Babayaga tuvo la amabilidad de responder mi email de hace unos días, y ahora me queda claro cómo funciona la mente de los traidores alegres. Si bien no respondió exactamente las preguntas que le hice, su respuesta arroja luz sobre cómo resuelve las evidentes contradicciones de su vida.

Cuando un numerario que estuvo muchos años en la institución y ocupó cargos de gobierno, decide abandonar el Opus, debe enfrentarse a un problema fundamental: el sentimiento de culpa. El Opus, a través de sus “medios de formación” y su “dirección espiritual”, realiza un trabajo exhaustivo de programación mental de sus miembros, para que ni se les cruce por la mente abandonar la organización y, si en algún momento de crisis consideran la posibilidad, les parezca algo tan espantoso que la desechen aunque no haya alternativas posibles...

Basicamente la negación es una forma de resolver un problema: negamos que tenemos el problema, y así el problema desaparece. Obviamente el hígado del alcohólico y los pulmones del fumador no se van a enterar de que “el problema está resuelto” y se seguirán desintegrando hasta que el individuo se muera de cirrosis o cáncer. En psicología, cuando un individuo “resuelve” un problema de esta forma (no resolviéndolo realmente) se dice que el individuo es neurótico o que tiene una neurosis. Ser neurótico no significa que la persona esté loca y haya que internarla en un manicomio, pero su conducta lo está perjudicando, y si no trata de resolver el problema a través de una terapia, puede acabar mal o, al menos, va a tener una calidad de vida inferior a la que podría tener.

El traidor alegre entonces niega que haya traicionando a Dios. Si de verdad cree que el Opus es de Dios, que Escrivá fue un santo, que la vocación es divina, que Dios nos habla en la oración, etc., etc., lo razonable sería que estuviera agobiado por la culpa, como les pasa a tantos. Pero el traidor alegre lo resuelve negando el problema. Como dice Babayaga: “tanto en la oración como en distintas circunstancias cotidianas, recibí señales inequívocas, sin buscarlas conscientemente, algunas llamativas, de que Dios estaba contento ...”. El no es un traidor porque Dios mismo le dijo que no lo es.

Alguna vez intentaron hablar con un fumador o un bebedor y hacerlos entrar en razón? Dan el tipo de respuestas de Babayaga: totalmente incoherentes y contradictorias, pero no hay manera de hacerles ver sus contradicciones, su neurosis les impide ver la realidad.

La pregunta que uno se hace entonces es: por qué no resolver el problema diciendo que el Opus no es de Dios, que la vocación no es divina, que todo fue una estafa? Es la forma en que resolvemos el problema los "traidores resentidos", nos liberamos de la culpa porque aceptamos la realidad de que la “supuesta elección divina a servir a Dios en el Opus Dei” fue una gran estafa en la que caimos como unos tontos. Si Dios no tiene nada que ver con el Opus Dei, si cumplir normas no tiene nada que ver con lo que Dios quiere de nosotros, si reclutar gente y obtener dinero para la organización no es la forma de salvar el mundo, entonces no tenemos ningún problema que resolver, no hemos traicionado a Dios, sino al contrario, nos hemos liberado de unas cadenas que nos hacían daño.

La razón por la cual el traidor alegre no elige este camino, es que debe aceptar entonces que se dejó estafar, que perdió decenas de años de su vida luchando por una causa que creía divina, pero era totalmente humana. Uno se pasó su vida “ahorrando para su cuenta en el cielo”, poniéndose el cilicio, bañándose con agua fría, yendo a misa a diario, etc., pero todo se ha perdido, igual que les pasó a los ahorristas de Madoff. Tanto sacrificio y tanto esfuerzo para nada, eso es un plato difícil de digerir para un numerario que pasó décadas en el Opus. La manera de rescatarlo entonces es hacer como los traidores alegres: el Opus es de Dios, todo lo que hice mientras estuve adentro lo tengo todavía en mi cuenta de ahorro y cuando me muera Dios lo va a tener en cuenta y me va a pagar los intereses.

En definitiva un traidor alegre es como un ahorrista de Madoff, que creyera que Madoff le va a devolver su dinero, y no solo eso, le va a pagar los intereses que le prometió. Es demasiado duro para él asumir que lo engañaron y dar por perdidos los esfuerzos de toda una vida. La negación es entonces su mejor estrategia.

Atomito

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