Solidaridad :
Jesulín de Ubrique y “Encontrarás dragones”
Publicado por Mª Asunción Balonga
asunbalonga.blogspot.com
He meditado ¡semanas! sobre la oportunidad de este post y finalmente me he animado a escribirlo amparada en el criterio claro que me dio en cierta ocasión un sacerdote sabio: para ser una fiel hija de la Iglesia basta aceptar con absoluta fe y sinceridad, los diez Mandamientos, los Santos Evangelios y los dogmas enunciados en el Credo y desarrollados por el Magisterio.
Después, hay un sinfín de temas humanamente opinables.
Así que he discurrido por mi cuenta que Yahvé no le dio a Moisés en el Monte Sinaí un puñado de cintas de celuloide, sino las Tablas de la Ley que no es lo que voy a cuestionar.
También quiero, como preámbulo, dejar muy claro que no pienso hacer ningún juicio acerca del Opus Dei, sino que como periodista y profesional de la crítica cinematográfica pretendo exponer mi conclusión sobre una película que ha hecho, recientemente, correr ríos de tinta...
Sí desearía precisar que nunca entendí que dos miembros de la Prelatura, supongo que con su beneplácito, Ignacio Gómez Sancha e Ignacio Núñez (competentes hombres de negocios y bienintencionados sin duda, pero patéticamente diletantes en el peliagudo mundo del show business), pusieran en marcha todo un complejo de ingeniería financiera hasta recaudar ¡36 millones de dólares! para hacer, cual si de la Metro Goldwyn Mayer se tratase, una cinta puramente DE FICCIÓN.
Dinero que, pese al engañoso fuego fatuo de la novedad de la "preventa", no lleva trazas de recuperarse, al contario, su fracaso en taquilla provoca que el descenso sea el segundo más agudo del top10, un 60% que la sitúa en los 376.000€ de recaudación en su segunda semana en 300 cines para un total de 1,57millones de €. La media por cine es de solo 1.253 €.
Con 36 millones de dólares se pueden llevar a cabo todo tipo de iniciativas encomiables: dispensarios, guarderías, catequesis, lugares lúdicos para jóvenes, organismos de asistencia social, en estos tiempos de extrema necesidad por la prolongada crisis en España y a escala internacional.
Esto no es populismo, amigos lectores, es ejercitar la lógica de los números.
Siempre se me ha dicho que el carisma específico de la Obra era la santificación del trabajo ordinario, cotidiano y el apostolado de amistad y confidencia, como “aventuras apasionantes” más que suficientes.
Esta visión trascendente queda muy lejos de Hollywood, sus intríngulis y avatares que solo dominan los curtidos profesionales.
Entendería el interés por llevar a la pantalla la vida del Fundador pero escandalosamente, su trayectoria y anécdotas que aparecen en el film son ficticias o están distorsionadas hasta lo irreconocible, en aras de maquillarlas para tocar una presunta fibra sensible.
Era el propio San Josemaría quién afirmaba que las medias verdades son las peores mentiras.
Mucho me temo que si tuviera ocasión de contemplarse, sufriría uno de esos disgustos que solía padecer cuando le parecía que las cosas no se hacían bien.
Mi afirmación puede contrastarse con la lectura de cualquiera de las muchas hagiografías oficiales publicadas, véase Salvador Bernal, Ana Sastre, Peter Berglar, Pilar Urbano o Andrés Vázquez de Prada.
¿Y esta impostura por qué?
Probablemente con la pretensión de hacer más cinematográfica una vida que debe de ser analizada y difundida no con mayor o menor edulcorado atractivo, sino en todo su rigor.
El guión del film es un auténtico dramón de culebrón venezolano, con un romance ridículo y melindroso, los personajes son planos o maniqueos, la trama es absurda, los flashbacks recursos ramplones, la interpretación de ciertos protagonistas, mediocre, digna de actores de segunda fila y en las escenas bélicas, la ambigua ambientación oscila entre un Madrid ¡gótico! y la California de las andanzas del Zorro. Eso sí, hay tiros y bombazos de sobra.
El sobrevalorado , en la actualidad, Roland Joffé es continuamente ensalzado como el factótum de “La Misión”, gran película ciertamente, con unos Jeremy Irons y Robert de Niro inmensos y una banda sonora del genial Ennio Morricone que ya es un clásico memorable que llevó algunas escenas al éxtasis visual, pero el trasfondo de la trama es una crítica feroz y manipulada contra el papel de la Iglesia - a quién acusa de estar miserablemente sometida al poder pecuniario y terreno - en la evangelización del Nuevo Mundo, o sea que el precedente ya resultaba sospechoso o cuando menos, curioso.
Sus personales "dragones" son la falta de inspiración y la carencia de ideas que le inducen a reproducir con tozuda torpeza un esquema narrativo - contraponer dos opuestas personalidades finalmente reconciliadas - que fue brillante y original en su momento, pero trata de resucitarlo cuando, desgastado, ha dejado de sorprender y emocionar muchos años después y en la película que hoy comentamos resulta groseramente parodiado.
En Encontrarás Dragones, la patada se la da el decadente director por segunda vez tras afrentarnos en La Misión, a la Historia de España.
Con razón, él se proclama “agnóstico y de izquierdas” y la crítica tendenciosa o paniaguada ha sido benevolente.
El film es de una corrección política apabullante, con la excusa de presentar un burdo equilibrio entre los dos bandos, los milicianos son soñadores e idealistas, incurriendo incluso en la papanatería de mostrar al personaje clave del anarquista como la reencarnación del Arcángel San Miguel afiliado a la CNT y por el contrario, los “sublevados” son militronchos zafios y malvados.
¡Hasta el protagonista, un impávido e inexpresivo Wes Wentley, antihéroe pérfido donde los haya, hace de espía franquista!
¡Otro panfleto camuflado pero de desmemoria histórica!
Este planteamiento que ignora sibilinamente lo que de verdad ocurrió, ¿promueve “la reconciliación y el perdón” o inevitablemente, provoca una importante dosis de indignación?
La previsibilidad del film me llevó a descubrir el final a los pocos minutos de soportar los inverosímiles enredos romanticoides de la cinta.
Claro que una tiene mucha mili cinematográfica pero hasta ahora ¡no tanta!
En definitiva, una película de incomprensible motivación y deficiente factura que ha costado un pastón que pone de malhumor a quién acude a verla con la ilusión de otra expectativa.
Una película para incondicionales de la adhesión entusiasta, a modo del diestro Jesulín de Ubrique que, parafraseando su célebre anécdota, si acudiera al cine, acuciado a la salida por una nube de paparazzis, seguro que haría el resumen más brillante:
“Zí, zí…en dó palabra : IM – PREZIONANTE”
Una película que pese a la promoción y al marketing – otro dineral – es y ¡bien que lo siento!, completa y aconsejablemente olvidable.
Publicado el Wednesday, 13 April 2011
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