En relación con lo que pregunta Chale: “¿No es necesario escribir la carta de dispensa?”, le diría que haga lo que le parezca, si quiere escribirla que la escriba, si no quiere que no la escriba: ellos le darán la dispensa de todos modos. 

¿Por qué? Pues por una razón bastante sencilla: los compromisos de la oblación y de la fidelidad, además de hacerse mediante los llamados “compromisos previos”, es decir el contrato que vincula a la prelatura, pero que ahora es simplemente un paso hacia el verdadero vínculo, se hacen mediante unas formulas que se pronuncian “coram Ecclesia” que constituyen –aunque no lo quieran reconocer – auténticos votos como los que hacen los religiosos y que constituye un “vínculo sagrado”. En el Oratorio, delante del cura revestido con sobrepelliz y estola, símbolo de su ministerio, y delante de testigos, se pronuncia en voz alta la fórmula sagrada.

En la Iglesia, para que pueda deshacerse un vínculo sagrado, se necesita dispensa. 

Todo esto no sería raro ni extraño, ni necesitaría explicación, si en el Opus Dei fueran claros, pero desgraciadamente no lo son. Ninguna monja, ni ningún religioso, ni nadie que haga un voto privado, dudaría un segundo de que para dejar de cumplirlo necesita dispensa: en el Opus Dei, uno se queda perplejo de tener necesidad de dispensa alguna, porque le han dicho por activa y por pasiva que es un laico corriente, que no cambia de estado y que no tiene nada que ver con esas zonceras eclesiásticas.

Pero resulta que como tantas otras cosas no es verdad: se necesita de esas “zonceras” eclesiásticas, porque sin comerlo ni beberlo uno ha emitido un voto que lo ata con un “vinculo sagrado” a la institución.

Pero como uno no es consciente de eso, ni lo ha sido nunca, ni nadie se lo ha explicado con claridad, puede hacer lo que le dé la gana: ellos al final se sentirán obligados a deshacer el “vinculo sagrado” y te darán la dispensa aunque no la pidas…. Por cumplir un requisito jurídico y seguramente por aliviar sus conciencias.

Haenobarbo