Siempre he tenido escrúpulos de conciencia, unido a una cierta timidez y bastante vergüenza para abrir mi alma a otra persona, aunque sea al sacerdote y en confesión. Poco antes de conocer el Opus Dei, tendría 18 o 19 años, estaba bastante inquieto e hice una confesión general que me dejó bastante tranquilo; el confesor me recomendó no volver a pensar en aquellas cosas pasadas, que me quitaban la paz, porque ya estaban perdonadas. No quiero entrar en detalles, pero diré que se trataba de cosas absolutamente normales y corrientes en un adolescente.

Muy pocos días después de pitar, el director (laico) me explicó con bastante detalle lo importante que era la sinceridad tanto con el sacerdote en la confesión (cosa que yo tenía muy clara) como con los directores en la confidencia (cosa que no comprendía tan bien). Y me insistió mucho en que debía contarle -a él- cualquier detalle de mi vida pasada, especialmente si me daba vergüenza o tenía el sentimiento de que no me gustaría que se supiese. Un poco azorado le comenté que había algunas cosas que me daba reparo contar, pero que no quería volver sobre ellas porque ya las había confesado...

Insistió con mucha firmeza en que era absolutamente necesario para mi perseverancia en la Obra, para mi progreso espiritual y para mi fidelidad con Dios que lo contara "absolutamente todo" a los directores. Debido a mi carácter tuve que vencer una gran repugnancia, pero "solté el sapo". Me dijo que había hecho muy bien y que estuviera tranquilo, porque aquel esfuerzo de superar la vergüenza me vendría muy bien por si años más adelante tenía que contar lo mismo a otros directores (esto último me dejó perplejo). Y todo ello, a pesar de que se trataba de cosas anteriores a mi petición de admisión en la Obra, cosas ya confesadas y habiéndome recomendado el confesor no volver a pensar sobre aquello.

Poco tiempo después se desataron, como nunca antes, mis escrúpulos de conciencia y me sobrevino una época terrible. He pasado por situaciones muy difíciles en mi vida interior, pero aquella temporada fue una de las peores; durante meses me pareció haber perdido por completo la esperanza de mi salvación eterna. Al final, gracias a Dios, las cosas se fueron recomponiendo poco a poco.

Siempre fui desde el principio absolutamente sincero; en la charla y en la confesión. Incluso fui sincero "antes", como recomendaba el Fundador. Sí me sucedió en un par de ocasiones que al confesarme el sacerdote "me recomendó con énfasis" que lo antes posible contara en la charla lo dicho en confesión, cosa que ya pensaba hacer y que cumplí inmediatamente. Por fortuna no sufrí lo narrado por otros en esta página a quienes se les negaba la absolución si no daban cuenta de todo a los directores.

Comento estas "minucias" porque la falsedad, tal vez no la más grave pero sí la más evidente, de la carta pastoral del Prelado, de fecha 2 de octubre de 2011, está en la frase que dice: "La charla fraterna no es una cuenta de conciencia. Si en esa dirección espiritual se nos pregunta algo —y, en ocasiones, puede ser bueno y hasta necesario que nos pregunten—, procederán con mucha delicadeza, porque nadie está obligado, concretamente, a decir en la Confidencia lo que es materia de confesión" -pág. 9- (la negrilla es mía).

Muchas de las cosas que se dicen en la Carta Pastoral pueden ser discutidas, pueden ser más o menos exactas, según el punto de vista o según la interpretación que se dé a lo allí escrito. Sin embargo lo que acabo de transcribir es absolutamente falso. Si en algo se nos insistió, desde el primer día, fue en la absoluta necesidad de contarlo todo en la charla; había que "soltar el sapo". Era requisito "si ne qua non" para la santidad, para la perseverancia en la Obra y para la fidelidad a Dios.

La frase que comento dice:

1.- "La charla fraterna no es una cuenta de conciencia"; esto es falso, porque sí es una cuenta de conciencia y rigurosísima, por cierto.

Como decía "Federico" (23-06-2006) "Me parece realmente grave, que fuercen al miembro de la prelatura a que les abra su conciencia en un tema propio del sacramento de la penitencia... Parece que han inventado un Sacramento Profano de la Confesión. No respetan la intimidad sagrada de la conciencia, vulnerando y violando el derecho de toda persona a esa intimidad"

2.- "Si en esa dirección espiritual se nos pregunta algo... procederán con mucha delicadeza; falso también; la mayoría de los directores entran a saco en la conciencia, como elefante en una cacharrería.

3.- "nadie está obligado, concretamente, a decir en la Confidencia lo que es materia de confesión"; esta es otra falsedad y realmente muy retorcida. Porque esta afirmación tiene un precedente que aparentemente le dota de verosimilitud. El punto §214 del Catecismo de la Obra (versión 2010) dice "San Josemaría recordaba que nadie está obligado a decir en la Confidencia lo que es materia de Confesión".

Pero lo que dice el catecismo de 2010 es muy falso. Como ya se avisó en esta página al publicar los principales cambios entre las ediciones 7ª y 8ª del catecismo, esta frase apareció de repente en la edición 8ª, pues carece de precedente en todas las ediciones anteriores.

Además, es una experiencia universal la insistencia de San Josemaría en que se debía contar todo en la charla. Yo no le conocí personalmente, pero recuerdo algunas películas de sus tertulias en que insistía en lo de la "sinceridad salvaje" y otras consignas parecidas.

Corolario

Todo esto me lleva al tema de la censura de los documentos internos. Una de las virtudes de "opuslibros" es poner a disposición de todo el mundo los documentos secretos del Opus Dei, mediante lo cual se puede ver, por ejemplo, la falsedad que acabo de comentar. Si careciéramos de las ediciones anteriores podríamos equivocarnos y pensar que el Catecismo de la Obra "siempre" ha proclamado que "San Josemaría recordaba que nadie está obligado a decir en la Confidencia lo que es materia de Confesión". Consultando toda la documentación interna podemos ver claramente que esta frase es un invento de 2010.

Desde aquí me atrevo a hacer dos llamamientos. Uno, a los lectores de "opuslibros" para que cuenten alguna experiencia personal relativa a la exigencia sistemática de que en la charla se debe contar todo, incluso lo que es materia de confesión. El otro llamamiento es a los directores de la Prelatura y muy especialmente a su Vicario General, para que si pueden citen documentadamente algún caso en que San Josemaría hubiera dicho expresamente que nadie está obligado a decir en la Confidencia lo que es materia de Confesión.

Simplicio.

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