Hola, Paulino.

Muy interesantes todos tus escritos.

Sobre el celibato:

1. “No es bueno que el hombre esté solo” (Génesis,  2, 18).

2. El celibato es algo mágico, una creencia ancestral en el poder del célibe, algo muy indígena, muy africano. Los romanos tenían sus vestales y los católicos tenemos nuestros sacerdotes, a quienes vemos como seres poderosos, unidos de manera misteriosa al más allá...

3. Es interesante ver las iglesias a la hora de la comunión. La fila del sacerdote célibe es la más larga y la más peleada. Los que están en la fila del diácono o de los ministros laicos se sienten incómodos y quieren cambiarse. Si al niño lo bautiza un diácono, un médico o una enfermera, los papás lo hacen bautizar después otra vez de un sacerdote célibe. Y ese bautizo es el que para ellos vale. Que la gracia de los sacramentos es ex opere operato es una verdad que los católicos desconocen. El celibato es eso: una exigencia del pueblo inculto, que ve en el sacerdote un druida, un brujo, un chamán, que debe ser puro y casto hasta el extremo del celibato.

4. Con razón el Concilio de Trento autorizó el clero casado en la iglesia de Occidente y cinco siglos después no se había ordenado ni un casado. Por eso tuvo que venir el Vaticano II a abrir otra vez esa puerta que ya estaba abierta, pero por la que nadie se había atrevido a pasar.

4. Mal ejemplo el de Moisés, que, según el Éxodo, deja a su esposa Céfora al cuidado de su suegro, para estar más disponible para su misión. Lo que no vi, quizá mi Biblia estaba incompleta o yo muy distraído, fue la petición de Yahvé Dios para que hiciera tal renuncia. Era un celibato por comodidad.

5. San Agustín no habla desde la ignorancia cuando traza tan altas metas de pureza a sus seguidores. Habla desde la experiencia de una vida libertina, anterior al ascetismo que emprendió después, ya satisfechos sus impulsos juveniles.

7. ¿Por qué a los rabinos judíos se los insta a casarse y a ser maridos ejemplares en vez de pedirles celibato?

6. ¿Por qué los apóstoles, excepto Juan, y los primeros sacerdotes no eran célibes?

8. Tan poco importante es el celibato que, cuando Bulgaria se convirtió al catolicismo, en el siglo IX, pidió al patriarca de Constantinopla instrucciones y este le contestó que debía tener clero célibe. Bulgaria vio que esa era exigencia inapropiada, acudió a Roma, y Roma, muy sagaz, ¡ojo!, le dio la bienvenida y le dijo que podía tener clero casado. Así de importante es el celibato. Se puede borrar de un plumazo. Es una petición divina, sino una decisión humana.

9. Si el celibato fuera tan importante como lo ven algunos, no se entendería que los sacerdotes provenientes del luteranismo en Alemania, del episcopalianismo en los Estados Unidos y del anglicanismo en Inglaterra, hayan sido recibidos por el papa (desde Pío XII hasta los pontífices recientes) con la autorización de ejercer su ministerio sacerdotal en parroquias católicas y simultáneamente seguir adelante con su vida de casados. Hace unos años hubo un caso muy publicitado en España.

10. Ni siquiera la monogamia es culturalmente válida en todos los lugares (mucho menos el celibato). Los indígenas americanos eran polígamos y, cuando llegaron los españoles y los convirtieron a una religión que exalta la pureza, el celibato, la virginidad y la monogamia, ellos, ya bautizados, abandonaron a sus esposas y a los hijos de esas esposas y se quedaron con una sola. ¡Qué bárbaros! ¿No?

11. Hoy en día los misioneros que trabajan con comunidades negras, afrodescendientes, en América, preparan a los fieles para el bautismo, la confirmación, la confesión y la comunión, pero no para el matrimonio, porque la monogamia cristiana, católica, es una sofisticación social demasiado alta para ellos.

12. Los buenos musulmanes son polígamos, y siguen la palabra de Dios escrita en el Corán. El Corán fue dictado al profeta Mahoma por el arcángel san Gabriel, el mismo que anunció a María. ¡Cómo pudo san Gabriel dictar algo que no fuera voluntad de Dios!

13. Los cristianos de Utha son polígamos, en cumplimiento del “creced y multiplicaos y llenad la Tierra” (Génesis, 1, 28). Son cristianos con todas las de la ley, puritanos como ellos solos, y tiene cinco, seis, siete, ocho, nueve esposas y quince, veinte, treinta hijos.

14. Ya ser monógamo en nuestra cultura es una finura social excelsa y, en todo caso, una bendición de Dios. Jesús exaltó el matrimonio en las bodas de Caná. No lo declaró inadecuado, ni impuro ni apenas tolerable. En cambio, no recuerdo en ninguna de mis lecturas del Evangelio, cinco minutos diarios, durante doce años, que hubiera invitado a sus discípulos a ser célibes. Fue san Pablo el que empezó a molestar con ese cuento en sus cartas, pero haciendo la salvedad de que si alguien no podía no estaba obligado a ser célibe.

15. Hoy se ve a los castrati como algo insólito que nunca debió permitirse en la Iglesia. Sin embargo, fueron varios siglos de castrati. Algo antinatural. Quizá dentro de unos siglos se vea igual el celibato obligatorio. Es antinatural, y podría llegar a verse como algo absurdo, y mucho más a la luz de los últimos y vergonzosos acontecimientos.

Sobre la Obra:

1. Bien podría la Obra funcionar sin miembros célibes. Pensando en lo que podría ser el futuro de la institución, como lo haces tú, Paulino, yo veo que la Universidad de la Sabana, de Chía, Colombia, ha funcionado, funciona y puede seguir funcionando perfectamente bien bajo la dirección de supernumerarios. Los dos últimos rectores han sido supernumerarios y qué bien lo han hecho. Al actual le correspondió el reto de recuperar el campus universitario anegado por las inundaciones del río Bogotá. A los ocho días tenía a todos los alumnos estudiando en sedes alternas. A los tres meses el campus estaba recuperado y listo para resistir el embate del siguiente invierno. Los medios de comunicación dieron cuenta al mundo de este logro. Los vicerrectores son supernumerarios. Los decanos y las decanas también, en su gran mayoría. Los capellanes no, pero espera, Paulino, y te digo cómo puede cambiar esto.

2. He comprobado a lo largo de la vida que hay supernumerarios más entregados que muchos numerarios. Son personas mucho más sanas mentalmente, sin tanta neurosis, con mayor disposición de servicio, porque son casados. El trabajo apostólico del supernumerario tiene un toque de liberalidad, de voluntariado, del que carece el trabajo del numerario, que lo suele hacer más por obediencia. Esto, con todas las honrosas excepciones que tú quieras.

3. Hasta aquí tenemos que las obras apostólicas pueden funcionar con supernumerarios. Ahora, se llega al límite del sacerdocio. Los sacerdotes tienen que ser célibes y en consecuencia provenir de las filas de los numerarios. Bueno, por ahora es así, pero en el futuro el asunto puede cambiar. Cuando la Iglesia popularice la ordenación de presbíteros casados, realidad de la cual no estamos muy lejos, los supernumerarios (¡quién mejor que ellos!) podrían acceder al sacerdocio.

¡Pero si se trata de una obra laical!

Eso no está tan claro. Al principio se trataba de una obra laical. Ahora es una prelatura clerical. Los únicos miembros plenos del Opus Dei son los sacerdotes y por extensión los seminaristas (en mis tiempos no se podía decir que un numerario fuera seminarista –era una obra laical—).

Cuando la Iglesia católica dé ese cambio que ya casi todas las demás iglesias cristianas han dado, podría haber supernumerarios que se ordenaran y entonces, también la capellanía de la Universidad de la Sabana estaría a cargo de un miembro no célibe. Y ya no se necesitarían miembros célibes. Sería demasiado exótico.

Son ideas, quizá fantasías mías, suscitadas de nuevo por tus interesantes escritos, Paulino.

Un abrazo,

Gómez