Saludos a todos. No me he olvidado del correo que envié la semana pasada. Decía ayer las similitudes que encontrábamos con los fariseos y cómo podríamos establecer un curioso paralelo entre las maldiciones de Jesús a los fariseos en Mateo, con un opus S.XXI. Dejaré las maldiciones para otro momento porque hoy quería hablar de experiencias personales. Me sobran, por desgracia, pero el problema es que, siendo relativas a un mal estructural, tienen nombre y apellidos, sujetos activos que pueden leer esto y darse por aludidos, aún en una realidad tan extendida dentro de la sexta.

Hoy me limitaré a exponer lo que serán dos partes de su batalla por ganar almas (eso de ganar el alma, qué parecido tiene con otro que se interesa por ellas, al cristianismo le interesan las personas), en la que se entra en batalla desde trinchera y desde espionaje. La trinchera le llamo yo a lo que todos hemos vivido en mayor o menor medida. Se trata de que te metan al Univ sí o sí, y se pasen todo el maldito viaje dándote la brasa con cantidad de anécdotas del "padre" para exponerte la imperiosidad de que entres para poder ser santo. Así, viví mucho antes una continua batalla de trinchera mientras que no era consciente de la necesidad de combatir. Me obligaban con por favores y gracias a ponerme en oración, confesar (donde se ejerce una campaña política de trinchera fuerte), dirección espiritual, círculos... Y como dice Fisac, no me atrevía a decir no y, por tonto, recibiendo granadazos.

Esta labor de trinchera yo pensaba que la hacían conmigo porque era una especie de persona que caía bien en su entorno. Lo simpático fue en un, digamos, meeting en que se encontraban varios de distintos clubes de pescas varias, que es como se disfrazan. El caso es que dando un leve paseo por esa casa mayestática me encontré con un numerario al que llevaba tiempo sin ver, me comentó que teníamos que quedar, que si qué era de mi vida, que si me echaba de menos, que si tenía que contarle cómo iba todo... Hasta que paseando encontramos al que me llevó y en el encuentro le dice "no hace falta, está conmigo". Se acabaron sus ganas de verme y su amistad, ya estaba otro luchando este frente y haciendo su apostolado... No volvería a acosarme porque ya tenía otro acosador de la secta haciendo esa labor.

Así van trabajando en trinchera, de uno en uno, bombardean hasta conquistar un "alma", al precio que sea, mintiendo, fingiendo, dando falsas esperanzas y, sobre todo, dando la publicidad al "padre" para que todos amemos la irrealidad de la que ellos forman parte.

En una ocasión visité (bueno, en muchas) opus-info, donde encontré una lista de obispos españoles favorables o pertenecientes a las SS [Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz]. Esto me extrañó, pero descubrí que era cierto, tristemente cierto. Aquí viene la segunda labor de la lucha en la Iglesia, la labor de espionaje y fingida diplomacia. Hay obispos que tienen seminaristas y sacerdotes que forman parte de la Iglesia, a los que ellos llevan por el camino opusino. Se dedican a poner formadores en seminarios que sean favorables, les imponen la vestidura negra, les imponen directores de la SS, les van quitando libertad de espíritu y conciencia y ejercen una labor nefasta en favor de la obra y sus derivados. Así he visto que a seminarios enteros se les lleva a Torreciudad, se les va introduciendo la espiritualidad malsana pietista contraria a la libertad, se les van dejando los gustos de esa secta para que cuantos más mejor, de manera conducida pero elegante, formen parte del club. Es peor que la otra porque no se ve venir, es más dañina porque ataca directamente a los corazones sin que uno esté preparado y, por supuesto provoca un resultado más excelente, porque hay una promesa sacerdotal que es "respeto y obediencia a mí (dice el obispo) y a mis sucesores" en la que los sacerdotes deben de estar muy atentos para no caer en lo que es una concepción de servilismo por obediencia caritativa conforme a la voluntad de Cristo.

Además hay obispos que no son de la SS., pero de estos se encargan los del opus poco a poco, van a sus retiros, escuchan y leen atentamente todo lo que dicen o escriben, y en el momento en que no les gusta... llamada a Nunciatura para que ese obispo no siga el curso natural, para que no se interponga en su labor, dañando a la Iglesia local en su pastor, para que el rebaño les sea favorable. Me consta, tristemente, de casos muy lamentables, que seguirán si no están despiertos, porque es algo tan diplomático que uno no se percata de manera directa.

Seguiré informando poquito a poco, con cautela, y, como decía, estoy abierto a todo comentario a favor o en contra, para bien de todos, especialmente de mi amada Iglesia y fin del parásito sectario que la daña y nos daña a todos. Muchas gracias por su paciencia.

Benedicto III

Pd: hubiera escrito más, pero tengo poco tiempo, mucha ocupación y cuesta sacar temas amontonados a lo largo de lustros y décadas de manera ordenada y sencilla.