No sé a ustedes, lo que es a mí, hace tiempo me cansó el sonido de mi propia voz explicando lo que nadie más quería entender, porque simple y llanamente mis razones y mis propósitos no le importan a nadie, salvo que ese alguien quiera juzgarme y destruirme, con lo cual no importa lo que yo diga para defenderme.

Mis amigos, los de verdad, no requieren explicaciones, me quieren, me han querido y me querrán siempre tal como soy, no importa cuán imperfecta, contradictoria, loca o divertida pueda ser, no importa si ese día ando de mal humor, solo sé que me quieren y los quiero pase lo que pase, así que no les explico nada, ni ellos a mí...

Todo esto viene a raíz de la sonrisa.

Llevo días con esa idea: “escribir algo sobre la sonrisa”, y pensaba que a lo mejor me salía algo poético o un cuento corto de los que tanto me gustan, pero luego parece ser que no va a ir por ahí la cosa…

Y “la cosa” es la palabra clave.

Esta semana me enteré por Opuslibros en Facebook que para “la cosa”, hasta las oraciones tienen copyright, lo cual ni me va ni me viene. Solo me divierte un poco el terror que le tienen a la luz… lo que es de las tinieblas suele temblar ante la luz de la verdad, no hay más enredo.

Va la sonrisa.

En “la cosa” el sonreír no es producto del estado del alma que goza, la sonrisa es una mortificación. DEBES sonreír para que tus parientes y amigos (entrecomillado esto de amigos) crean que eres descomunalmente (descojonantemente) feliz. Que todos lo piensen es más importante que el que lo seas.

Y quienes hemos sonreído un año, dos o treinta, por mortificación, tenemos la extraña habilidad de no mirar sonrisas, sino de detectar miradas, sentir el ambiente, saber qué hay detrás.

En el fondo nos convertimos en un poco “videntes” (como León-O y la espada del augurio).

Conversación en una cafetería limeña:

SUJETO 1: ¿Viste las fotos de Sutanita?

SUJETO 2: Sí, las vi, está en Roma.

SUJETO 1: Aparenta estar feliz.

SUJETO 1: ¿Notaste la mirada perdida?

SUJETO 2: Sí, qué bien se mortifica, ¿se hará santa?

SUJETO 1: jajajajaja…

MARCOS 10, 28-31

En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». Jesús dijo: «Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora en el presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y los últimos, primeros». (BIBLIA; LA SANTA BIBLIA, versión católica: DIOS HABLA HOY.)

PREGUNTA: ¿Cuánto les dará a los que fingen sonreír? ¿Ciento por un razones más para ser infelices y fingir que sonríen?

(Publicado originalmente en este blog)

Margarita Verdeguer S.