Querida Agustina:

permíteme que utilice este espacio para dejar las impresiones de mis vivencias como padre de un hijo captado. Cuanto más tiempo pasa, menos entiendo qué razones mueven a esta gente para actuar como lo hacen, creando en los hijos una adversión hacia sus padres y hacia sus hermanos, como si de extraños se tratara y postponiéndolos a la atención que reciben algunos remotos amigos. Cuando hace unos días conté a un íntimo amigo las vivencias con nuestro hijo, que nos visita muy de vez en cuando sin quedarse a domir en casa y anteponiendo el club donde duerme a sus propios padres, este buen amigo me respondió:

"No comprendo como a un hijo pueden bandearlo, de modo que se deje calentar la cabeza, sin tener ningún tipo de sentido crítico, y además encontrando normal esta situación y este modo de actuar. Toda esta actuación es alienadora y debe de quemar las entrañas de tu entendimiento hasta llegar al forro interno de tu corazón. Malditos sean aquellos que queman la joya más preciada, que es el amor a los padres y atentan contra uno de los mandamientos más sagrados"

A buen entendedor...

Pantagruel