Me han parecido muy oportunos las observaciones de Guillaume en relación al estatuto que Escrivá aplica a la mujer en los primeros reglamentos de la Obra.

            Me parece ofensivo poner como requisito los 40 años para ocupar un cargo en la Asesoría Central (Régimen, art. 25, 2) y sólo 30 para los varones del Consejo General (cfr. ibidem, art. 17, 2 y art. 27); o 40 años para ser Missa (cfr. ibidem, art. 26, 3), mientras que para ser Missus no hay límite de edad (cfr. ibidem, Art. 18, 3); o 30 años para ser Vocal de la Asesoría Regional (cfr. ibidem, art. 32, 2), cuando para serlo de la Comisión Regional no se pone límite de edad (cfr. ibidem, art. 30): da la impresión de fiarse menos de las socias.

            Y también me parece un agravio que para dirigir un Centro de estudios de varones haya que ser electo, mientras que para los de mujeres, baste con estar consagrada y haber cumplido los 30 años: parece como si la formación de las mujeres no debiera ser tan exigente como la de los varones.

            Igualmente, resulta muy fuerte que diga que la obra de San Rafael con varones “se dirige a los jóvenes estudiantes universitarios o alumnos de Escuelas Superiores” (cfr. ibidem art. 12, 1) que acaben ocupando los altos cargos de la sociedad, mientras que “entre las mujeres, la Obra de San Rafael trabaja con el fin inmediato de formar buenas madres de familia cristianas. Y desarrolla su labor en el campo, mediante granjas, etc.; y en la ciudad, con hogares, residencias, etc.” (cfr. ibidem, art. 13, 1).

            Que no nos lo presenten como un pionero de la promoción de la dignidad de la mujer. Ya habían pasado 11 años desde la fundación de la sección de mujeres y todavía seguía con estos planteamientos. Si hubiera recibido un carisma para la promoción social y cristiana de las mujeres, no se habría adaptado a la mentalidad dominante en la España de aquellos años.

                                               Trinity