Isaach Newton creó una fórmula física en la que dice que: la presión es igual a la fuerza dividida por la superficie. Una de las unidades de medida son los N/m2.

Entre los altos cargos de Villa Tevere se conoce bien la ley en la que se basa esta fórmula, y se aplica ponderando los dos parámetros de forma distinta. A la vista está que, después de tantas décadas, con tantas víctimas, algunas de ellas ya fallecidas, esta fórmula es aplicada de la siguiente manera sobre cada una de las víctimas que caen en la red del Opus Dei.

Sobre ellas se ejerce una fuerza total y escalofriante que no admite ninguna unidad de medida existente debido a su magnitud, que se halla fuera de los límites conocidos. Desde el centro de estudios hasta el más recóndito centro ocupado por numerari@s empastillados, no hay unidad física para medir esta fuerza. Al ejercer esta fuerza, se está actuando sobre la víctima, que nada cuenta para ellos, de forma directa y total, ya que en este caso no hay división por la superficie, que en esta metáfora serían las personas como entes únicos e insustituibles creados por un Dios único. En el Opus Dei no se considera a la persona como tal. La persona no existe en tanto a persona, sino en tanto a posible hacedora de la voluntad del padre. Las personas son iguales entre si, por ello, al calcular el cociente, la división se ejecuta entre fuerza y PERSONA (ya que no se distinguen unas de otras)

Como no se puede dividir la fuerza por la superficie y reducir y amortiguar así el resultado del cociente, la presión llega a tal calibre que rompe a la víctima en mil pedazos, cumpliéndose así, la ley física, ya que en el Opus Dei no existe la superficie (persona única).

A lo largo de los años las leyes físicas se vuelven en contra de quien mal las aplica.

A veces, la injusticia que reciben durante muchos años los oprimidos, se vuelve justicia hacia los opresores. Tarde o temprano siempre llega dicha aplicación de la justicia, aunque sea tarde para algunos.

Decia un discípulo a su maestro en el lecho de muerte de éste:

- Déjame en herencia un poco de tu sabiduría.
- El sabio abrió la boca y le pidió al joven que se la mirase por dentro, y le preguntó:
- ¿Tengo lengua?
- Seguro respondió el discípulo.
- Y dientes, ¿tengo aún dientes?
- No, respondió el discípulo, no veo los dientes.
- ¿Sabes por qué la lengua dura más que los dientes?
- PORQUE ES FLEXIBLE
- Los dientes, en cambio SE CAEN ANTES PORQUE SON DUROS E INFLEXIBLES.
- Aquí acabas de aprender lo único que vale la pena aprender.

Carmen Charo: ojalá todos supiéramos hacer lo mismo que tú. Enhorabuena.

Perladeladriatico