Je, je, Vega. Su escrito no me escuece, simplemente me encanta discutir. En el cole me partieron varias veces la cara por tocarle las narices a los matones de clase, pero es que uno es así. Veo a un matoncillo (¿matoncilla?) con ínfulas de comisario político, tal que usted, y me entran unos impulsos irrefrenables de hacer barullo. Más que nada porque el matoncillo –tal que usted- en el fondo no es otra cosa que un ronchalástimas, vulgo “pringao”. Y me encanta dejar eso claro. Y si encima lo veo a usted con las espumas hidrofóbicas burbujeando por las comisuras de los labios, el entretenimiento alcanza ya cotas hollywoodienses. Tuve un perro, hace tiempo, que en cuanto oía la el chirrido de los cuarterones de una ventana se ponía ladrar, y yo, cuando quería hacerle rabiar, movía los cuarterones durante un buen rato. ¿Qué por qué le cuento esto? Pues porque aquí, en este foro, detecto a no pocos que se ponen a aullar en cuanto alguien les lleva mínimamente la contraria. Ya dejó dicho Machado que en España, de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa. O aúllan.

Respecto a lo de explotar y trabajar sin sueldo… Veo que no entendió lo que le dije, así que seré más explícito. Respóndame, ¿se considera usted una desgraciada infame e infecta por haber explotado a su madre? Piénselo bien y tal vez descubra que algunas (muchas) realidades pueden verse desde más de un punto de vista. Si no entiende esto es que está mucho peor de lo que pensaba y ha mutado en Rey Sol de la verdad: de “el Estado soy yo” a “la verdad soy yo”. No me apetece –como usted me recomienda- volver a leer el primero de los escritos que me dedica. Mi prosa es mediocre (no descarto erratas e incluso algún anacoluto por la rapidez en la escritura y la falta de revisión del texto elaborado) pero la suya, su prosa, es insufriblemente monótona. Lo de majete que me dice… No se crea, soy más bien el coco; o el monstruo de las galletas. Pero sí, estoy tranquilo en mi sillón. Por cierto, no será usted de Pucela City, como los de la canción esa de tranquilo majete en tu sillón, ¿no?

Y para terminar, ya que usted me recomienda que lea, también yo me atrevo a sugerirle una lectura. No se trata de algo que haya escrito yo mismo en Opuslibros, sino de la primera edición completa del Archipiélago Gulag, de Solzhenitsyn. Creo que le resultarán familiares los comportamientos que se refieren en esas sobrecogedoras memorias del Gulag. Y tal vez le interese investigar (en internet puede encontrarse) lo que sucedió a Solzhenistsyn cuando visitó España, sobre todo el célebre (a su pesar) artículo que escribió Juan Benet al respecto. Tiene un estilo muy, digamos, “Veguiano”.

Diletante