Si algo que decir a bien es de las auxiliares porque en la Obra se les utiliza las 24 horas del dia. Si trabajan en una casa pequeña (administración de un  centro de hombres) están allí las 24 horas del día y siendo sus hermanas pequeñas (como se les llama)  están contratadas como empleadas del hogar de ellos. Además de un fraude porque no son empleadas es además una falta de justicia. Ellas nunca fueron ni quisieron ser empleadas del hogar pero al pitar de nax para servir a la Obra se comprometieron a eso. También trabajan en los centros de las delegaciones de las mujeres y siendo sus hermanas nunca comen ni cenan en su mesa ni con ellas, ni el dia de Navidad. Por supuesto ni se lavan nada, ni cocinan nada ni van a la compra. Ya lo hacen por ellas estas 3 auxiliares durante todo el dia.

     A propósito de la Navidad me ocurrió una anécdota. En la casa pequeña vino a trabajar una chica joven para que se le pudiera tratar y pudiera conocer la administración y pitara. Así fue y pitó. Llegó Navidad y cenaron ellas solas rodeadas de algunas de nosotras, después nos fuimos nosotras a cenar mientras ellas servían a los numerarios y recogian. Despues vinieron a Misa y al resopón.

                La recién pitada me preguntó por qué no cenábamos juntas en Navidad y le mentí…. “para estar más tranquilas pudiendo atender a los numerarios”. Ella con toda ingenuidad comentó: en mi familia en las fiestas siempre comemos juntos para celebrarlo todos a la vez, aunque sea menos tranquilo”. A los pocos días fui a comer a la delegación y conté lo sucedido. Se echaron a reir y contestaron … “qué naturales son estas pequeñas” y nada más. Les dije: tampoco vosotros teneis respuesta, ya lo veo.

                Al contar esto sabréis algunas quien soy porque lo repetí hasta saciedad y la delegación también recordará esta anécdota… tan triste, pero real.

Junio

P.D. Por aquello de que lo que aquí se escribe sea siempre verdad, rectifico la anécdota del huevico. No fue Rosalía su doncella habitual y que ahora tiene Alzheimer y sigue en Roma. Le ocurrió a Ascen, aragonesa de pro y en Molinoviejo. Fue El Padre a pasar unos días allí y pasó a la cocina, les preguntó qué estaban haciendo de cena y ella contestó que si quería le hacía unas sopas de ajo – ella era también aragonesa y sabía que le gustaban y las hacía buenisimas –. Esta conversación se había dado en varias ocasiones y siempre acababan con lo mismo. “Sin huevico” decía el Padre para hacerla rabiar en broma y ella que con huevico y terminaba siempre haciéndoselas con huevico.