Bienvenido a Opuslibros
Inicio - Buscar - Envíos - Temas - Enlaces - Tu cuenta - Libros silenciados - Documentos Internos

     Opuslibros
¡Gracias a Dios, nos fuimos
Ir a la web 'clásica'

· FAQ
· Quienes somos
· La trampa de la vocación
· Contacta con nosotros si...
· Si quieres ayudar económicamente...
· Política de cookies

     Ayuda a Opuslibros

Si quieres colaborar económicamente para el mantenimiento de Opuslibros, puedes hacerlo

desde aquí


     Cookies
Utilizamos cookies propias y de terceros para obtener datos estadísticos de la navegación de nuestros usuarios y mejorar nuestros servicios. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Puede obtener más información aquí

     Principal
· Home
· Archivo por fecha
· Buscar
· Enlaces Web
· Envíos (para publicar)
· Login/Logout
· Ver por Temas

     Login
Nickname

Password

Registrate aquí. De forma anónima puedes leerlo todo. Para enviar escritos o correos para publicar, debes registrarte con un apodo, con tus iniciales o con tu nombre.

     Webs amigas

Opus-Info

NOPUS DEI (USA)

ODAN (USA)

Blog de Ana Azanza

Blog de Maripaz

OpusLibre-Français

OpusFrei-Deutsch


 Tus escritos: Mi vida: Otra historia que tampoco valió la pena (VII).- No_valio_la_pena

020. Irse de la Obra
no_valio_la_pena :

MI VIDA: OTRA HISTORIA QUE TAMPOCO VALIO LA PENA (VII)  

Toda la serie completa
También en formato PDF
 

Llegué a Roma. Mi plan era vivir en villa tevere durante unos diez días y a continuación pasar un fin de semana en España para visitar a mis padres, antes de volver a mi región. Si todo iba bien..., claro, pues ya dije que ellos contestaron a mi carta con un: "que venga lo antes posible y ya veremos si vuelve" (pero eso último no me lo dijeron, me enteré por error :-).

Mi primer día en Roma ya lo conocéis: correr para ir a Misa al Vaticano por la mañana y ordenaciones por la tarde. Me trataban de maravilla: siéntate en el primer banco, vénte en este coche, abrazos, ánimos, grandes recuerdos, etc. Lo externo, como siempre, perfecto. Lo interno...



El segundo día me preguntaron (cuando digo me preguntaron, sugirieron, dijeron, etc. me refiero normalmente a la misma persona: un director del consejo general con años de experiencia que estaba al corriente de lo que escribí y me conocía bien desde hacía muchos años; durante esos días hablé casi a diario con él y en ocasiones por más de una hora): "¿Has traído las botas de fútbol?" "Sí, claro." Contesté. Y me dijo: "¡Qué bien! ¿Por qué no vas a jugar a fútbol a Cavabianca? ¿Te gustaría? Tienen un campo de hierba artificial nuevo." "Claro que me gustaría", respondí. Y allí me fui.

Por la tarde, (él) me animó a dar un paseo por Roma: ¿Has visto qué "tramonto" (atardecer) más bonito tenemos ahora? ¡Esto no lo tienes en tu país! ¿Por qué no te vas a dar una vuelta por la ciudad con alguien de villa tevere (para los que no lo sepan, ese tipo de paseos siempre son con alguien del centro, por aquello de "amarrar" que el sujeto en cuestión "respire" opus dei 24 horas al día y así se "rehaga"; y de paso, se evita el riesgo de que uno, estando solo, "se ponga a pensar más de la cuenta"); y añadió: "Así paseas un rato, que te dé el aire, que el jet lag, ya sabes...". "Sí, claro", respondí, "encantado".

El tercer día, empecé a darme cuenta de que no había mucho interés en hablar. Todo estaba relacionado con el fútbol, pasear, salir, descansar, que te dé el aire... Y hombre, dejar todo lo que tienes en la otra punta del mundo para venir inmediatamente a Roma y que te digan que te vayas a pasear porque el atardecer romano estos días es precioso, me parece muy romántico, pero también una tomadura de pelo. Así que después de lanzar varias indirectas para ver cuándo tendríamos un ratito para hablar, y no mucho interés en contestarme, le pregunté directamente: "¿Vamos a hablar de los temas que yo escribí en mis cartas?" Y me dijo: "no; de lo que has escrito en esas cartas no vamos a hablar."

Hombre, mi primera reacción fue de sorpresa. Primero, porque pensaba que si me habían llamado, sería para hablar. Desde mi punto de vista, yo no estaba en mal plan, mi actitud no era de ataque. Era más bien de diálogo, de querer aprender y, en el fondo, de saber. Algo totalmente normal. Me habían nombrado defensor de la comisión sin consultarme y entendía que si había algo que no me parecía bien o no lograba comprender, tenía que decirlo o preguntarlo: con discreción y a las personas que estaban directamente por encima de mí (el vicario regional y los directores del consejo con el padre), pero decirlo al fin y al cabo. Lo contrario sería suponer que me habían nombrado para que firmara (aprobara) todo lo que me pasaran, estuviera de acuerdo o no.

Por otro lado -me decía a mí mismo-, en la obra, como en cualquier familia normal (en aquel entonces pensaba que la obra era una verdadera familia), cuando hay problemas, deberían poderse hablar para intentar resolverlos. Decir que hay temas de los que no se puede hablar, me parece muuuy muuuy extraño. ¿Por qué no se puede hablar? Hablar de esos temas... ¿significaría reconocer que en algunos puntos tengo razón? ¿Significaría reconocer que la obra hace cosas mal? ¿Significaría reconocer que la obra no es lo que dice que es? No lo sé. Lo que sé, es que yo me senté delante de ese director y esperaba algo del tipo: "¿Cómo estás? ¿Lo estás pasando mal? Estamos aquí para ayudarte. ¿Qué podemos hacer por ti? Dinos, cuéntanos, estamos para lo que convenga..." Pero no, fue justo lo contrario: "De estos temas no vamos a hablar".

Insisto en que yo estaba en buen plan: hacía todas las normas, vivía la unidad, me ponía el cilicio, hacía apostolado, rezaba por el Padre, vivía la charla y la confesión con sinceridad y puntualidad, hacía corrección fraterna, quería perseverar hasta el día de mi muerte, etc. Y tal vez porque estaba en buen plan, a pesar de que me sorprendía que no quisieran hablar conmigo de esas cuestiones importantes, yo les escuchaba, y les creía. Seguía pensando que la voluntad de Dios me llegaría a través de los directores y por eso continué haciendo lo que me pedían que hiciera.

¿Qué me pidieron que hiciera?

Lo primero, como ya he dicho, no hablar de esos temas. Así que cuando más adelante hice ademán de volver a la carga, de sacar alguna de esas cuestiones, ¿sabéis qué fue lo que TEXTUALMENTE me dijo ese director? TEXTUALMENTE me dijo: "estás obsesionado". Y añadió que le daba muchas vueltas a las cosas, que era tozudo, que estaba cansado y que aprovechara esos días para hacerme la revisión médica en villa tevere. Le dije que muy bien, que la haría. Me dijo que hablara con fulanito, sacerdote de cavabianca, oficial del consejo y médico del colegio romano que -añado yo- posiblemente se encarga de "este tipo de revisiones médicas" (ya que las revisiones médicas "normales, para los de villa tevere" las hace otro médico, que es un laico con trabajo externo de médico y que no es oficial del consejo, pero vive en villa tevere, precisamente para ejercer de médico en caso de que el padre o alguien le necesite).

Quedamos en que llamaría a ese sacerdote para tener la revisión médica al día siguiente. Y antes de que terminara nuestra primera larga conversación, me dijo: "bueno, lo más importante de esta conversación de hoy es: el tema de la vocación no se toca. Esto tiene que quedar claro. La vocación es algo que no se toca. ¿Está claro?" "Sí", contesté; y nos fuimos a cenar.

Al día siguiente tenía la revisión médica. Continuará.

Ir al primer capítulo

<<AnteriorSiguiente>>




Publicado el Wednesday, 29 June 2011



 
     Enlaces Relacionados
· Más Acerca de 020. Irse de la Obra


Noticia más leída sobre 020. Irse de la Obra:
En homenaje a Antonio Petit.- Libero


     Opciones

 Versión imprimible  Versión imprimible

 Respuestas y referencias a este artículo






Web site powered by PHP-Nuke

All logos and trademarks in this site are property of their respective owner. The comments are property of their posters, all the rest by me

Web site engine code is Copyright © 2003 by PHP-Nuke. All Rights Reserved. PHP-Nuke is Free Software released under the GNU/GPL license.
Página Generada en: 0.118 Segundos