Más allá incluso de lo que Josef Knecht (18/05/2012) defiende con maestría, clarividencia y sentido común la conveniencia de reivindicar una moral sexual sin necesidad de convertirla en una inquisición del sexo, diría que el Opus Dei se ha convertido de facto en una verdadera inquisición, pero del placer. Esta institución satélite de la Iglesia que nos ocupa mayormente en esta página, ha venido a violentar todavía más la doctrina oficial de los católicos para convertirla en bandera de una supuesta y mal entendida perfección.

Aunque la Iglesia no ha sabido hasta el momento adaptarse a los tiempos en algunos temas, a ella nos debemos los fieles, pero no sin dejar de aportar ideas ni debatirlo. La callada por respuesta es el perfecto escenario para que tome cuerpo la sumisión que, aún no formando parte de diccionario del cristianismo, bajo formas y denominaciones camufladas se impone sutilmente en sus ámbitos más radicales y en nada la beneficia...  

Repasando y siguiendo cronológicamente las aportaciones de esta web desde su comienzo –voy por Diciembre del 2008- constato más escritos de lo que imaginé sobre una parte de la sexualidad dentro de la Obra: la homosexualidad.

Evidentemente donde se pone más énfasis es en los casos de l@s numerari@s que al vivir juntitos en los centros se les presupone un mayor conflicto, pues no es posible apartarse de la ocasión ni aún queriéndolo en el bien entendido de que a un@ le atraiga personas del mismo sexo. A menos claro está que fueran capaces de mantener permanentemente la mirada en el piso o en el techo toda su vida. Una cosa es cuidar la vista en la calle y otra en tu casa de forma perpetua: qué inhumano!

Y haciendo memoria de este supuesto he ido recordando episodios de mis años en la obra cuando todavía no era prelatura. Confieso que para mis adentros etiquetaba injustamente y casi inconscientemente pero directamente de “maricón” ("machihembra" según la escritora opusina Pilar Urbano) al numerario que llevara foulard en vez de corbata. Me consta que yo no era el único que pensaba así y lo más probable es que me limitara a seguir las fáciles consignas cual adolescente embobado y deslumbrado por algunos mayores.

No era una reacción homofóbica en sentido estricto pero tenía claro que a los “hermanos” que tenían por costumbre vestir así serían sujetos por los que jamás se me haría una corrección fraterna por amistad particular. Los había de muy distinto pelaje y formas, como también de muy machos –supongo- que adornaban sus gargantas con esta especie de pañuelo.

Debería ahora pedir disculpas a cuantos han usado el foulard por meterles en el mismo saco y lo hago sinceramente, pero por varios años era una señal de alarma, una más. Evidentemente ni todos los que lo llevaban eran de la acera de enfrente ni todos los que llevábamos corbata éramos o teníamos necesariamente el sello de “heteros”. No digo “normales” porque la liaría todavía más. El hecho es que muchos de los usuarios obedecían a un patrón de conducta específica dentro del mundo opusdeístico. Era patente que los más amanerados lo vestían con aparente orgullo y con más asiduidad que el resto. Recuerdo a muchos, si, a muchos de ellos y no erraría más allá de un pequeño margen al adjudicarles sus innatas tendencias sexuales. Valga decir que los respeto y los comprendo, aunque mi gran corazón se apena por -puestos a estar con alguien- perderse algo tan extraordinario como es estar con una mujer siendo hombre y viceversa. Me consta que ell@s piensan lo mismo en el otro sentido, de ahí que hay que otorgarles – no es una concesión, es un reconocimiento - la misma dignidad que a cualquier otra persona, pues nada tiene que ver lo uno con lo otro: hijos de Dios sin paliativos, sólo faltaría.

Es más, no pretendo saber la razón por la que muchos de estos “hermanos” amanerados con su inseparable complemento de seda llegaban a ser secretarios competentes -con sus manías, claro- , con lo que tendrían un buen espíritu corporativo y sin duda mejores -en muchísimos aspectos- que un servidor, que nunca llegué a escalafón directivo alguno, ni valores específicos que me avalaran para tales funciones.

Pero la duda me acecha después de leer los interesantes escritos de Atomito (24/11/2008) y otros que justificaría de alguna forma la similitud o exactitud de estos amaneramientos de gente de la obra tomadas a imagen y semejanza del propio Fundador.

Los aspectos referidos al placer sexual han sido siempre tema más que tabú en determinados ambientes religiosos y también –hay que reconocerlo- en otras culturas ajenas a la nuestra. La despiadada idea que castrar genitalmente a las mujeres ha sido y es –en todas sus dimensiones- una forma de expresión de lo dicho. No quiero ni imaginarme que el placer fuera de repente aceptado como el bien querido que es por Dios en la praxis sectaria de la institución, ni por supuesto que la homosexualidad fuera nunca reconocida como práctica indistinta a la heterosexualidad aún dentro de un supuesto matrimonio canónico reconocido como tal. La que se liaría sería indigestible y supondría el cisma del Opus Dei de la Iglesia de Roma, por teorizar un poco y asumiendo que la Iglesia aceptara la naturaleza humana completa, en toda su real dimensión, cosa improbable a corto plazo y doctores numerarios tiene infiltrados la Iglesia para evitarlo.

Es algo dantesco e hilarante imaginarse centros de hombres i/o de mujeres “heteros” y centros de “homos”.

Ergo,… oficialmente hoy no pueden existir miembros célibes con tendencias "homo" viviendo como numerari@s en un mismo centro, pues de alguna forma sería como reconocer que podrían existir centros mixtos. En este último caso estoy seguro y convencido que los índices de fidelidad serían mayores al contrario de lo que muchos otros pensarán. Más que nada por qué estos no pueden ser más bajos de lo que en realidad son actualmente: hay que ser positivos y por ideas que no falten. Es que las tentaciones y las ocasiones también tienen cosas buenas.

No sigo por este sendero, pues se me ocurren ideas propias de los guiones de Woody Allen. Y puestos a escribir guiones, los que servirían a la industria del porno más hard leyendo las propuestas de los sacerdotes del Opus Dei dando instrucciones de distintos procederes para recoger líquido seminal de uso clínico sin pecar. De ello se deduce que los solteros castos lo tienen muy doloroso. Enlazo con la buenísima y sabia respuesta del jesuita que menciona Mois el pasado Viernes:"... estas cosas se hacen y luego se consultan".

Siempre se ha dicho que la realidad supera a la ficción y admito cierta auto-represión para dar por zanjado el tema y no herir sensibilidades. Dejemos pues por ejemplo el sado-masoquismo cuando es práctica placentera para algunos y como hacerla compatible con las mortificaciones con instrumentos siendo miembro del Opus Dei.

Manzano