He leído en este tiempo varias veces el texto de RobertLee sobre tirar el niño con el agua sucia y acabo de leer el que publica sobre quien quiere ser director en un centro de la Obra. Su primer texto me hizo pensar. Conozco más gente que tiene una situación semejante a la suya. En los últimos años he convivido con bastante gente que pertenece a la Obra aunque no lo soy, ni lo he sido, ni lo seré (aunque nunca se puede decir nunca, ya se sabe...). He encontrado gente buena y también gente que no lo es (y pido disculpas si alguien se molesta porque valoro algo que no me corresponde valorar como es la bondad). Entre quienes son bondadosos algunos me han conmovido (por eso de que pueden amar lo humano de forma exagerada). Algunos de sus ejemplos me han hecho pensar en mi agnosticismo, reflexionar sobre aspectos espirituales, pensar acerca de la trascendencia... Pero eso no es lo importante. Lo importante es que también les he visto sufrir...

Sé que han elegido su vocación muy jóvenes y si se mantienen ahí es porque la han refrendado, y me merecen respeto. También creo que si ahora no quisieran refrendar su vocación tendrían varios problemas. Algunos muy concretos: cómo vivir fuera después de toda una vida dentro. Y pienso en cómo mantenerse, pero también en cómo lavarse la ropa, ir al supermercado, cocinarse, decidir ir al cine o no, estar solo o sola frente a las responsabilidades frente a las necesidades, frente a las decisiones cotidianas, sin tener una agenda superapretada que no te deja pensar... Respeto a RobertLee y un poco creo que le entiendo. Cuando leí su primer artículo (el del niño y el agua sucia) pensé que irse le era muy doloroso y quería seguir creyendo. Era toda su vida.... También pensé que era un poco cómodo. Y también que podía entenderle y que me gustaría darle un abrazo porque sentía que sufría.

Hoy cuando he leído la falta de deseos de participar en el gobierno de la institución he pensado que ya no veía compromiso, que no había deseo de reconquistar el amor, la vocación... y me ha dado tristeza porque parece que se queda donde está, sin dar ningún paso para cambiarlo, sin dar ningún paso para cambiarse él...

No sé si es homologable lo que sucede cuando alguien se queda "enganchado" a un amor no correspondido con lo que sucede cuando alguien se queda "enganchado" a un lugar a pesar de que ya no cumple con las expectativas y no se tienen fuerzas para cambiarlo.

Lo que sí se, es que si uno se queda ahí, en ese lugar, puede negarle (y negarse) la posibilidad de darle a otra persona un amor correspondido...

El texto sobre el amor no correspondido, aquí va, pertenece a Julián Marías:

"(...) puede suceder que sea incurable. El que ama, a pesar de no ser correspondido, sigue amando; ha percibido la realidad de alguien, ha sentido su necesidad, ha quedado afectado por esa relación incompleta y deficiente, y adhiere a ella. Junto a la plenitud de su proyección amorosa hacia la otra persona se da la privación. No puede, o no quiere renunciar a la situación en que se encuentra, por dolorosa que sea. Podríamos llamar a esta forma de relación lo doloroso irrenunciable.

Por penoso que sea, ese amor parece valioso, digno de ser conservado. Creo que la más honda explicación de esta actitud, que puede parecer poco razonable, es que el que ha hecho a fondo la experiencia personal de un amor desventurado siente que en ella reside su verdadera condición, que la pérdida de ella significaría una mengua, una disminución de su persona, de lo que más propiamente ha querido ser. Ha puesto su vida a una carta, y ha perdido, pero le queda el haberse atrevido a intentar ser fiel a su vocación, es decir, a su realidad".

RobertLee, ojalá ese amor que late dentro de ti te conduzca a ofrecerlo a tus amigos, a la gente a la que quieres sin límites impuestos. Sólo con los límites que tu amor tenga. Deseo para ti lo mismo que deseo a la gente que quiero y que está en situación semejante a la tuya: mucha luz.

jyabom