Querido Daniel_M,

citas a Camino para corroborar tus opiniones acerca de los que, saliendo del opus, se alejan de la estrecha ortoxía y, según tú, se alejan de esta forma de Dios y de la fe. No quiero entrar en polémicas contigo, sólo contestarte con otra cita de mucho mayor autoridad que Camino: “No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados” (Lucas, 6, 37).

Tu tienes el temor de que los que, ¡gracias a Dios!, nos fuimos, y nos atrevimos, según los que nos empuja nuestra conciencia, a vivir nuestra fe de forma más personal, podamos confirmar las predicciones y corroborar las opiniones de los opusinos sobre nosotros. Tengo la sensación –quizá me equivoque- que esa actitud tuya depone a favor de que la manipolación a la que fuimos sometidos en nuestros años en el opus dei sigue actuando dentro de tí. Reconozco algo que en muchos momentos a mí también sigue pasándome: me doy cuenta de que ciertos “criterios” calaron tan hondo, que siguen saliendo en mi conciencia en cuanto me descuido después de más de veinticinco años de salir. Hemos salido y, no obstante, seguimos juzgando, catalogando, discriminando como hemos aprendido en el opus.

No quiero discutir si es acertada tu forma de vivir la fe, o la mía, o la de Lapizla -de la que aprecié mucho el testimonio y que aprovecho para agredecérselo y pedirle que continúe-: de esto se podría discutir sin parar y sin llegar a ponernos de acuerdo. Lo que me parece inconfutabile es que, todos, tenemos que salir del juicio porque en esto el Evangelio es clarísimo y porque “juzgar” es apoderarse de la mente de Dios. Y también porque no se puede acoger a una persona que acaba de entrar en la página insinuándole de forma bastante directa que “su caridad es más bien filantropía, su pureza decencia, su mortificación simpleza y todas sus obras estériles”. Vive con pureza de conciencia tu misa diaria, tu confesión frecuente y tu fe en Jesucristo Dios y hombre verdadero pero deja que otros lleguen a Dios por los otros caminos en los que el mismo Dios los metió, como los otros que encontramos en el Evangelio y que se acercaron a Jesùs de formas muy poco protocolarias.

Un saludo cariñoso para tí y para todos,

Elena