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 Correos: Nubes de tormenta. (Cap.8 de 'Lo que el Opus...').- Gustavo

010. Testimonios
Gustavo :

Nubes de tormenta

Cap.8 de 'Lo que el Opus se llevó'
Enviado por Gustavo el 30-5-2004

"Porque todos los finales, son el mismo repetido.
Y con tanto ruido, no escucharon el final...."


Y así fue. No sabía que de mi vuelta a la Región hasta mi ida de la Opus iban a pasar solamente unos once meses. Si me lo hubieran dicho en ese momento no lo hubiera creído.

Como ya expliqué volví con muchas ganas de colaborar y de mostrar este "otro" Opus, más abierto, mas respetuoso de la dignidad humana...

No fue fácil, de entrada nomás. Volví a mi mismo Centro y me encontré con que ya no tenía lugar. Me ubicaron en un dormitorio compartido con otro numerario muy, muy amanerado. A mi esto no me causaba mucha gracia, y algo de incomodidad sobre todo después de haber vivido un año solo. Además la compañía no era la mejor, así que el pudor se cuidó más que nunca.

En mi ex dormitorio -amplio y demás- estaba ese subdirector insoportable del que hable cuando conté lo del Centro de Estudios. Lo único es que éste ya estaba enfermo, con una esquizofrenia de aquellas.

Cómo será que una de esas primeras noches, volvía de una tertulia en otro centro (contando mi experiencia en tierras lejanas). Como era muy tarde subí por las escaleras al segundo piso a oscuras. Al llegar al final de la escalera escuché un grito de aquellos que producen miedo. Todo seguía oscuro y nada se movía. Me dio miedo caminar de allí hasta mi dormitorio, ya que parecía que
habían acuchillado a alguien o algo así. Ingrese a mi dormitorio compartido y descubrí que mi acompañante no estaba dormido del todo. Le pregunté: -¿Has oído ese grito?. -Si, ¿Que hacemos?- contestó. -Nada- le respondí. -Mira si mataron a alguien ya estamos tarde, así que mejor durmamos. A lo mejor era sólo alguno con una pesadilla- concluí.

A los tres minutos de haberme acostado se volvió a escuchar un grito similar. Fue la primera vez que vi a alguien levitar, ya que mi compañero de cuarto pego un salto increíble, pero así y todo no se animó a levantarse. Yo me levanté y fui al primero de los dos dormitorios. En uno dormían cuatro personas y en el otro el subdirector solo. Ingresé primero al cuarto de cuatro y vi a todos durmiendo, menos uno que me preguntó que había sido ese grito. Ahí descubrí que el chillido ensordecedor venía del dormitorio del subdirector. Abrí su puerta y otra vez un grito terrible. El subdirector gritaba en medio de una pesadilla relacionada con los efectos de los psicotrópicos que le habían recetado. Welcome to the Mad House!!

Tengo que reconocer que me dio lástima. Mucha lástima. Por eso lo desperté y dormí en una silla a su lado esa noche. No de bueno ni virtuoso, aviso, por si alguno duda.

No era el único que estaba así, ya que un episodio similar ocurrió durante la cena con otro numerario de la casa, que en plena comida comenzó a realizar movimientos tipo "break dance". Me enteré entonces que éste tomaba medicamentos para la depresión que le habían pegado muy, muy mal. En esa ocasión yo volvía de un convivencia. No hay caso, no me podía ir, no?. Otro depresivo más y van...

Ya se ha tratado en algunos escritos y correos el tema de la depresión en la Opus. Es un tema muy común, por más que quieran hacerlo pasar como "normal". Mi opinión es que los grandes responsables de los daños psicológicos que sufren sus dirigidos son los directores, ya que a alguna gente se le exige más de lo que pueden dar y eso produce una enorme frustración, sobre todo cuando el objetivo perseguido -ser santo- no es alcanzable en esta vida.

A esto se le sumó la idiosincrasia de la Región donde todo era un gran voluntarismo. Se acabó la libertad individual. Los Directores perseguían al resto, para que hicieran mas apostolado y todo era voluntad, voluntad y voluntad. Nada más. Parecía una hinchada de futbol.

De la Delegación me asignaron nuevas tareas -subdirector de un Centro de San Gabriel- lejos del centro en el que vivía, por lo que dos veces por semana me acostaba a altas horas de la noche, cuando -les recuerdo- debía levantarme muy temprano por mi trabajo. Es decir, dos veces por semana dormía aproximadamente cinco horas.

También noté que no era "dueño" de mi casa. Es decir, en mi "casa" anterior -cuando vivía solo- elegía las cosas de mi casa. Aquí nadie preguntaba nada: "Macho, si no te gusta lo que compramos a llorar a otro parte". Es decir, la casa (el centro en el que vivía) claramente no era mío, no era mi hogar. Me causó un gran desagrado darme cuenta -cosa que no me había pasado hasta esa fecha- de esto. Yo no era nadie ahí dentro, salvo, el que aportaba los duros. Casi nada.

Noté que la fraternidad tampoco se vivía bien -baste los dos ejemplos de los depresivos-. Era poco lo rescatable de esta situación. Rezar, obedecer y cumplir las normas no me alcanzaba.

Comencé a pedir mas información acerca de por qué se hacían tales o cuales cosas. Por ejemplo, los informes que se preparaban relacionados con la gente a cargo. Siempre había escuchado que había que hacerlos de tal manera que el que leyera el propio pensara que lo había escrito su madre. Hombre, que he leído cada uno que gracias a Dios que madre hay una sola!!. Este manejo de la información confidencial me empezó a asquear.

Ni hablar de pensar en preguntarle a los numerarios del centro qué les pasaba cuando estaban tristes o decaídos. No, hombre, eso a la charla, no a compartirlo con tus hermanos.

Me fui transformando en alguien que sólo lo pasaba bien en el oratorio y nada más.

Esto me movió a hablar en la Delegación, pero no me dieron ni la hora. Decidí tomar una medida más directa: La Carta al Padre, en una de esas si esto llegaba a Roma (que iluso!). Mis cartas, cada vez mas críticas y mas fuertes, nunca salieron del Centro. Esto lo cuento por que las encontré sin querer un día en el cajón del Director.

Cómo verán todo esto me fue desgastando. Pero eso no fue todo. Se anunció que el Padre vendría a la Región. Festejos por todos lados.

Por el trabajo que tenía, yo podía tener acceso a la parte interna de los aeropuertos. Se me ocurrió ir a esperar al Padre a la salida de la manga del avión. Allí partí con un supernumerario y con el Secretario de la casa.

Llegó el avión en cuestión, estabamos los tres muy entusiasmados. Vimos al Padre con Don Joaquín y Don Gabriel salir de la puerta a la manga y en eso, apareció el Consiliario, acompañado por dos o tres miembros de la Comisión. Imagínense la cara del Consiliario cuando nos vio delante de él. Ahí comenzó el escándalo. El Consiliario comenzó a gritar y a retarnos delante de toda la gente del aeropuerto. En mi caso todavía era mas vergonzoso, ya que me estaba insultando en frente a subordinados en el trabajo. Yo pense en ordenarle a la policía que allí se encontraba que "Detuviera a ese loco" cosa que hubieran hecho de pedirla, pero pensé que eso complicaría aún mas las cosas.

El Padre y sus custodes llegaron a la Región en medio de ese lío. El Consiliario se interpuso entre nosotros y el Padre. El Padre - Don Javier -ni siquiera saludó. En fin, todo fue una gran decepción. Nos quedó a los tres (Secretario, Supernumerario y a mi) que el Consiliario era un mal educado y lo más grave, que el Padre no era tan Padre. Nos dolió mucho. Recuerdo que el supernumerario (con más de veinte años en la Obra) decía: Si le cuento esto a mi mujer mañana nos hacemos musulmanes!!.

Yo esperé recibir algún tipo de disculpas, pero fue completamente en vano. No sólo eso, sino que en una tertulia a la noche, en el Centro de Estudios, intenté hacerle una pregunta al Padre pero el Consiliario me lo impidió, con un gesto y de mala manera. Ni que hablar de mi enojo al salir de esa tertulia.

Se organizó una tertulia "oficial" para numerarios, no ocurriéndosele a la Comisión un horario mejor que las 11.00 de la mañana de un día laborable. Claro, en la Comisión está lleno de burócratas a los que les da lo mismo estar en su trabajo que en una tertulia con el Padre. Se ve claramente que en forma alguna se privilegiaba el trabajo profesional, y ni que hablar la santificación del mismo. Mucho más grave me parecía esto cuando era el mismo Padre quien avalaba todo esto. Llegué a esa tertulia apenas comenzada y obviamente no había lugar, por lo que estuve viendo todo a la distancia. Mi enojo era visible.

Mucho mas fue mi enojo cuando me enteré -disculpen si he pecado de inocente- que en dicha tertulia las preguntas estaban "preparadas". Es decir, los numerarios no podían preguntar libremente, sino que había sido la gente de la Comisión los que habían elegido las preguntas. Es decir una "fantochada". Otra mentira más. Hacían creer que todo era espontáneo pero no era así. ¿Para qué el engaño?

Unos días después era la primera "tertulia general". Y en este caso lo mismo, preguntas y respuestas preparadas, es decir una representación. Me pareció
vergonzoso todo el espectáculo y al Padre (a quien hasta ese momento mantenía inmaculado) prestándose a esa pantomima.

Decidí no ir más a las tertulias del Padre ya que me parecían todas iguales, en las que nadie se salía del libreto. Realmente la pasaba mucho mejor cuidando el Centro, ya que cuando todos se iban a las tertulias podía leer tranquilo, o escuchar música o simplemente ver TV (cosa casi non sancta para la Opus).

Comenté esto al Director quien obviamente se preocupó y no tuvo mejor idea que inventar que me habían invitado especialmente a una tertulia para "exclusivos" con el Padre. El director trabajaba en la Delegación por lo que supuse que esto sería cierto. El asunto es que era otra mentira que me generó un nuevo problema con... si, con el Consiliario.

Todo esto me desgastó muy rápidamente. Ya no sabía en quien creer. El Director me mentía, retenía mis cartas al Padre, el Consiliario resultó ser un tipo huraño, soberbio y maleducado y el Padre... el Padre parecía un muñeco que se prestaba a una farsa ridícula. Sumemos a esto el tema del "trafico de información personal", la lectura detallada de las glosas (vademecum) de San Rafael de las cuales se evidenciaba y enseñaba el manejo con los amigos y gente que frecuentaba la casa, el hecho de no considerar el Centro como hogar y los problemas de fraternidad en mi Centro.

Para peor tenía que seguir "dirigiendo almas" y dar charlas, círculos y demás, diciendo y aconsejando cosas en las que no creia. Tenía una doble vida mental perfecta.

Todo ello me predispuso fuertemente a decir basta.

Ese primer basta no fue tan terminante. Mi idea era irme a vivir solo, al menos por un tiempo. Alquilar un departamento y ver que tal iban las cosas. Obviamente se me dijo que no, que yo era necesario, que estaba cansado. Se me sugirió pasar un tiempo descansando en un Centro del Interior, inclusive llegaron a decirme que si quería volver a la región en la que había hecho el post-grado o mudarme a otra cualquiera, lo harían.

Yo no sabía qué hacer, sólo quería algo de tiempo para pensar. Mientras, el bombardeo comenzó nuevamente con temas de vocación, de que si me iba de la barca estaría perdido, de que hay una sola vocación, Cuadernos 7, Surco, Forja. Un buen cóctel.

Yo, siempre en mi buena fe, pregunté si podía hablar de este tema con alguien ajeno a la Opus. Ya fuera un sacerdote o alguien mayor, con más experiencia de vida. Ya sabemos que la respuesta fue un NO rotundo. Me ofrecieron hablar con otros sacerdotes de la Opus, pero no quise, consideré eso más de lo mismo.

Se iba acercando el curso anual. Me habían informado que luego de allí me iría a vivir a un centro de mayores, "para estar más tranquilo". Yo no tenía muchas ganas de ir a ningún lado después del Curso Anual. Es más, le daba al Curso Anual una última oportunidad.

No sabiendo si después del Curso Anual aceptaría seguir viviendo en un centro, pero con conocimiento que de hacerlo no lo haría más en el que estaba, adelanté la mudanza de cosas, pero no al nuevo centro sino a la casa de un amigo. Así, si después del Curso Anual decidía no volver, sólo tendría que cargar unas pocas cosas más. No sabía aún lo que me esperaba en esos últimos tres meses....

(Continuará)


Publicado el Sunday, 30 May 2004



 
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