Hace mucho que no escribo, pero voy siguiendo de tanto en tanto las publicaciones.

Del affaire Kaiser extraigo dos conclusiones: de un lado le han presionado; de otro, quizá no pudo contar con las pruebas necesarias para sostener sus afirmaciones. En cualquier caso, cuento mi experiencia que es demostrable de cabo a rabo.

Cuando iba a acabar COU y tocaba marchar al Centro de Estudios, resulta que había un problemilla. Mi residencia se encontraba en una ciudad de una comunidad autónoma distinta a Valencia, que era donde se encontraba el Centro de Estudios. Como no había distrito compartido, ya los estudios universitarios que iba a comenzar los ofrecían en mi comunidad autónoma, por mucho que me empadronaran en Valencia, no me hubieran admitido en la universidad. Se exceptuaban casos concretos para este inconveniente, como por ejemplo que el traslado se tuviera que realizar por motivos laborales. Es decir, que si alguien me contrataba en Valencia, se aceptaría el traslado de expediente. Y aquí viene el otro problemilla de nada, que el Opus o sus dirigentes del momento supieron sortear con garbo y gracia: que el que suscribe era aún menor de edad, por lo que la contratación laboral requería autorización paterna.

Autorización que mi padre JAMÁS hubiera dado. Pero por obra y gracia de vaya usted a saber quién, mi contratación se produjo, estuve dado de alta durante tres meses en una empresa dedicada -creo recordar- a temas químicos como auxiliar administrativo. Nunca pisé la empresa, nunca vi el alta, y me parece que lo único que sí vi fue el contrato que firmé, sin la preceptiva autorización paterna, que supongo que se falsearía.

Lo dejo dicho, porque si Kaiser, por lo que sea, se retracta de lo afirmado, aquí dejo expuesta mi experiencia para que se una al saldo deudor de los que actúan siempre bien.

Merlos