Sin duda, el nombramiento del periodista estadounidense Greg Burke como asesor de imagen y comunicación en la oficina de prensa del Vaticano ha sido, por parte del Opus Dei, un triunfo como el de “poner una pica en Flandes”. Pero tengo mis dudas de que este sea el camino acertado para combatir las causas que han llevado a la profunda crisis de la curia vaticana.

Es cierto que, mejorando la imagen institucional (y en estas artes los periodistas del Opus son muy duchos), se pueden evitar a veces bastantes problemas. Pero también es cierto que una crisis de este profundo calado no se soluciona tan sólo con una política de información ¿transparente?: ese el adjetivo que Burke pone en sus labios estos días y que yo pongo entre interrogantes. Los maquillajes son una ayuda, pero no la solución: siempre resulta más agradable contemplar un cadáver bien maquillado en vez de putrefacto; pero el maquillaje y otros adornos no eliminan la enfermedad letal. Algo así sucede con la actual crisis vaticana, que no se combate sólo con política de imagen, sino yendo a la raíz, es decir, impulsando una reforma profunda de las estructuras y funcionamiento de la curia romana. Mientras esta reforma no se lleve a cabo, la sola política de imagen no es suficiente. Algo de razón tiene Austral en su reciente comentario del 29.06.2012 acerca de la noticia del nombramiento de Burke: lo que hay que cambiar es la mentalidad de quienes gobiernan la Iglesia Católica hoy en día, y no sé si el señor Burke, que debe de ser un excelente asesor de imagen, es la persona ideal para asesorar en ese cambio de mentalidad.