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 Correos: Voluntarismos: Nietzsche, Escrivá y otros herejes.- FletcherChristian

010. Testimonios
FletcherChristian :

Estimados amigos:

Me parece un trabajo de análisis muy paciente el de A. Hernández sobre Nietzsche y Escrivá. Ciertamente hay coincidencias muy notables. Sin embargo, no nos vamos a engañar, la probabilidad de que el santo marqués fuera un seguidor consciente de Nietzsche es remota, muy remota.

La filosofía impregna la vida diaria más de lo que algunos se creen. La ola de relativismo que vivimos no es más que la aplicación un tanto descafeinada de algunos de los principios de la dialéctica de Engels y Marx. Cualquiera oye hablar, no necesariamente solo a gente izquierdas, de calidad de vida, de autorrealización en el trabajo profesional, etc., como si fueran ideas simplemente contemporáneas, sin darse cuenta de que su origen remoto es el fruto de la reflexión marxista, nos guste o no.

Lo mismo pasa con Nietzsche y Escrivá. El tema de la voluntad de poder que Nietzsche refinó tras su lectura de Schopenhauer impregnó, en conjunción con otras ideas, parte del pensamiento decimonónico y del siglo XX. A veces resulta muy difícil darse cuenta de los “signos de los tiempos” cuando uno está excesivamente comprometido con esos tiempos.

Simultáneamente al advenimiento de las ideologías de la voluntad, en la Iglesia se producía un reforzamiento de dos ideas de origen herético: el docetismo y el pelagianismo. El siglo XIX, en su busca de la ortodoxia frente al modernismo, se retrajo hacia el docetismo, es decir, la excesiva divinización de la figura de Cristo. Por otro lado, al abandono de la práctica religiosa se le opuso una insistencia en el ejercicio de prácticas tradicionales con la indicación de que el ejercicio de la fe es el “camino” de la santidad, porque esta hay que ganársela día a día mediante ejercicios virtuosos de piedad y de mortificación. Esta interpretación de la vida de fe es lo que los teólogos llaman semipelagianismo. La herejía pelagiana ponía, a su vez, mucho énfasis en la voluntad del ser humano en ganar la gracia, frente a la doctrina católica (de San Agustín, que fue a quien le tocó pelearla) que cree que la Gracia, como es Gracia, es gratis y por tanto no hay que luchar por ella “haciendo méritos”. Se le llama semipelagianismo a las derivaciones de aquella doctrina que han ido brotando de vez en cuando en la historia de la Iglesia.

A finales del XIX y comienzos del XX la sociedad, digamos laica, se impregnaba de voluntarismo y la Iglesia, por razones coincidentes, se dejaba llevar por esa sociedad que pedía más voluntad inclinándose hacia el semipelagianismo. La mezcla de ambos factores es, por ejemplo, el Opus Dei: voluntarismo social y voluntarismo religioso. Herencias, ambas, del XIX.

Escrivá no sigue a Nietzsche sino a los movimientos ideológicos que, a veces sin saberlo, nacían de sus presupuestos. Por eso en escritos míos anteriores he hablado de orígenes ideológicos, y no filosóficos, de la Cosa. Bastantes movimientos eclesiales, no solo el conocido como Opus Dei, sino otras asociaciones también, son hijos de su tiempo. Su carácter muy institucionalista les hace aparecer ortodoxos, pero en realidad no lo son, ya que, afortunadamente, los teólogos nos ayudan a ver lo que hay que purificar en ellos y el paso del tiempo pone de manifiesto también lo caduco de su interpretación de la sociedad.

Un abrazo.

Fletcher

(Por cierto, Ratzinger es especialista en San Agustín y huele el pelagianismo a la legua… por eso en la Cosa "rezan por él"...)




Publicado el Wednesday, 04 July 2012



 
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