Autopsia a los dragones del Opus Dei (y al Opus Dei)

Finalmente, el filme “Bambi, el dragoncito” (conocido en algunos ambientes como “Encontrarás dragones”) ha pasado por España con un espejismo artificial y teledirigido de gloria (pensemos en el apoteósico estreno en la Gran Vía de Madrid o en la alambicada estrategia de preventa urdida por especialistas) y mucha pena y mucho ridículo.

El Opusdei ha vuelto a quedar en evidencia y sus mermadas fuerzas –agónicas, a veces- muy a las claras. Este es un ridículo casi tan penoso como el que hizo la prelaturapersonal después de anunciar a los suyos que “el Señor quiere 500 vocaciones de numerarios y agregados por Región y Sección”... y no pitó nadie, es más, se siguieron yendo alegremente del Opusdei. Tal vez sea un ridículo mayor por ser más público y por el enorme empeño puesto por la institución, que no ha reparado en gastos y esfuerzos (sobre todo en gastos).

La 1ª semana quedó en el 4º puesto; la 2ª semana se precipitó hasta el 8º y se confirmó el fracaso (a pesar de la patética carta de Ignacio G. S. a los suyos; la 3ª semana el pobre film andaba extraviado en el puesto 14º perdiéndose los dragones, sin esperanza de que nadie les encuentre, más allá del puesto 20º en la 4ª semana. Y yo me hago eco de esa pregunta: Si el film no ha triunfado en España ¿dónde lo hará?.

Después de esta catástrofe para el Opusdei, me gustaría hacer unas consideraciones:

1. Un film, por mucho éxito que tuviera,  no va a solucionar los profundos problemas internos que tiene el Opusdei.

2. Si se trataba de una estrategia de distracción para insuflar ánimos a una Obra moribunda la jugada ha sido contraproducente (como pasó con la estrategia de los 500).

3. El Opusdei ya no es capaz siquiera de diseñar campañas publicitarias con éxito (como hizo con todo el marketing relacionado con la canonización de su “no muy santo” fundador).

4. Más que un golpe económico (el Opusdei casi lo único que tiene actualmente es muchísimo dinero) se trata de un nuevo golpe a su orgullo y a ese complejo absurdo y ridículo de superioridad y condescendencia que tiene la prelaturapersonal respecto a todo lo que no es suyo.

Un abrazo.

Josemanuel