Queridos amigos:

En relación con la pregunta de Ana Azanza y, de rebote, a Atomito.

Antes que nada expresar mi rubor por pretender autocalificarme de científico. Diría más bien que no hice mi carrera en humanidades, que solamente soy un ingeniero, sin más pretensiones que ser amante de las ciencias.

Resulta que tengo un cierto conocimiento del P. Mariano,  ya que fue el primer cura del lado oscuro que conocí, con quien me confesé durante tres años y con quien tuve dirección espiritual durante dos, además de que me dio algunas de las clases más interesantes que recibí en los infames estudios internos, tan bien calificados por atomito. Pero es que D. Mariano era muy listo, sabía mucho y sabía enseñar.  Era doctor en ciencias físicas y creo que  en Roma hizo el doctorado en filosofía.

Después de tanto tiempo (casi cuatro décadas) no soy capaz de recordar los contenidos de sus lecciones. Apenas soy capaz de recordar que no encontrábamos discrepancia entre lo que nos explicaba D. Mariano y lo que sabíamos por las ciencias experimentales, ya que nos recalcaba con frecuencia que la filosofía y las física no podían contradecirse al estudiar la realidad en dos diferentes grados de abstracción. La física, como las otras ciencias, estudiaba básicamente el accidente cantidad, creo recordar, mientras la filosofía iba más allá estudiando la esencia de la realidad. Por esta misma razón la filosofía tenía, supuestamente, autoridad sobre las ciencias para acotar y criticar su campo de acción. Tengo la impresión que los numerosos estudiantes de D. Mariano en el centro de estudios, muchos de ellos de ciencias e ingeniería, no teníamos problema en aceptar ese planteamiento.

Por lo demás debo reconocer que nunca leí sus libros, que salieron publicados mucho después. Coincido con atomito en que la teología, tratando de dar apariencia intelectual, razonable, a algunas de sus asombrosas afirmaciones, ha usado y abusado de la filosofía aristotélica llevándola a unos límites que no estoy seguro serían aceptados por el filósofo estagirita. Como sucede con frecuencia, Aristóteles, probablemente, de vivir en estos días renegaría de los aristotélicos, por no evolucionar. Pero como no soy filósofo, cualquiera sabe. De todas formas, si un día me lo encuentro en el Areópago se lo pregunto.

Muchos saludos a todos.

Dionisio, con cariño desde el Areópago