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 Tus escritos: Fiesta A: Día de la madre.- Pechina

060. Libertad, coacción, control
pechina :

En el día de ayer, primer domingo del mes de mayo, se celebró en la sociedad civil española, el DÍA DE LA MADRE. A mi entender, y más allá de las connotaciones comerciales, el día de la madre es cada uno de los días del año, las 24 horas del día, con una disponibilidad materna y comprensión totales. Ser madre implica para mí el deber de educar a uno o más hijos, y de educarlos cristianamente. Este es el fin primario del matrimonio: tener y educar a los hijos. No sólo tener. En igualdad de importancia. Y educarlos es saber decir muchos SÍES y a la vez muchos NOES. Y este hecho educativo es algo intrínseco a la naturaleza maternal que se prolonga durante toda la vida.

En esta web, últimamente, se están debatiendo interesantísimos temas sobre el matrimonio, la concepción, la Humane vitae, etc,… Permitidme, queridos lectores, que hoy saque a colación el tema de la maternidad y más en concreto, de la maternidad de un hij@ numerari@. Fiesta esa que en el argot del lado oscuro sería o debería ser catalogada como fiesta A, de traje y corbata, aperitivo incluido...



Creo sinceramente que poco se ha hablado en esta web del papel de las madres de numerari@s. Y aún menos si nos referimos a madres que no sean supernumerarias. A estas madres nos llega el momento de la adolescencia de nuestro hij@. En este crucial momento, cuando quizá más nos necesita él/ella y cuando más necesita de nuestro criterio materno, cuanto más necesita nuestro cariño, nuestras directrices, nuestros permisos y nuestras negaciones razonadas, nos lo arrebatan con un cuasi-secuestro, lo formatean y se lo llevan de su casa, aún con su minoría de edad, hacia un centro de reclutamiento y de adoctrinamiento, muchas veces – la mayoría – sin que la madre sepa en aquel momento dónde lo llevan exactamente y en qué condiciones.

Esta madre con truncada maternidad, apenas percibe el cambio brutal que se avecina. Está claro que nadie la ha informado. Pasan días, meses. El hij@ no vuelve. Apenas llama. En las pocas conversaciones que tienen madre e hij@ no se oye casi nunca aquel “te quiero mamá”. Parece más bien que tales palabras se han borrado del lenguaje filial. Llega un primer encuentro cara a cara. Aparece un hijo físicamente desconocido, ausente, ido, desmejorado, mirada perdida, palabras raras, repetitivas, lejanas; andares nuevos, imitadores de otros poco o nada conocidos. Sonrisas casi ausentes. Sólo sonrisas. Aunque antes fueron risas abiertas, ahora apenas se han quedado en cortas y forzadas sonrisas. Mi hijo ha sido amoldado y al desmoldarlo ha cambiado su existencia, su vigor, su “yo” propio. Ya no es él.

Ella, la madre, con toda la inocencia y el amor de una madre, hace el gesto de abrazarle. El hij@ se retira y omite tal gesto de ternura. La madre vislumbra una primera señal de alarma: ¿Qué ha pasado? Mi hijo ya no es él. A mí, madre, me insinuaron que él viviría una vida cristiana en medio del mundo, y de golpe, aquello que es tan frecuente en medio del mundo
– abrazar a una madre – ya no lo hace. El hijo está en un inexpugnable bunker. Casi totalmente ido. Le han desaparecido sus explosivos sentimientos. Se ha convertido casi en un zombi. Apenas habla con sus antiguos compañeros del bachillerato. Apenas habla con sus hermanos y mucho menos con el resto de la familia. Trata a su madre como una extraña.

La madre se queda alertada, aterrorizada, muy preocupada, estupefacta en este primer encuentro, empieza a pensar que su hijo se ha “metido en algo raro”. ¿Quizá ha enfermado? Como es madre, tiene la osadía de decirle a su hijo ¿Qué te pasa? El hijo omite la respuesta por falta seguramente de fuerzas.

La madre, que sigue siendo su madre, más preocupada aún, intenta hablar con algún “responsable”, el cual la trata poco menos que de discapacitada. La trata con desprecio. Si la madre insiste la echa a la calle, compuesta y sin hijo.

En eso hemos llegado ya a la mayoría de edad del hijo. Importante dato este, pues la madre ya no puede libremente llevarse a su hijo de aquel “antro” a no ser que el hijo quiera (cosa que no sucede) pues al hijo le han adoctrinado muy concienzudamente: “¡tu madre es el demonio que se presentará para poner en duda tu vocación!” Así el hijo, con la voluntad propia perdida, anulada, deja pasar los años quedándose, como por inercia – que no por voluntad – allí, en aquel extraño entorno que ellos, los del lado oscuro llaman familia espiritual.

Al pasar los años, la madre, que aún sigue siendo la madre, ve como desfilan en el calendario las onomásticas, cumpleaños, celebraciones familiares, navidades, reyes, etc. Sin que su hijo aparezca. Sin que apenas llame.

Ella cree – y digo cree – porque casi nada sabe de su hijo, que él estudia la carrera que había elegido desde casi su infancia. A veces, sólo algunas veces, ¡eso es cierto!, pero muchas otras veces no se cumple este deseo personal: mentes extrañas le han dicho a su hijo que “para esa carrera no vale” y si vale para otras que “ellos” han elegido.

A la madre, que sigue siendo su madre, se le exige pagar rigurosamente el colegio mayor, veranos incluidos con los correspondientes extras o dobles para los cursos anuales. Así, invierno y verano las pequeñas aspilleras del bunker se van cerrando, empequeñeciéndose, dejando pasar menos y menos luz externa y aire fresco cada día. Es en este momento, en que la madre ya ve totalmente manipulado e inaccesible al hijo, cuando puede convertirse en :

-Madre pagana, como bien describe una asidua colaboradora de esta web.

-Madre no pagana, en cuyo caso se pone en marcha la maquinaria prestamista con todas las rúbricas correspondientes, para poder pagar los estudios y estar así más atado y bien atado al Opus Dei, y devolver hasta el último céntimo cuando el hijo pueda trabajar sin olvidar los intereses, claro.

En eso, tu hijo puede haber cambiado de lugar de residencia, de universidad, de carrera, sin que tú, madre, que sigues siendo su madre, tengas arte ni parte en estas decisiones de cambio.

Ella busca explicaciones, llama, pide, acude a las delegaciones, intenta que sean atendidas sus peticiones con un lógico razonamiento, el cual, nunca llega.

Todo ello, incluidas las correspondientes y frecuentes enfermedades ocultadas, las visitas a los psiquiatras i/o psicólogos (del lado oscuro, claro) los ingresos quizá en la cuarta planta y mucho más, hecho en nombre y gloria de Dios.

La madre, horrorizada acude a la Santa madre Iglesia. Ve, pero, que ésta lo permite a pesar de conocer todos los errores y horrores que esta organización comete, ha cometido y por lo que vemos, cometerá. ¿Por qué? Como madre no tengo respuesta.

¿Será este un pecado o grave falta de OMISIÓN por parte de la Iglesia?

La madre, con su gran sufrimiento, indefensa, y siendo madre aún, no la dejan ejercer como tal, habiéndola bautizado casi o sin casi, de demonio, en aras a un peligro para la “vocación” del hijo que se “fabricó” en un momento dado y que, jamás se la puede cuestionar bajo seria amenaza de condenación.

A la madre, que sigue siendo madre, se la ha insultado, calumniado, mentido, engañado. Y lo más grave, no se la deja ejercer este noble y privilegiado papel de madre que el Señor le otorgó desde el día en que le concibieron junto con su esposo. La madre pasa al contenedor de desechos.

Feliz día de la madre. Para todas las madres que se han encontrado, se encuentran o se encontrarán con situaciones parecidas. Seguid siendo madres. Nada ni nadie puede arrebatar este don. Ni el opus dei. Y nadie puede sustituir esta tarea maternal. En el fondo del corazón de nuestros hijos, seguimos estando allí, con ellos.

Una madre pagana

Pechina




Publicado el Monday, 07 May 2012



 
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