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 Tus escritos: Lecciones básicas de Catecismo para el Prelado del Opus Dei.- Simple-mente

090. Espiritualidad y ascética
simple-mente :

Querido Javier:

Voy a tomarme la molestia de leerte algunas frases del Catecismo. Por supuesto me estoy refiriendo al Catecismo de la Iglesia Católica, que tienes algo olvidado, y no al de la obra, que es el que lamentablemente tienes siempre como referencia de tus acciones.

Mi consejo es que te olvides por un momento de vuestro catecismo de la obra y te dejes inundar por las sabias palabras de nuestro (tuyo, mío y de todos) Catecismo.

Hoy voy a citarte algunas frases que, habida cuenta de tu comportamiento y el de tu institución, entiendo que, o bien no has leído, o bien te niegas a obedecer. Cualquiera de los dos casos me parece muy grave para un prelado.

Voy a citarte lo que dice nuestra Santa Madre Iglesia sobre la conciencia...



1776 “En lo más profundo de su conciencia el hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, llamándole siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal [...]. El hombre tiene una ley inscrita por Dios en su corazón [...]. La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella” (GS 16).

1778 La conciencia «es una ley de nuestro espíritu, pero que va más allá de él, nos da órdenes, significa responsabilidad y deber, temor y esperanza [...] La conciencia es la mensajera del que, tanto en el mundo de la naturaleza como en el de la gracia, a través de un velo nos habla, nos instruye y nos gobierna. La conciencia es el primero de todos los vicarios de Cristo» (Juan Enrique Newman, Carta al duque de Norfolk, 5).

1779 Es preciso que cada uno preste mucha atención a sí mismo para oír y seguir la voz de su conciencia. Esta exigencia de interioridad es tanto más necesaria cuanto que la vida nos impulsa con frecuencia a prescindir de toda reflexión, examen o interiorización.

1781 La conciencia hace posible asumir la responsabilidad de los actos realizados. Si el hombre comete el mal, el justo juicio de la conciencia puede ser en él el testigo de la verdad universal del bien, al mismo tiempo que de la malicia de su elección concreta. El veredicto del dictamen de conciencia constituye una garantía de esperanza y de misericordia. Al hacer patente la falta cometida recuerda el perdón que se ha de pedir, el bien que se ha de practicar todavía y la virtud que se ha de cultivar sin cesar con la gracia de Dios.

1782 El hombre tiene el derecho de actuar en conciencia y en libertad a fin de tomar personalmente las decisiones morales. “No debe ser obligado a actuar contra su conciencia. Ni se le debe impedir que actúe según su conciencia, sobre todo en materia religiosa” (DH 3)

1789 En todos los casos son aplicables algunas reglas:

— Nunca está permitido hacer el mal para obtener un bien.

— La “regla de oro”: “Todo [...] cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros” (Mt 7,12; cf Lc 6, 31; Tb 4, 15).

— La caridad debe actuar siempre con respeto hacia el prójimo y hacia su conciencia: “Pecando así contra vuestros hermanos, hiriendo su conciencia..., pecáis contra Cristo” (1 Co 8,12). “Lo bueno es [...] no hacer cosa que sea para tu hermano ocasión de caída, tropiezo o debilidad” (Rm 14, 21).

1790 La persona humana debe obedecer siempre el juicio cierto de su conciencia. Si obrase deliberadamente contra este último, se condenaría a sí mismo. Pero sucede que la conciencia moral puede estar afectada por la ignorancia y puede formar juicios erróneos sobre actos proyectados o ya cometidos.

Me gustaría que meditaras las siguientes frases del Catecismo:

La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella.

La conciencia es el primero de todos los vicarios de Cristo.

El hombre tiene el derecho de actuar en conciencia y en libertad a fin de tomar personalmente las decisiones morales.

Nunca está permitido hacer el mal para obtener un bien.

Todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros.

Pecando así contra vuestros hermanos, hiriendo su conciencia, pecáis contra Cristo.

Por otro lado, como sé que no te fías mucho de las parroquias que no son de la obra y prefieres siempre seguir los textos sectarios de San Josemaría, voy a citarte unas maravillosas palabras de una hoja parroquial de este domingo. ¡Cuánto bien harías a todos los cristianos si por una vez te mantuvieras en silencio y humildemente escucharas las sabias palabras de otros pastores de la Iglesia!:

En la segunda lectura, san Juan subraya el compromiso de forjar en rectitud moral la existencia cristiana. Escribe contra algunos que limitaban el cristianismo a un sublime conocimiento. Perenne tentación de disociar la teoría de la praxis, la fe de la moral. Ser cristiano es irradiar en el mundo la Verdad de Cristo Resucitado con sinceridad de pensamiento, actos y actitudes. El texto de hoy pertenece al contexto que desautoriza a ciertos pseudocristianos, cuya actitud acabaría por llevarlos al "gnosticismo". Se creían inmunizados al pecado y ya perfectos gracias a un puro "conocimiento" religioso. Quien descansa en su "conocimiento" de Dios menospreciando los Mandamientos, hace de sí mismo una mentira viviente.

Javier, la obra como institución impide a sus fieles que cumplan 8 de los 10 Mandamientos. Como argumenté en un escrito que envié hace tiempo, únicamente cumplís el tercero y el sexto.

Por eso te pido que medites las palabras de San Juan:

En esto sabemos que conocemos a Jesucristo: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice “Yo le conozco” y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él (Juan 2, 1-5)

Un fuerte abrazo,

Simple-mente




Publicado el Friday, 27 April 2012



 
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