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 Tus escritos: La burbuja de los hijos (Cap.20 de 'El buen pastor').- Nacho

030. Adolescentes y jóvenes
Nacho :


LA BURBUJA DE LOS HIJOS

Cap.20 de 'El buen pastor'
Enviado por Nacho el 20-6-2004

Todos los padres desean para sus hijos lo mejor y facilitan los medios para que el día de mañana sean unos hombres de provecho. "Con lo mal que está el ambiente", algunos matrimonios de supernumerarios, desde la más tierna infancia, envían a sus descendientes a los clubes juveniles de la obra o relacionados con la obra para que reciban el buen alimento de la doctrina que ellos consideran la mejor, la del opus, que se autoproclama seguir fielmente la de la Iglesia...

Pues bien, para mí, que los supernumerarios envíen a sus hijos a los clubes juveniles de la obra lo único que hace es que los menores de edad se vayan convirtiendo poco a poco en una especie de niños burbuja que están "bien alimentados" dentro de la obra, pero que no pueden salir al exterior, porque vienen los virus y las enfermedades y corren el riesgo de contaminarse y tirar por la borda la ilusión de sus padres.

Existen otros medios de "estar en medio del mundo sin ser mundanos" , como le gustaba decir al fundador, sin necesidad de recurrir al consabido club juvenil del opus, donde todo es muy bonito y, cuando se sale a la calle, aquélla teoría que explicaban a los menores se demuestra que es falsa y no pisa la realidad. Así el menor se encuentra desarmado y, por mucha doctrina que haya recibido, si en casa no ha visto el mundo a través de la televisión o no se ha puesto en contacto hijos de familias que pasan dificultades, esas situaciones tan idílicas de los matrimonios de los supernumerarios son solo eso, una fábula o una situación imaginaria que no sabe que la realidad es otra.

No hace mucho, un amigo mío, que había dejado la obra, visitaba la casa de uno de esos matrimonios de supernumerarios con muchos hijos. El mayor interrumpió la conversación para decir, ante aquella persona, que tal día cumplía los catorce años y medio, edad de partida fijada por la obra para incorporarse como aspirantes, y en consecuencia, iba a escribir la carta para en el futuro ser un numerario. Claro, papá y mamá se mostraron muy complacidos de que su niño ya hubiera tomado tal decisión de ser de la obra. ¿Es esa una edad lógica para tomar una decisión tan importante que afecta a su vida?

El matrimonio de supernumerarios al que me refiero ha instalado a sus hijos en "una burbuja". En casa reciben la doctrina cristiana con la palabra y con el ejemplo de sus padres. Cuando terminan las clases del colegio, por supuesto obra corporativa o de Fomento de Centro de Enseñanza, que es prácticamente lo mismo, acuden a un club juvenil del opus. Así se pasan todo el día hablando de lo mismo. Vamos, la cosa más amena que una mente calenturienta se puede imaginar. Si en el colegio hablaban con el sacerdote, que siempre vestía de negro y con alzacuello, luego cuando llegan al club juvenil vuelven a experimentar lo mismo, con sotana y alzazuello. Todo está envuelto en una burbuja. Eso sí, muy cuidada, para que los malos vientos y las tempestades no le afecten.

Por si había poco, dentro del opus se ha inventado una nueva cosa que añadir a la burbuja: lo que en Torreciudad se llaman "Los Tozalitos", una especie de apartamentos donde acuden las familias en verano y que han sido promovidas por los mismos que el santuario de Torreciudad. Muy recomendable. Los niños no padecerán "las enfermedades" de las desnudeces de las playas, ni se dejarán guiar por los malos ejemplos de los jóvenes que acuden cada noche a divertirse y a pasarlo bien. Eso sí van a rezar a la Virgen que apoya la prelatura y así su alma no está contaminada.

Se solía cantar en algunas convivencias de la obra una canción. Yo la oí por primera vez en el Colegio Mayor Moncloa de Madrid. La letra de la melodía decía más o menos: "Cómo está el mundo, señor Macario, como está el mundo qué atrocidad. Con tanto cine, con tanta radio, vamos pa'lante, vamos pa trás". Pues bien, aunque parezca broma, esta es la mentalidad que existe en algunas personas de la obra. Solo saben lamentarse y no saben aprovechar lo bueno que hay en cada situación. El fundador invitó en su homilía de campus de la universidad de Navarra de 1967 a descubrir lo divino que existía en las cosas más sencillas. En estos casos, no se ve que lo vivan los de la obra, y no me refiero a situaciones de pecado.

Desde que me hice de la obra, se me prohibió acudir a las playas, pues te ponías en ocasión de pecado y eso ya era pecado mortal, por lo que tenías que confesarte, se me decía por parte de los directores de la obra. Un día, coincidiendo que estaba en San Sebastián, en el País Vasco, cuando vi delante del Colegio Mayor a un obispo, hombre preclaro de la Iglesia. Como por mi trabajo conozco a muchos personajes eclesiásticos, este no era diferente, y me puse a hablar con él.

Al cabo de pocos días, quedé con el obispo para una excursión o marcha por los montes que rodean la ciudad. Tuvimos oportunidad de hablar largo y tendido. Salió a la conversación el caso de las playas y, claro, le expuse lo que me recomendaban en la obra: no se podía ir a la playa, pues era ocasión de ponerse en riesgo de pecado mortal, si acudíamos teníamos que ir a lugares solitarios. Pues bien, este obispo, cuyo nombre prefiero no decir, pues no le he consultado, se bañaba diariamente en una de las playas principales de San Sebastián, la llamada 'La Concha' (en Argentina suena muy mal este nombre). El no tenía remordimientos de conciencia por ir diariamente a este lugar. Deseo aclarar que él se bañaba a primera hora de la mañana y luego volvía a su casa. Me dejó claro que ir a playas como ésta, donde todo el mundo va con su bañador, no es pecado. ¡Qué diferente en un caso y en el otro!.

Está claro que los supernumerarios que van a "Los Tozalitos" lo hacen en virtud de su libertad y aconsejados por sus directores. Me parece muy bien. Cada uno escoge lo que quiere: monte o playa, acampada o pasear por la ciudad o localidad donde se vive, pues no se ha ahorrado suficiente para viajar a otro sitio. Allá cada uno. La falta de descanso luego repercutirá en lo que ocurra después. Una de las consignas que recibí durante los más de 25 años que fui encargado de grupos de supernumerarios fue que éstos no fueran a las playas. De ahí lo que existe en torno a Torreciudad.

La historia que comencé a contar no ha terminado. Se de varios matrimonios de supernumerarios que, llegados sus hijos a los catorce años y medio, han pitado. Más tarde, cuando pita el cuarto hijo, el primero decide irse de la obra, y cuando lo hace el quinto, se va el segundo y así todos, o casi todos. Al final quedan pocos que continúen en la obra. Se de varios matrimonios que esto les ha sucedido. Claro, al llegar a la universidad, ese burbuja se ha roto. El mundo era diferente a como nos lo presentaban. Había amigos que no creían y, por supuesto, cuando el joven numerario se acercaba a ellos y les invitaba a alguna actividad, el primer día van, pero luego dejan de ir, por entender que les pueden "pescar" y le señalan como "el del opus". Como el niño había vivido en los paraísos de los colegios relacionados con la obra, los clubes juveniles y "Los Tozalitos" no tenía defensas y consideró que lo mejor era vivir la vida de una manera real, no como se la presentaban en el centro, en su colegio o en su familia, donde estaba prohibido encender el televisor.

Si siguen las cosas así como he descrito, una base importante del futuro de la obra se habrá fracasado. Ellos (los del opus) te dicen que tengas más visión sobrenatural. Sinceramente entre lo que pensaba durante los casi 34 años que fui de la obra y ahora, me quedo como soy actualmente. Por lo menos piso la realidad.


Publicado el Sunday, 20 June 2004



 
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