, entre los muchos mensajes que hablan de las casas del Opus (especialmente de los varones) como “hoteles cinco estrellas”, y los otros muchos mensajes que hablan de la insoportable vida en esas casas, y en particular de la insufrible comida. Mi experiencia personal, en las muchas casas en las que estuve en varios países, fue mayormente positiva respecto a la comida, y siempre pensé que era una labor que se procuraba hacer con profesionalidad y con mucho cariño (sí, un cariño extraño porque es tan etéreo, pero cariño al fin y al cabo). No niego la percepción que se plasma en unos y otros testimonios.

Resalto la contradicción porque me parece que es omnipresente en tantos aspectos del Opus, que no son blancos o negros, sino grises, con infinitos matices, trigo y cizaña bien mezclados. Por eso pienso que pretender que en el Opus es todo cizaña es equivocado. En el Opus hay mucho trigo, fundamentalmente el que aportan tantas personas bienintencionadas y generosas que han gastado ahí dentro sus mejores años. Y también hay mucho trigo en la tradición cristiana que, a pesar de los innumerables obstáculos y encorsetamientos, consigue llegar a sus miembros. No niego que muchos se vayan desencantados con la fe, pero también es cierto que muchos, muchísimos, nos fuimos precisamente por entender que ese modo de vida es incompatible con el cristianismo. No creo que reconocer esto sea ser cómplice de nada, querido Atomito.

Daneel