Hola Casandra,

la canción es de Antonio Flores, y ahora su hermana se aprovecha de que es una buena canción.

Justamente escribo para personas como tú que arrastran culpabilidades inducidas. Yo tampoco puedo olvidar todo lo que fui, una predicadora de la vocación desde la eternidad a diestro y siniestro.

Pero estábamos drogadas. ¿O acaso tú te beneficiaste de alguna forma por hacer aquel proselitismo? ¿Te acercaste al Opus buscando un ascenso social? ¿Eras más rica cuando entraste que cuando saliste? ¿Alcanzaste algún puesto en la Administración o en la empresa privada? No son preguntas retóricas, hay ciudadanos españoles que se acogen a este árbol y les va bien. Ascienden cual globo sonda...

He leído tu testimonio. Y lo que te dijeron: "primero es la llamada a la Obra y luego a la vida" es de juzgado de guardia, cuando no un buen objeto de denuncia ante la sagrada congregación para la Doctrina de la Fe, por mentira y barbaridad teológica. Pero ya ves. Hay dinero y sabemos repartirlo también en las altas esferas eclesiásticas. Qué pena que sólo los teólogos pobres o que no pueden hacer grandes donaciones estén bajo la lupa de aumento del tribunal que busca herejes. Pero me desvío.

Lo que quiero decir es que encima de que perdiste tu salud y tu juventud por tragarte el anzuelo, encima de que te lo tragaste porque eras una niña bien y católicamente educada, en una buena familia de esas que gustan tanto hoy y que se nos machaca desde determinadas instancias como modelo, encima de que cumplías el catecismo del nuevo católico moderno y resistente al relativismo, encima de todo eso, arrastres una carga. Pecamos de ingenuas, por exceso de buena voluntad. No basta la buena voluntad ni tampoco las palabras bonitas ni la buena pinta para ser bueno. Ni el decir a todo que sí es bueno. Por ser educadas de una determinada manera caímos en la red y en ella permanecimos en contra de nuestros propios intereses.

En tu testimonio dejas bien claro que tu familia, tu padre y tu madre, fueron un factor clave en tu entrada y permanencia en la red. Es lo que hace de todo este asunto algo más enrevesado que en otros grupos sectarios. Efectivamente, no podíamos contar con nuestra familia, la que nos trajo al mundo, porque ellos también pertenecen a la obra. De locos. Ni siquiera tenías ese recurso, de unos padres que se alegran sobre todo cuando ven a sus hijos felices, sea como sea esa felicidad. Es patológico que unos padres piensen de sus hijos numerarios que tienen que seguir hasta la muerte en el Opus, así el Opus suponga una enfermedad para la persona. No es normal, no tenemos por qué aceptarlo y sí denunciarlo, y contarlo sin parar. Es demencial poner la pertenencia a algo por delante de la salud de la persona.

Nadie nos va a defender, otras son las preocupaciones en la iglesia.

Es también doloroso que ni un solo cura alertara a mi madre, éramos feligreses de una parroquia en Pamplona en la que no soy el primer caso de numeraria escaldada. ¿No hay curas en España ni obispos que se preocupen de lo que hace el Opus con los bautizados? ¿Qué va a quedar en la iglesia católica si precisamente las personas que más "católicamente" educan a sus hijos se ven presa de esta red?

Pienso que hay otros que algo ya podían hacer o decir, antes que yo, con más conocimiento de causa y con más "mano". Y sin embargo ya ves. No he visto mucho apoyo clerical por aquí. Están ocupados.

Pero si algo se aprende del evangelio es que Jesús predicaba y curaba. Curaba, aliviaba el dolor de la gente. Y eso es lo que pienso que debemos hacer si decimos que tenemos fe en él. Ayudar a quien sufre, que haya menos sufrimiento en el mundo. Ya hay cantidad de gente santificándose haciendo sufrir a los demás. No quiero formar parte de ese grupo, ni por acción ni por omisión ni por manipulación.

En la vida hay dolores inevitables y para los que poco podemos hacer: la muerte de alguien muy querido, una enfermedad incurable. Hay muchas situaciones en las que no podría hacer nada por los lectores de Opuslibros. Sin embargo, si me he liberado saltando por todas las zancadillas, debo de aprovechar la buena salud en beneficio de otras personas.

Si no estoy ni en el cementerio ni un rincón de algún psiquiátrico o cuarta planta cualquiera babeando, he de sacar el altavoz. Sé que soy de las pocas que lo puede contar, a la vista está. De ahí la actitud beligerante, que en realidad se reduce a no parar de escribir "no aceptes las cadenas que otros han querido ponerte encima. NO LAS ACEPTES". No aceptes la falsa compasión, el desprecio, aunque sea el desprecio de gente muy allegada. No hay por qué soportar eso.

Es cierto que la mirada de los demás nos afecta. Yo he experimentado un gran alivio alejándome lo más posible de las miradas que me dañaban, no tengo porqué soportar ser despreciada. No he hecho nada malo, me he dejado engañar en una situación de ignorancia invencible, con todo el buen corazón y la inocencia de una cría. Ignorancia inducida por toda una sociedad cómplice con su silencio. Parece que en España decir la verdad sobre el Opus es querer arrancar la piel de este país. Pertenece al paisaje cultural, social, están por todas partes. Pues bien, me rebelo, protesto, no lo acepto. En mi nombre y en nombre de tantas personas que se han visto pisoteadas en su conciencia, su fe y su dignidad. Me da exactamente igual lo que piense y diga nadie.

He probado lo que es sentirse respetada, apreciada, valorada. Al menos RESPETADA como un ser humano más en la masa, una más, con su propia historia asumida. Una lástima no haber tenido ese respeto y esa comprensión de las personas más cercanas a mí. Pero eso ya no tiene remedio.

Ha sido una de mis grandes sensaciones en todo este tiempo fuera, nadie me vigila ni me hace correcciones fraternas absurdas. Y el contacto con lo puro del mundo, donde no hay segundas intenciones es muy saludable: animales, naturaleza. Disfrutar de la belleza que está ahí para eso, sin que te pidan carnés, hoja de servicios. Disfrutar sin más de la vida.

Por todo esto y mucho más es por lo que no quiero dejar caer, ni dejar de escribir todo lo posible para que más y más ex nume, ex agregados y ex prelatura en general se LIBEREN de los sufrimientos inducidos. No tenemos que arrastrar culpas que no son nuestras. Estábamos "zombificadas", desde pequeñas nos apartaron del mundo y nos moldearon a su antojo.

Fuera culpas.

Ana Azanza