Pechina comentaba el 20 de abril la carta de kaiser sobre el poder de la paradoja (18 de abril) El pasado 25 de abril, Kaiser ha aclarado el contenido de su anterior escrito. En su día, aquel escrito me pareció más bien un desahogo, quizás una queja dirigida al mundo o a Dios, quien sabe. Y no le di importancia. Pero como respuesta a la carta de káiser ha surgido en la web una serie de interesantes intervenciones que se centran en el estado espiritual de quien sale de la Obra.

Comparto las siguientes palabras de pechina: “He sido de la Obra y creo que puedo entender cómo se siente una persona que ha pasado por sus “fauces”. Aun así, somos muchos los que, habiendo pasado por ellas, seguimos teniendo fe en el mensaje amoroso de Jesucristo. A pesar de las sombras que a menudo nos acechan: creemos. La fe no entiende de paradojas”. Como él, creo en Jesucristo, y sigo siendo católico practicante.

Pienso que muchos ex-miembros siguen practicando, aunque hay otros que no. De estos, nos encontramos a freesoul que nos contó el 18 de abril: “Hace ya más de un año que dejé la obra, después de 12 dentro de ella (…) Desde que salí de la obra, he ido dejando de practicar cada vez más de manera natural, ya que me fui porque noté cómo el cumplimiento de las normas me producía cada vez más ansiedad”...

Estas palabras originaron las siguientes de Ramón (25 de abril): “es lógico que cuando has estado saturado de algo (misas, rosarios, intenciones, postraciones...) te asquee y te resulte pesado y desagradable. Es lógico que cuando todas esas prácticas se han realizado hasta la extenuación en nombre de algo, aunque sea santo, el hastío arrastre con ellas a esa entidad, sea la fe, la Iglesia, el matrimonio o el fútbol. Es humano.”

Ambos hablan de una realidad que genera el sistema espiritual del Opus Dei. Después de salir de la Obra, ese sistema puede seguir dificultando, o impidiendo, la relación con Dios y con la Iglesia. Si es que no hemos tenido la suerte de paiquito (25 de abril) que dijo: “para mí fue muy importante el pasar del tiempo, el olvidar las estructuras del opus dei, y el volver a vivir la fe de la infancia, lo que considero un regalo de Dios”. En el caso de los ex-miembros que ya no practican, la perturbación generada por ese sistema en sus vidas ha sido tal que ha anulado su relación con Dios y, quizás, les ha llevado a dejar la Iglesia.

Queriendo ayudar a freesoul, Ramón le dice: “Como dice Pablo, "la fe se me ha dado", no es algo que se tenga porque sí. Dios no quiere que se le adore con la boca, sino con espíritu y verdad. Si dejas la Iglesia, incluso si dejas la fe, pero sigues siendo una persona moral, haciendo el bien, como seguro que eres, no habrás dejado a Jesús, que "pasó por el mundo haciendo el bien".

No puedo compartir estas palabras de Ramón. Falla en el concepto de lo que es "hacer el bien". Es cierto que Dios quiere que se le adore "en espíritu y en verdad" (Juan 4, 23). Pero esto hay que entenderlo en relación con las demás palabras de Jesús. Él es “el Camino, la Verdad y la Vida” (Juan, 14,6); de tal manera que: “El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él” (Juan 14, 21) y “El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió” (Juan, 14, 24)

En el Evangelio, claramente vemos que Jesús fundó –al precio de su sangre derramada- una Iglesia cuya cabeza es Pedro, a la que hay que creer y pertenecer porque: "El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza a aquel que me envió" (Lc. 10,16).

Por tanto, no se puede “dejar la Iglesia”, ni tampoco “dejar la fe”; porque de hacerlo dejamos a Jesús y al Padre que le envió. Fallamos completamente en al amor a Dios. Ramón se ha equivocado en sus palabras, las cuales contradicen claramente a las de Jesús. Por esta contradicción esencial, tampoco puedo estar de acuerdo con el resto de su escrito.

Creo que si se tiene un problema, del tipo que sea, lo primero que hay que hacer es intentar comprender la verdadera naturaleza del mismo. Freesoul cuenta una situación problemática para él, pero lo enfoca desde un punto de vista que me parece erróneo. El problema no está tanto en el exterior -la relación con los padres o amigos y el qué dirán- sino en su interior -su inexistente relación con Dios y el porqué de su inexistencia.

Dan Ariely, en su libro “las ventajas del Deseo” (pág. 252, editorial Ariel, año 2011), nos da un esquema conductual de una toma de decisiones influida por las emociones:

Decisiones     ---   emociones  ----   DECISIONES (a corto plazo) ---   DECISIONES (a largo plazo)

Y nos dice: “la realidad es que los humanos tenemos muy poca memoria sobre nuestros estados emocionales pretéritos (…) pero sí recordamos las acciones realizadas. Y por eso seguimos tomando las mismas decisiones (aunque se trate de DECISIONES) En esencia, cuando escogemos actuar movidos por las emociones tomamos DECISIONES a corto plazo que pueden cambiar nuestras decisiones a largo plazo. (…)

No sé si a usted le ocurre lo mismo, pero a mí me resulta espeluznante la idea de que nuestras DECISIONES pueden seguir determinadas por nuestras emociones mucho tiempo después de que hayan tenido lugar. Una cosa es darse cuenta de que nuestro humor nos conduce muchas veces a tomar malas decisiones, a elegir cosas que en condiciones perfectamente neutrales (racionales) nunca elegiríamos. Y otra cosa muy distinta es reparar en que esas influencias emocionales pueden seguir afectándonos durante mucho, muchísimo tiempo”.

Me parece que Dan Ariely ayuda a definir correctamente la situación interior de freesoul. Cuando alguien contacta inicialmente con la Obra, lo más probable es que esté en los comienzos de una vida espiritual; es practicante y se siente atraído por lo espiritual. La Obra, con su sistema de encorsetamiento espiritual –normas y costumbres- interfiere en lo que podía ser esa vocación personal, sustituyendo el recto desarrollo de la misma por la imposición a rajatabla de la regla de vida del Opus Dei.

Con el tiempo, al no ser la vocación al Opus Dei la verdadera vocación de esa persona, se “queja” el alma y/o el cuerpo. Se produce dolor, psicológico y físico. Y se toma una decisión. Dejar un sistema rígido de normas espirituales, dejar la institución. El contexto emocional de esa toma de decisión es el daño recibido, la  ansiedad, el trastorno psicológico, la enfermedad.

Primero se abandonó un sistema reglado de normas; luego se van abandonando las “normas”, una a una. Ya no se reza, o no se va a Misa. Lo que hemos hecho es replicar en estas decisiones, lo que hicimos en aquella primera. ¿Por qué? Porque se ha asociado de manera inseparable la emoción del agobio, de la tensión o del dolor, con la oración.

Si lo pensamos bien, esa forma de ir dejando progresivamente de practicar, no parece racional. No es coherente con nuestra situación anterior a encontrarnos con el Opus Dei, en el que nos relacionábamos con Dios cumpliendo con sus mandamientos y los de la Iglesia. Entonces rezar –practicar- no era agobiante ni creaba tensión. Generaba alegría.

Y es que la oración (sea santo rosario, tres avemarías, lectura, etc.) no es más que un dialogo verbal con Dios, con la Virgen María o con los santos. No es más que “hablar”, decir palabras. Un dialogo no puede ser agobiante por su propia naturaleza. Lo que lo convirtió en agobiante, fue ese camino vocacional que no era “nuestro”. Era artificial y generó presión, agobio, imposición, desquiciamiento de la personalidad. No se ajustaba a nuestro verdadero Ser, el que el Señor nos dio, nuestra verdadera “vocación”.

Freesoul pidió un consejillo. Yo le pido que eleve la mirada por encima de la preocupación respecto a sus padres, amigos y conocidos, sobre “el qué dirán”. Lo que nos cuenta apunta más bien a un tema emocional que ha influido determinantemente en una conducta. Hay psicólogos conductistas que podrían ayudarle a ver esto con claridad.

Yo sólo le recuerdo que Dios sigue queriéndolo, y que desea tener con él una relación de amistad que llega a la filiación. Si él no le habla, (es decir no va a Misa, ni reza, ni se confiesa) porque se ha dejado llevar de una serie de decisiones que replican la primera inicial, dejar el sistema de normas del Opus Dei, ¿cómo va a ser amigo de Dios o, más bien, su hijo? Y, ¿cómo llegar al Cielo, que es el encuentro personal y amoroso con el padre Dios que le espera?

Daniel_M