Opuslibros - Una torpeza tras otra.- Paulino

Paulino :

Realmente no salgo de mi asombro al observar la torpeza de los directores de la Obra. Ni siquiera aprenden de sus más crasos errores, como fue el pedir jurídicamente que se retiraran de esta web sus documentos internos. Tal vez sea porque no los reconocen como errores debido a que se consideran infalibles, como si fueran dioses (diosecillos de chocolate, claro).

No se dan cuenta de que cuando algo ya ha estado una temporada en internet, por breve que sea, eso ya no se puede borrar de la red, porque muchas personas ya lo bajaron a sus propias computadoras (ordenadores), ya lo enviaron a sus conocidos y ya fue incluido en muchos websites.

Y como la Obra es una de las instituciones más detestadas de la Iglesia, esos secretitos suyos ya fueron bajados a miles de computadoras y enviados a miles de conocidos –incluidos los enemigos de la Obra– y colocados en muchísimos websites. No se dan cuenta de que lo que hacen es del todo contraproducente, como cuando algún ingenuo y buen Obispo prohibe una película, y entonces medio mundo va a verla...

No se dan cuenta de que lo único que consiguieron con la retirada de sus documentos internos de esta web fue dejar constancia jurídica de que esos documentos realmente son suyos, y de su secretismo sectario, pues no quieren que sean conocidos más que por un pequeño grupo de directores de un alto grado o nivel, como sucede en la masonería. No quieren que los conozcan los de afuera, ni los que pitan –a quienes engañan–, ni los de dentro que no sean del debido grado o nivel de dirección.

Y luego, incluso después de informarse en esta web de lo contraproducente de sus propósitos, tampoco se dan cuenta de sus torpezas y siguen adelante con ellas. ¿O serán tontos, (oligofrénicos)? Y ahora, con sus tentáculos alargados hasta algunos juzgados o tribunales civiles, han logrado que se diga que “se ha demostrado que no eran ciertos” hechos que miles de personas saben que son ciertos y verdaderos porque los han vivido y padecido en carne propia. No tienen la menor idea de lo que es demostrar. Me sospecho que en sus clases de Lógica del centro de estudios estaban distraídos, esperando ansiosos que se acabara la clase para salir a hacer “apostolado”; o que en la convivencia anual estaban distraídos por las ansias de salir a hacer “deporte”.

En su torpeza han dejado constancia jurídica de falsedades para que sin duda se sepa que, en su afán de poder, han logrado tener tentáculos en muchos lugares de influencia con base en el miedo, como lo hacen las mafias. Y precisamente por eso con acierto se les ha llamado octopus dei. Nuevamente, lo que han logrado es dejar constancia jurídica de que verdaderamente son una mafia, un octopus que ha adquirido el suficiente poder para intimidar y obligar a ciertos juzgados, al menos en España, a que den falsos testimonios –“EN NOMBRE DE S. M. EL REY”– en beneficio de la falsa imagen de la Obra. Han dejado constancia jurídica de lo infames que son, y de que lo que les interesa es el poder, aun contra toda verdad y toda justicia.

Han logrado las cosas que más les interesan: cierta fama de falsa santidad, mucho poder y mucho dinero. Esas tres son las principales falsas causas de felicidad que ya los filósofos griegos desenmascararon hace muchos siglos, pero de las que en la Obra no han querido enterarse. Han logrado una inmensa riqueza y mucha influencia en el mundo de la economía y la política, lo mismo que la famosa y escandalosa canonización de su fundador –que se critica mucho y desprestigia a la Iglesia–, y que tarde o temprano tendrá que ser revisada. Y una vez más se apreciará la actualidad del Evangelio: “el que se ensalza será humillado” (Lucas 14, 11).

Las canonizaciones no son infalibles, aunque así lo opinen muchos teólogos. Más aun, no debería haber canonizaciones, porque van contra la palabra de Dios: “No juzguéis y no seréis juzgados” (Mateo 7, 1). “Así que, no juzguéis nada antes de tiempo hasta que venga el Señor. Él iluminará los secretos de las tinieblas y pondrá de manifiesto los designios de los corazones. Entonces recibirá cada cual del Señor la alabanza que le corresponda” (1 Corintios 4, 5). “Uno solo es el legislador y juez, que puede salvar o perder. En cambio tú, ¿quién eres para juzgar al prójimo? (Santiago 4, 12).

Se pueden juzgar las cosas externas, pero la intimidad de la conciencia no, porque es un santuario reservado a Dios. ¿Cómo canonizar a alquien sin pretender conocer la intimidad de su conciencia? En un proceso de canonización se juzgan muchas cosas, como la heroicidad de las virtudes, la santidad de vida, etcétera; todo lo cual supone juzgar la intimidad de la conciencia. Es de esperar que llegue el día en que se supriman los procesos de canonización, y que en la Iglesia vivamos como en los muchos siglos anteriores al inicio de tales procesos.

En la Obra no se dan cuenta de que ya lograron todo lo que podían lograr. Lo que ahora les falta son vocaciones que perseveren, que no huyan al descubrir el engaño del que han sido víctimas (iluso deseo). No se dan cuenta de que ya rebasaron el punto de inflexión y que ahora sólo les queda el camino del desenmascaramiento, del desprestigio y del propio derrumbe. Mientras más tiempo pasa, más y más se aleja la Obra de sus iniciales ideales cristianos (concedámoselos), y más y más se hunde en el cieno de lo mundano. La Historia nos enseña que todas las asociaciones mundanas tienen inicio, apogeo y decadencia. La Iglesia y las sociedades auténticamente sobrenaturales no tienen decadencia. Pues bien, la Obra ha iniciado ya su decadencia, lo cual muestra a las claras que se ha convertido en una asociación mundana, o que siempre lo fue.

Lo que hicieron con Kaiser no fue por afán de justicia, sino por afán de venganza, porque lo único que lograron fue dañarlo y torturarlo a él y a su familia, como lo hacen las mafias. Todo lo demás les es contraproducente, y les será cada vez más contraproducente; pero no se dan cuenta de ello debido a su “infalible” arrogancia. Y así, a su santa desvergüenza están añadiendo otras desvergonzadas santidades:

La santa manipulación del Nombre de Dios.
La santa arrogancia.
La santa hipocresía.
La santa raza de víboras.
La santa mentira.
La santa media verdad.
La santa restricción mental.
La santa secta.
La santa mafia.
La santa maldad.
La santa intimidación.
La santa venganza.
La santa tortura.
La santa oligofrenia.
La santa torpeza :-)

Y no sigamos, porque es el cuento de nunca acabar.

– ¿Quieres que te cuente el cuento de nunca acabar?
– ¡Sí!

– No te digo que me digas que sí. Que si quieres que te cuente el cuento de nunca acabar.
– ¡No!

– No te digo que me digas que no. Que si quieres que te cuente el cuento de nunca acabar.
– (Silencio).

– No te digo que te quedes callado. Que si quieres que te cuente el cuento de nunca acabar.
– ...

– O quizá prefieras que te cuente el cuento del Opus Dei. (Satur, ¿conoces este cuento?).

Querido Kaiser, Jesús mismo y muchos santos padecieron la acusación injusta. Pienso que tú la estás padeciendo por ayudar cristianamente a alguien de la Obra, a quien luego obligaron a que te traicionara. Ofrécelo también por tus verdugos y no te preocupes mucho. Tómalo con humor cristiano. Que los tuyos te vean entero. Estamos contigo.

Oraciones para Kaiser y su familia, y un saludos para todos.

Iban a voltear el mundo como un caletín... ¡Y el mundo los volteó como un calcetín a ellos! :-)

Paulino.

Publicado el Friday, 06 July 2012