Abbiamo vinto (Hemos vencido)

Así termina la película "La vida es bella", que tuve ocasión de ver en el Colegio Romano, hace ya doce años. Y desde entonces tantas veces me ha venido a la cabeza.

Lo pasé mal, como ya tuve ocasión de narrar en una entrada anterior. Lo mío allí fue un auténtico abuso psicológico. No voy a equipararlo con el físico, pero abuso en toda regla. Y en cuanto surja la ocasión propicia no tendré reparo en denunciarlo.

Pero tras unos meses en los que lo pasé muy mal, que al cabo de unos años volvieron a aparecer (por algo se trató de un abuso, y eso siempre vuelve), lo que puedo ahora decir es soy feliz. Como no podía ser de otra manera.

Leyendo los comentarios de tantas personas aquí, con los que me siento muy identificado, creo que a veces lo que se echa en falta es la firme convicción de que siendo todos personas que un día decidimos dar nuestra vida a Dios, y dotados de cualidades superiores por haber sido pescados por la institución que nos pescó (la humildad es la verdad), ser feliz, y por qué no decirlo, triunfar en la vida, es algo para más sencillo para nosotros.

Tal vez esté influido por el pensamiento de mi gran amigo rabino judío que me acogió tantas veces en su casa para largas conversaciones. Pero honesto como era me derivó a varios amigos suyos, cardenales de la Iglesia católica, con los que también tuve el honor de conversar.

¿Conclusión? Somos personas tocadas por el manto divino, y aunque no nos enseñaron a ello, tenemos que sentirnos orgullosos. Porque nos mueven unos intereses superiores que, ahora desligados de esa institución a la (siento decirlo) aborrezco, nos harán triunfar en esta vida y la siguiente.

Cuando uno se percata de que ha vencido a quienes pretendían encerrar sus altas miras en el corsé de una institución que comete una serie de tropelías que todos conocemos, puede pasar -como me sucede a mí-, de recorrer la acera del Colegio Mayor del Opus de mi ciudad con la cabeza gacha entonces, a hinchar el pecho y decir "abbiamo vinto" hoy.

Os he vencido. Ya no tenéis poder sobre mí. Y Dios está conmigo.

Continuará...

Maltasolo