En la Cosa hay costumbre de seguir como autómatas a unos cuantos que se erigen como líderes del pensamiento interno. A nadie de la Cosa se le ocurre cuestionar cualquier parida que diga A. L., cualquier escrito de A. P., o cualquier otra cosa que el gurú de turno lance por su boquita. Amén, amén, será la respuesta...

Con G-H pasa un poco de lo mismo. Pasa por ser uno de los grandes pedagogos, un visionario, el que supo interpretar la voluntad del Santo de los santos en materia educativa, creando colegios “por iniciativa de un grupo promotor de padres preocupados por la educación de sus hijos”, o sea, por la Delegación de turno. Pues este G-H era un conspicuo académico beneficiado por la purga de la universidad en los primeros años del franquismo, tan al servicio del integrismo como el que más en esa época. Entre otras cosas, porque si no, lo hubieran echado como pasó con muchos otros que fueron en su día alumnos de Ortega, Zubiri, Morente, etc., y que no dieron su brazo a torcer.

Julián Marías nunca obtuvo la tesis doctoral. Con una tesis dirigida por Zubiri (nada más y nada menos) sobre el padre Gratry, teólogo y catedrático de la Sorbona en el XIX. No, nunca. Pero Marías fue con el tiempo uno de los más grandes intelectuales del siglo XX. ¿Por qué no la obtuvo? Porque su tribunal de tesis la suspendió. Y, ¿qué tiene que ver García Hoz? Así lo cuenta Marías en sus memorias (Páginas de Espuma 2008, 238-9):

“Apenas terminada la tesis, se fue imprimiendo; ya en el curso 1941-42 la presenté, en juegos de galeradas. Se convocó la defensa de la tesis para el 13 de enero. Zubiri mandó un informe muy elogioso, pero no vino a Madrid; presidía Morente [¡¡nótese que era nada más y nada menos que García Morente!!]; los otros miembros del tribunal eran el P. Manuel Barbado Viejo, Juan F. Yela Utrilla y Víctor García Hoz. El P. Barbado era dominico, hermano del obispo de Salamanca, psicólogo, director del Insituto de Filosofía Luis Vives, el gran personaje de la filosofía oficial de entonces; Yela Utrilla era un hombre extraño, exaltado políticamente; García Hoz, pedagogo, estudiante de mi tiempo. […] Nada de académico tuvo aquello; el tribunal parecía más bien el de una ‘cheka’. Salvo Morente, desplegaron una insólita agresividad contra la tesis y, todavía más, ¡contra el P. Gratry! […] Reunido el tribunal para deliberar, declararon que la tesis debería ser suspendida. “Quieren ustedes decir – preguntó Morente – que sea devuelta?” no, respondieron, que sea calificada de “suspenso”.”Será con mi voto en contra”, dijo Morente, y salió con gesto de indignación. Me entregaron la papeleta, firmada por García Hoz; decía “Suspenso (con el voto en contra del Sr. Morente)”. En la papeleta puede leerse, impreso: “Las calificaciones serán Sobresaliente o Aprobado””.